febrero 2023 / Traducciones

¿Para qué usos profundos sirve el lenguaje?

 
Versiones al español de Alfredo Núñez Lanz
 
 
Edgar Lee Masters (1868–1950) fue un abogado, dramaturgo, novelista y poeta estadounidense. Oriundo de Petersburg, el área central de Illinois en la que creció fue especialmente venerada por su asociación histórica con Abraham Lincoln. Usando una variedad de seudónimos para evitar posibles perjuicios a su práctica legal, Masters comenzó a publicar en revistas. Para 1915 había publicado cuatro libros de poesía, siete obras de teatro y una colección de ensayos, pero ninguno de ellos recibió atención por parte de la crítica.

Siguiendo el consejo del editor de Reedy’s Mirror, William Marion Reedy, Masters comenzó a experimentar con la forma poética, tomando como base el recuerdo de algunas personas que había conocido en su niñez. El resultado fue Spoon River Anthology, un conjunto de 250 epitafios que conforman el cementerio imaginario de Spoon River. Mezclando formas clásicas con estructuras innovadoras, esta serie de poemas criticaba duramente el sueño americano, hablaba con franqueza sobre el sexo, retrataba la decadencia moral y la hipocresía del sur de Estados Unidos. Este cementerio poblado de voces fantasmales que hablan con rencor, unas veces con afán de venganza o de forma reflexiva —y otras, ostentando la misma necedad que los caracterizó en vida—, fue un éxito sin precedentes. Durante 1915, el mismo año de su publicación, agotó catorce reediciones.

Tomando como referente la Antología palatina, los seres de Spoon River Anthology hablan desde la tumba, el único lugar donde pueden expresarse sin atavismos y con esa libertad que les confiere la muerte como denominador. Inspirándose en los epigramas clásicos, Masters hacía que sus muertos recitaran sus discursos en verso libre —una forma de poesía que, aunque iniciada por Walt Whitman muchos años antes, aún no había ganado aceptación popular—. La moda literaria de fines del siglo XIX consideraba a los pueblos y pequeñas ciudades como baluartes de los valores estadounidenses, pero Masters retrató a los pobladores de su cementerio como adúlteros, prostitutos, ladrones, víctimas de abortos fallidos, incluso intelectuales incomprendidos: una galería de personajes que se aluden entre sí. El escándalo por la actitud contundente del volumen hacia el sexo y su comentario sobre la moral de un pueblo se extendió rápidamente fuera de la comunidad literaria, conquistando miles de lectores.

Aunque Masters publicó muchos más libros, incluidas seis novelas, seis biografías y una secuela, The New Spoon River (1924), nunca logró escribir otro volumen que igualara el éxito de su primer cementerio imaginario. Quizá la razón por la cual los libros posteriores de Masters fracasaron radica en su tendencia a exponer sus puntos de vista políticos. Con todo, su poesía refrescó el vanguardismo de la época y despertó la admiración de poetas como Ezra Pound, quien tras la publicación de la Spoon River Anthology, comentó en The Egoist: “Al fin. Por fin Estados Unidos ha descubierto un poeta. Por fin, el oeste americano ha producido un poeta lo suficientemente fuerte como para evadir el clima, capaz de tratar la vida directamente, sin circunloquios, sin frases resonantes sin sentido”.

El poema “Silencio” fue escrito antes de la Spoon River Anthology; se publicó en el número cinco de Poetry. A Magazine of Verse en febrero de 1915.

— Alfredo Núñez Lanz

 

Silencio

He conocido el silencio de las estrellas y del mar,
y el silencio de la ciudad cuando se detiene,
y el silencio de un hombre y una mujer,
y el silencio por el que solo la música encuentra su palabra,
y el silencio de los bosques antes de los vientos de la primavera,
y el silencio de los enfermos
cuando sus ojos deambulan por la habitación.
Y pregunto: ¿para qué usos profundos sirve el lenguaje?
La bestia del campo brama unas pocas veces
cuando la muerte se lleva a su cría.
Y nosotros nos quedamos mudos ante realidades
de las que no podemos hablar.

Un chico curioso le pregunta a un viejo oficial
sentado frente a una tienda de abarrotes:
“¿Cómo perdiste la pierna?”
Y el viejo soldado se queda herido de silencio
o su mente vuela lejos
porque no puede concentrarse en Gettysburg.
Y vuelve jocoso
y le dice: “Un oso me la comió”.
Y el chico duda, mientras el viejo soldado
mudo, débil, revive
los fogonazos de los revólveres, el trueno del cañón,
los gritos de los caídos,
y se ve a sí mismo tirado en el suelo,
y a los cirujanos del hospital, los cuchillos,
y los largos días en cama.
Pero si pudiera describir todo esto
sería un artista.
Pero si fuera un artista tendría heridas más profundas
que él no podría describir.

Hay el silencio de un gran odio,
el silencio de un gran amor,
y el silencio de una profunda paz interior,
y el silencio de una amistad traicionada,
está el silencio de una crisis espiritual,
a través de la cual, el alma, exquisitamente torturada,
llega a visiones que no pueden pronunciarse
en un reino de vida superior.
Y el silencio de los dioses que se entienden sin hablar,
está el silencio de la derrota.
Hay el silencio de los injustamente castigados;
y el silencio de los agonizantes cuya mano
de pronto aprieta la nuestra.
Está el silencio entre padre e hijo,
cuando el padre es incapaz de explicar su vida,
y por eso mismo es incomprendido.

Hay el silencio que nace entre marido y mujer.
Hay el silencio de aquellos que fracasaron;
Y el vasto silencio que cubre
naciones rotas y líderes vencidos.
Está el silencio de Lincoln,
pensando en la pobreza de su juventud.
Y el silencio de Napoleón
luego de Waterloo.
Y el silencio de Juana de Arco
diciendo en medio de las llamas: “Jesús Bendito”,
revelando en dos palabras toda tristeza, toda esperanza.
Y hay el silencio de la vejez,
tan lleno de sabiduría que la lengua no pronuncia
palabras inteligibles para aquellos que no han vivido
la gran extensión de la vida.

Y está el silencio de los muertos.
Si nosotros, que estamos vivos, no podemos hablar
de experiencias profundas,
¿por qué asombrarse de que los muertos
no nos hablen de la muerte?
Su silencio podrá ser interpretado
al acercarnos a ellos.

 

Silence

I have known the silence of the stars and of the sea,
And the silence of the city when it pauses,
And the silence of a man and a maid,
And the silence of the sick
When their eyes roam about the room.
And I ask: For the depths,
Of what use is language?
A beast of the field moans a few times
When death takes its young.
And we are voiceless in the presence of realities —
We cannot speak.

A curious boy asks an old soldier
Sitting in front of the grocery store,
“How did you lose your leg?”
And the old soldier is struck with silence,
Or his mind flies away
Because he cannot concentrate it on Gettysburg.
It comes back jocosely
And he says, “A bear bit it off.”
And the boy wonders, while the old soldier
Dumbly, feebly lives over
The flashes of guns, the thunder of cannon,
The shrieks of the slain,
And himself lying on the ground,
And the hospital surgeons, the knives,
And the long days in bed.
But if he could describe it all
He would be an artist.
But if he were an artist there would be deeper wounds
Which he could not describe.

There is the silence of a great hatred,
And the silence of a great love,
And the silence of an embittered friendship.
There is the silence of a spiritual crisis,
Through which your soul, exquisitely tortured,
Comes with visions not to be uttered
Into a realm of higher life.
There is the silence of defeat.
There is the silence of those unjustly punished;
And the silence of the dying whose hand
Suddenly grips yours.
There is the silence between father and son,
When the father cannot explain his life,
Even though he be misunderstood for it.

There is the silence that comes between husband and wife.
There is the silence of those who have failed;
And the vast silence that covers
Broken nations and vanquished leaders.
There is the silence of Lincoln,
Thinking of the poverty of his youth.
And the silence of Napoleon
After Waterloo.
And the silence of Jeanne d’Arc
Saying amid the flames, “Blessed Jesus” —
Revealing in two words all sorrows, all hope.
And there is the silence of age,
Too full of wisdom for the tongue to utter it
In words intelligible to those who have not lived
The great range of life.

And there is the silence of the dead.
If we who are in life cannot speak
Of profound experiences,
Why do you marvel that the dead
Do not tell you of death?
Their silence shall be interpreted
As we approach them.

 

Edgar Lee Masters Edgar Lee Masters The Philippine Conquest Antiwar


Autor

Edgar Lee Masters

/ Kansas, Estados Unidos, 1867 – Pensilvania, Estados Unidos, 1950. Poeta, narrador, dramaturgo y ensayista. Ejerció diversos oficios como abogado y cobrador en el ramo de la energía eléctrica. En 1915 publicó The Spoon River Anthology, libro de mención obligada para la poesía occidental moderna y que, muy pronto, le valió el reconocimiento internacional. Fue autor de más de una veintena de títulos de poesía, entre los cuales se encuentran A Book of Verses (1898), The Open Sea (1921) y Along the Illinois (1942).

febrero 2023