febrero 2023 / Inéditos

Sabremos qué es la combustión espontánea

 
1

Lo que te estuvo persiguiendo ayer
no era una gallina.
Tus pies no tropezaron
con el coche de los niños.
Lo que te hizo temblar y salpicar a otros con el agua de tu vaso
fue algo pequeño y simple.

No era, pero se le parecía.
Culeca, loca
te perseguía sin cabeza y daba miedo.
Con el rabillo del ojo la adivinabas en cualquier sitio.

Pero ella es más poderosa que cualquier ave.
Calladita se alimenta de todo a su paso.
Sus movimientos comienzan lentos
imperceptibles de tan lentos
hasta que un día no hace falta buscarla:
está ahí ocupándolo todo.

 
 
2

Hoy maté un cerdo en el taxi colectivo.
No una hormiga o una mosca
ni siquiera un ratón.
Un cerdo.
Tuve la sospecha de que no sería fácil
pero no imaginé que pelearía tanto.

Tiró patadas, mordidas.
Se sacudía y chillaba como loco.

No sentí pena por él. Solo admiración.
De no haberlo cogido por sorpresa
me habría ganado.

El resto del trayecto
contemplé el paisaje por la ventanilla.

Cuando llegué a mi destino
le pagué al chofer
y nos deseamos un buen día.

Sonreí.
Hacía un tiempo maravilloso.

 
 
3

Sentados en la playa en flor de loto
decretaron con un mantra:
“queremos que exista la reencarnación”.

Ommmm con toda su energía
Ommmm con infinito amor
hacia el universo y el creador.

Se verán entonces reencarnados
dentro de 2000 años
cuando todo lo que iba a salvarlos,
ciencia, ovnis, Chthuluceno, sororidad,
se haya ido al carajo.

Resucitarán deshidratados
entre hectáreas de piras
caminos de cadáveres
pinchando el botoncito inútil
saca balas
saca patadas
pinc pinc pinc infinito
muriéndose de sed.

Volverán
no en una cabina con aire acondicionado
sino pequeñitos
renacidos de entre las células muertas de toda su generación
sin saber qué hacer, qué decir.

Todos los cristos sangrantes de sus abuelos
sus tanques de guerra
sus derechos humanos
todo el yoga de sus padres conversos
sus banderas multicolores
les regalarán la más potente de las impotencias.

Así los deseo:
reencarnados en el yermo,
baldíos y zombis
y que no mueran.

Los deseo siempre verdes
siempre vivos.
Lo mejor para ustedes:
nunca mueran.

Bienvenidos, budas, al futuro.

 
 
4

El universo domesticado de X y Z
será destruido por un poderoso godzilla.

Érase una vez un niño que jugaba.
Ese universo salvaje será domado
por un más poderoso godzilla.

Había una vez los monjes de un convento.
Su universo cuadricular   
con todo y la cruz central del pueblo y de su atrio
será quemado por un omnipotente godzilla.

Un asceta llamado el estilita.
Sus altas elevadas
larguísimas intenciones
serán zarandeadas por un poderoso godzilla.

Hace mucho tiempo un Sansón
con dorados y crecidos rulos.
Pero hay tijeras, prefecto y reglamento interno.
Sus rizos serán cortados por un dios godzilla.

Cuentan
era godzilla una creatura de plástico
con la que juegan los niños
a destruir maquetas.
Sus juegos serán prohibidos
por godzilla el arquitecto
de un mundo que inicia ya su fuego
en la hoguera de todas las ciudades.

 
 
5

Con un cerillo hicimos un fuego pequeño.
Logramos uno más grande
prendiendo la caja de fósforos.
Para obtener una hoguera
pusimos la caja encendida sobre la mesa.
La mesa incendió la casa
y la casa, la ciudad entera.

El cerillo soñó que era un incendio.
Al despertar ignoraba si era un cerillo que había soñado ser un incendio
o un incendio que había soñado ser un cerillo.

Cuando nosotros despertemos
sabremos qué es la combustión espontánea.

 
 
6

Todo empezó con pequeñas hogueras.
Apenas se las podía ver a lo lejos.
Dispersas
más que fogatas parecían espejismos,
luciérnagas extraviadas.

No es que en sí fueran pequeñas
pero así se las nombró
por lo que se quemaba en ellas:
los ídolos liliputienses
sus insignificantes templos
sus minúsculas casas.

Poco a poco las hogueras crecieron
hasta quemar en la cara.
Fueron los tiempos de la Gran Hoguera.
De ella sabemos el humo que nos cierra los ojos.

 
 
7

El 11 de junio pudo haber nacido el bebé más hermoso del mundo, porque parece mandatorio que el hijo de cada uno sea el más especial.

El mío no nació.

En su lugar, en el año de 1963, otra clase de belleza daría a luz en el cruce entre Phan Dinh Phung y Le Van Duyet.

 
 
8

Cuando dejo de hablar
el cuerpo habla por mí.

Pero no es por otros que quiere ser oído.
Sin lenguaje de señas
ni coreografías para el público
gesticula hacia adentro.

Aunque sigue funcionando
se dedica a perderme
el qué y para qué de cada miembro
y de una sacudida me lanza de la casa.

A puerta cerrada
con las cortinas bajas
no alcanzo a ver nada
solo oigo que tira la loza
patea los muebles
golpea los muros con martillos.

Quiero forzar la manija
pero es en balde.

Desde afuera siento cómo se transforma.
Me muerde.
Tiene mandíbulas fuertes.
Quizá se ha convertido en una colonia de hormigas,
una araña gigante,
no lo sé.
De lo que estoy segura
es de que crece,
se expande en mí como un hijo.
Se hospeda
me atraviesa desde el recto
hasta la punta de la lengua.

Cuando no puedo hablar
soy el mejor inquilino.

 
 
9

Algo es distinto los domingos.
En los parques, por ejemplo,
el llanto de los bebés parece no molestar
y los papás son el mejor padre, la mejor madre.
Los niños son de la comunidad:
todos los quieren, los cuidan,
comparten sus sándwiches con hijos de desconocidos.

La gente convive.
Imagine all the people.
Y people es el pueblo blanco
que extiende sobre el pasto sus manteles
como banderas de paz.

Incluso a mí me agrada la proximidad
del perro que llega a olerme el culo
porque estoy menstruando.
“Uy, pero qué lindo” y acaricio su cabeza.

El lunes, el parque se llena de moscas.
Huele a moras derrochadas en la tierra,
a sangre de animal cazado.

Sin duda, son muy distintos los domingos.
En los museos, la entrada es gratis.

 
 


Autor

Noemí Moreno

/ León, Guanajuato, 1983. Artista visual y poeta. Investiga y practica psicoanálisis en diálogo con otras disciplinas desde una perspectiva decolonial. En @noemit_moreno sube su trabajo de fotocollage. Estudió una maestría en la UAM-Cuajimalpa sobre violencia, discurso y representación.

febrero 2023