Citlali Guerrero, Días de sueños y pesadillas, Instituto Sinaloense de Cultura, Sinaloa, 2019, 80 pp.

Bárbara Jacobs
Lo primero, quizá, es un círculo. Y el adverbio es importante. Un círculo que tal vez sea vía de escape, de consuelo, aunque no podemos asegurarlo.
El fondo es negro y el círculo que no se aprecia en su totalidad (la parte inferior dice más de lo que oculta), pero ahí está la fuerza concéntrica del trazo. Ráfagas blancas, rojas; furioso recorrido a la noria en un juego de luces, pocas, de las que surge el abismo pero también la aventura de adentrarse y cruzar, un poco más allá, las lindes de esta invitación: Días de sueños y pesadillas, de Citlali Guerrero (Copala, Guerrero, 1971).
El paso de Guerrero en la poesía no conoce la premura. Sus títulos resultan de un objetivo preciso y de un largo proceso de maduración —de maceración, para ser preciso—. Entre 2001 y 2015 publicó Llorando el naufragio (2011), Los pantanos son algo verde como el deseo (2003), Todas las horas alumbran (2005), La vida es crónica (2010) y Postales en su sitio (2015). En 2001 obtuvo el Premio Estatal de Poesía María Luisa Ocampo y, en 2008, el Estatal de Poesía Ignacio Manuel Altamirano. Ha sido, además, becaria del PECDA en dos categorías.
Guerrero apuesta en este título por una serie de historias que, como presencias alucinantes, conviven entre sí a cuatro niveles: con guiños históricos y referencias familiares, y con ejes rectores como la preeminencia lúdica del planteamiento, de la imagen y del equilibrio a través de un uso mesurado del lenguaje —y lo que este cuenta. Con el dominio de la brida y el pulso de quien conoce la ruta y dosifica sus ánimos, Guerrero emprende un recorrido lleno de hallazgos, claroscuros, historias, puntos de encuentro, ensoñaciones, apariciones del duelo y de la reconciliación, por cuyos entresijos la existencia rebasa la temporalidad del acto de leer; lo rebasa y, entonces, concluido el trayecto, queda su esencia en el lector, permea poco a poco en él ese diario híbrido a cuatro voces y desde cuatro puntos cardinales. Los mundos simultáneos de Días de sueños y pesadillas avizoran a una lectora que celebra su condición nómada a través de la mirada lenta, escudriñadora, que deviene brújula y remedio para lograr su objetivo.
Citlali Guerrero exhibe una necesidad apremiante de escribir, de contar las historias que la cuenten a ella y las que tienen a la imaginación como soporte. Lo que atrae al lector es la reunión de esa multiplicidad de sucedidos, de aconteceres ciertos que van, poco a poco, sumando puntos a favor para concluir con las dos piezas finales, en una revitalizante action paiting que se convierte en un estallido polifónico regido por la armonía. Es en esa síntesis, en ese gran fresco de sueños, muertes y resurrecciones donde se hace evidente la madurez de la autora, quien en ningún momento se deja llevar por la enumeración vana o el sentimentalismo ramplón.
Las cuatro secciones del libro (“Primera pesadilla”, “Segundo sueño y pesadilla”, “Tercera pesadilla” y “Cuarto sueño”) alcanzan en los últimos poemas, “Hay golpes en la vida” y “El tiempo de los muertos es el origen de mis sueños”, la culminación, el punto cumbre de un libro signado por el rigor, el dominio linguístico y del poema en prosa. Libro singular, sin duda, cuya genealogía nos regresa al inicio.
Vuelvo a mirar la portada solo para confirmar que en esos hilos, que son fuegos y reverberaciones, se anuncia, avasalladora, la fuerza de una estirpe.
Autores
Francisco Magaña
/ Paraíso, Tabasco, 1961. Poeta, traductor, artista visual y editor fundador de Ediciones Monte Carmelo. Una pieza suya pertenece a la colección de Milenio «El amor visto por el arte». Tradujo La noche inquieta, de Henri Michaux (UAQ, 2016) y Canción para la comida del ogro, de Edmond Jabès (Taberna Libraria, 2015). Algunos de sus títulos recientes son Querencias (Manosanta, 2018), Primer mundo (UAQ, 2019) y Fe (Cataria, 2020).
Hémin
/ Lachin, Kurdistán, 1921-1986. Poeta cuyo verdadero nombre era Sayyid Muhammad-Amin Shaijolislami Mukri. Fue uno de los poetas más destacados en lengua kurda durante el siglo XX.