Versiones del alemán al español por José Luis Gómez Toré
Coral del hombre Baal
1
Cuando en el blanco seno de su madre crecía Baal
Ya era el cielo tan grande y silencioso y pálido
Joven y desnudo y en extremo asombroso
Como a Baal le gustaba, cuando vino Baal.
2
Y siguió el cielo así en el goce y la pena
Aun cuando Baal dormía, feliz, sin poder verlo:
Por la noche, violeta, y borracho, Baal
Al alba, sobrio; aquel, color de albaricoque.
3
Entre la vergonzosa multitud pecadora
Baal yació desnudo y, en paz, se revolcó:
Sólo el cielo, pero siempre el cielo
Poderoso cubrió su desnudez.
4
Todos los vicios son buenos para algo
–Dice Baal–. También aquel que los comete.
Ya se sabe que los vicios son lo que se desea:
Escoged dos: ¡que uno es demasiado!
5
No seáis tan perezosos y tan flojos
¡Pues gozar no es, por Dios, nada fácil!
Se necesitan miembros fuertes y también experiencia:
Y estorba a menudo un vientre grueso.
6
Parpadea Baal al ver los gordos buitres
Que en el cielo estrellado esperan su cadáver
A veces se hace el muerto. Un buitre baja
Sin decir nada, Baal se cena un buitre.
7
Bajo sombríos astros en el valle de lágrimas
Baal, haciendo ruido, pace los anchos campos.
Cuando no queda nada, sin prisa baja Baal
A dormir, mientras canta, al bosque eterno.
8
Y cuando se ha mudado Baal al seno oscuro:
¿Qué es para él ya el mundo? Se quedó satisfecho.
Tiene Baal tanto cielo bajo el párpado
Que todavía, muerto, bastante cielo tiene.
9
Cuando en el seno oscuro de la tierra se pudría Baal
El cielo era aún tan grande y silencioso y pálido
Joven y desnudo y en extremo asombroso
Como a Baal le gustaba, cuando había un Baal.
Leyenda navideña
Hoy que es la Nochebuena
Nos sentamos los pobres
Dentro de un frío cuarto.
El viento entra y se marcha.
Querido Señor Jesús, ven con nosotros:
Mira que Te necesitamos de verdad.
Nos sentamos hoy alrededor
Como en los oscuros tiempos paganos.
La nieve cae sobre nuestros huesos:
La nieve quiere entrar a toda costa.
Nieve, entra con nosotros, ¡y no se hable más!
Tú tampoco tienes sitio alguno en el cielo.
Preparamos un aguardiente
Así hace menos frío y se lleva mejor.
Un recio aguardiente preparamos.
Sin rumbo, entre las chozas, ronda una gruesa bestia.
Ven, bestia, con nosotros: date prisa.
Hoy tampoco tenéis un establo caliente.
Metemos la chaqueta en el fuego
¡Entonces todos tendremos más calor!
Entonces casi se quemarán las vigas.
Tendremos frío sólo a la madrugada.
Ven, querido viento, sé nuestro invitado:
Porque Tú tampoco tienes un hogar.
Segundo final de cuatro cuartos
Señores que enseñáis que seamos honrados
Y cómo evitaremos el pecado y el crimen
Primero debéis darnos de comer
Luego podéis hablar: comencemos por eso.
Los que amáis vuestra panza y nuestra honestidad
A ver si os enteráis ya de una vez:
Podéis darle todas las vueltas que queráis
Lo primero es zampar y, después, la moral.
Lo primero es que los pobres también puedan
Cortar su trozo del pastel.
Pues ¿de qué vive el ser humano? De atormentar sin pausa
Al ser humano, de robar, asaltar, ahogar y devorar.
Sólo así vive el ser humano, olvidando del todo
Que, sin embargo, es un ser humano.
Señores, no seáis unos ilusos:
El ser humano sólo vive del crimen.
¿Nos enseñáis cuando debe una mujer
Levantarse la falda y apartar la mirada?
Primero debéis darnos de comer
Luego podéis hablar: ¡comencemos por eso!
Los que os guardáis el goce y nos pedís pudor
A ver si os enteráis ya de una vez:
Podéis darle todas las vueltas que queráis
Lo primero es zampar y, después, la moral.
Lo primero es que los pobres también puedan
Cortar su trozo del pastel.
Pues ¿de qué vive el ser humano? De atormentar sin pausa
Al ser humano, de robar, asaltar, ahogar y devorar.
Pues así solo vive el ser humano, olvidando del todo
Que, sin embargo, es un ser humano.
Ay, señores, no seáis unos ilusos:
El ser humano sólo vive del crimen.
Sobre la denominación de emigrantes
Siempre me pareció falso el nombre que nos dieron: emigrantes.
Eso quiere decir expatriados. Pero nosotros
No abandonamos una patria por decisión propia
Escogiendo otro país. Tampoco emigramos
A un país para permanecer allí, quizás para siempre.
Sino que huimos. Expulsados es lo que somos, desterrados.
Y no podrá ser un hogar, sino exilio, la tierra que nos acogió entonces.
Así que nos sentamos intranquilos, lo más cerca posible de las fronteras
Esperando el día del regreso, acosando a cada recién llegado
Con preguntas, no olvidando nada y no renunciando a nada
Y tampoco perdonando nada de lo ocurrido, no perdonando nada.
¡Ay, la calma del Sund no nos engaña! Hasta aquí llegan los gritos
De sus campos de concentración. Nosotros mismos somos
Casi como rumores de crímenes que hubieran escapado
Por la frontera. Cada uno de nosotros, al cruzar
Entre la multitud con los zapatos rotos
Es testigo de la infamia que ahora cubre nuestra tierra.
Pero ninguno de nosotros
Permanecerá aquí. La última palabra
Todavía no ha sido dicha.
Una película del cómico Chaplin
A un bistró del Boulevard Saint-Michel
Vino en una lluviosa tarde otoñal un joven pintor
Bebió cuatro, cinco de esos aguardientes verdes y contó
A los aburridos jugadores de billar un estremecedor reencuentro
Con una amante de antaño, una delicada criatura
Ahora esposa de un adinerado carnicero.
“Rápido, señores míos”, imploró, “¡por favor, la tiza
Que usan para su taco!” Y arrodillándose en el suelo
Intentó, con mano temblorosa dibujar su imagen
A ella, la amante de días ya idos, desesperadamente
Borrando lo que había dibujado, comenzando de nuevo
Deteniéndose otra vez, mezclándolo con otros rasgos
Y murmurando: “Ayer todavía me la sabía de memoria”.
Los clientes, entre insultos, tropezaban con él. Enfadado el dueño
Lo agarró del cuello y lo echó, pero en la acera él
Negando con la cabeza, no dejaba de perseguir con la tiza
Los rasgos que iban desvaneciéndose.
* Poemas pertenecientes a No pudimos ser amables. Antología poética (1916-1959) de Bertolt Brecht (Galaxia Gutenberg, 2023). El PdeP agradece al traductor José Luis Gómez Toré y al sello español esta muestra.

Autor
Bertolt Brecht
/ Augsburgo, Alemania, 1898 – Berlín, Alemania, 1956. Poeta y dramaturgo. De ideas afines al marxismo, Brecht fue perseguido por los nazis desde el ascenso de Hitler al poder, en vista de lo cual se exilia en Dinamarca y, luego, en Suecia y Finlandia. Al término de la Segunda Guerra Mundial se instala en Berlín del Este, en la República Democrática Alemana, donde residió hasta su muerte. Entre sus obras más célebres se encuentran La ópera de los tres centavos, Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny y Terror y miseria del Tercer Reich.