Un artefacto extraño brilla en la negrura.
Alguien reclamó su derecho de tránsito
y una nueva dirección apenas se revela.
Luego por las noches, la avenida cambia su sentido,
flota la basura espacial cerca de Omega.
A veces hay ceguera en las pasajeras,
a veces anhelos cautivos.
En el espacio profundo no hay luces
que marquen el destino,
no hay semáforos en rojo
que detengan la odisea de las tripulantes.
Pasamos ratos juntas, nos parecemos,
pero yo soy de marzo y ella, de julio.
Ayer vi a Marcela,
me gusta el timbre de su voz,
me recuerda que no soy la única,
ese trino en el jardín me da la certeza
de que existe algo parecido a una parvada.
En tres meses construyes puentes
indestructibles.
Ella sobrevivió a la demolición de un árbol,
igual que yo.
Un jueves por la tarde descubrimos
madrigueras de hierbabuena,
masticamos sus hojas picantes
mientras el día crecía verticalmente.
Nunca quisimos
que se hiciera de noche,
pero los días así de inclinados
no duran tantas horas.
No hay testigos que cuenten la historia,
que nos dieran señales,
coordenadas precisas,
mapas interestelares.
Todo forma parte del mismo naufragio.
imaginaria al comedor, a la sala, luego al cosmos.
Mi casa de la infancia,
ese fantasma amarillo
que dibujé en los
cuadernos de primaria.

Autor
Gabriela D’Arbel
/ Guadalajara, Jalisco, 1970. Poeta y editora. Maestra en Literatura por el Centro Universitario de Arte (Universidad Autónoma de San Luis Potosí). Está incluida en las antologías de poesía Minibichiario (2012) y Alebrije de palabras. Escritores mexicanos en breve (2013). Autora del libro Morfología de las fracturas (2016, mención honorifica en el Premio Estatal 20 de noviembre), Biología en fuga (2014, 2016), Sobre los restos de un mapamundi (2016), Vientre de un elefante violeta (2019), Enterprise (2022) y Fotogramas (2022).