5 diciembre, 2022

Simultáneo sucesivo, una experiencia
de conciencia ampliada

de Alejandra del Río Lohan | Reseñas

 
Rocío Cerón, Simultáneo sucesivo, EOLAS, León, España, 2022, 98 pp.

 

 
 
A la poesía de Rocío Cerón (Ciudad de México, 1972), el libro le queda estrecho; su poesía no está atrapada en este objeto. El libro acá es un soporte, entre varios, para una poesía que se expande, impulsada por la transformación. Sus poemas son ondas que fluyen desde el centro de la idea, exploraciones en búsqueda del sonido, para seguir derroteros insospechados, sin despreciar ninguna dimensión expresiva dentro de la palabra “poesía”. Mientras más estados se permita el verso, mayor será su alcance. Toda su obra habla de contaminaciones, préstamos, mutaciones y permisos. La materia poética no es inerte ni fija, se recrea a sí misma hasta el infinito.

Como la energía se vuelve sonido, luz y color, así el proyecto de Cerón se replica en distintas disciplinas. Parte de un núcleo de investigación común para entregarse al proceso transformador que produce libros, performances y podcast más a la manera de una artista plástica, con esa metodología de producción, que de una poeta. Aunque sin duda Cerón es la más lírica de todxs lxs poetas experimentales que conozco, por su lírica es que se la respeta y por su performance se la admira. Su poesía se genera en el éxtasis más profundo; bien podría llamarse de percepción ampliada, rica en figuras literarias de la contradicción y el misterio, pero, al mismo tiempo, cuida las formas y el artificio de las distintas puestas en escena.

En este proceso de estira y afloja, de máxima concentración para ser coherente en el traslado de un lenguaje a otro, pasa que algunas características del arte performático, los trabajos con la voz física, pasan a influir la escritura, la voz del texto poético base. Abre la lectura un poema visual que plasma solo la puntuación de un conocido cuento de Borges. Se deja la puntuación, se sacan las palabras. Esta será la única puntuación narrativa que veremos en este libro; su texto transcurre con base en frases y oraciones cortas que arman la imagen y, a lo más, sugieren contextos. Sin adorno, sin comentario; a la manera de un guion pero desprovista de historia, solo mostrando la experiencia del sonido —intentando definirla, quizá, desde lugares conocidos como la infancia o los ruidos de la calle— pero con una clara intención de síntesis, como quien ha reflexionado bastante sobre una experiencia particular y domina el arte de crear aforismos acerca de una materia que ya tiene internalizada.

En ese sentido, la búsqueda confirma las intuiciones surgidas en el encuentro matriz con el sonido, para las que el poema llega a ser su primer estado de la materia. Pero, cuidado: esta forma escrita de la intuición del sonido viene influida por su versión sonora. El sonido, en el que se convertirán las letras de molde, escribe el poema. De igual forma, en la performance el texto cobra relevancia al intercalar momentos de lectura clásicos, de los que Cerón no se quiere desprender como buena poeta que es, con irrupciones, deconstrucciones y ampliaciones del mismo texto. Esto produce el raro efecto de transformación de la materia poética y que tan bien está expresado en el oxímoron que le da nombre al libro —libro expandido, quiero decir—, este “simultáneo sucesivo”.    

Si me preguntaran qué es el sonido, diría que lo “simultáneo sucesivo”. La expresión me hizo recordar una meditación que he practicado varias veces, y por la cual debemos alinear nuestras percepciones a la sensación de que todas las manifestaciones aprehendidas por los sentidos ocurren en forma simultánea. “Simultáneos, los lenguajes de las cosas hablan”, dice un verso increíble de Cerón que podría describir el efecto de esta meditación. Cerrando los ojos, el sonido comienza a tomar mayor protagonismo. Los ruidos ambientales empiezan a mostrarse por capas, una por una; mientras más atentos, más ruidos escucharemos, todo en simultáneo, haciendo imposible el silencio. Y ese mundo sonoro está ocurriendo al mismo tiempo que el de los otros sentidos: lo que hueles, saboreas o sientes en la piel. Dar cuenta de esta simultaneidad de lo percibido es darse cuenta de la unidad del mundo y de uno mismo como parte integrante de ella, en tanto esa unidad se reconozca. Y así se expande la conciencia: entramos en un estado de conciencia ampliada, que es lo que se pretendía con tal meditación.

Pues bien, cuando usted recorra este libro por todos sus estados —y mejor si lo hace predispuesto a la experiencia, cerrando los ojos en concentración y presencia plena—, entrará también en estados de conciencia ampliada. El tiempo se detiene, la mente se aquieta, la respiración se coordina, el presente es todo. Un estado de salud, de descanso para la mente. Ese es el influjo que esta poesía ejerce en cuanto se la empieza a escuchar, pero a escuchar bien, capa por capa, sentido por sentido, emoción tras emoción.

Más que a leer un libro, lo que Rocío Cerón nos invita es a sumergirnos en una experiencia expandida con la poesía. Y, gracias a esta experiencia, encontrar beneficios olvidados que obteníamos de ella antes de que la encerrarámos en libros.


Alejandra del Río Lohan / Santiago de Chile, 1972. Poeta, artista visual y performer. Es autora de los libros El Yo Cactus (1994), Escrito en Braille (1998), Material Mente Diario (2009), Dios es el Yotro (2010), Llaves del pensamiento cautivo (2015) y Dramatis Personae (2018).