junio 2023 / Reseñas

Entre el miedo y la esperanza

 
Silvia Pratt, Poeglíficos, Secretaría de Cultura y Turismo del Estado de México, México, 2021, 95 pp.

Si los jeroglíficos son un sistema de escritura apoyado en grabados y dibujos, Silvia Pratt (Ciudad de México, 1949) ha logrado construir una serie de cantos que ofrecen imágenes como golpes o caricias. En una época en que la pobreza del lenguaje está a punto de llegar a la miseria, Pratt nos da una rica esperanza con sus Poeglíficos.

Ernesto de la Peña declaró hace casi veinte años que güey, mamón, onda y otras pocas palabras, altisonantes o no, estaban entre las únicas 85 que usaban los jóvenes. El escritor y lingüista ya no pudo ver cómo aquel vocabulario de 85 palabras se ha reducido aun más porque existen los emoticones. Para nuestra fortuna, con un vocabulario ajeno a los socorridos temas del aquí y ahora, Pratt opta por aquellos conceptos que laten en la historia de la humanidad: la muerte, el amor, la soledad. Ya Jaime Sabines decía que éstos eran sus “viejos alucinantes”, y nada más fresco que aquellas “tres heridas” de Miguel Hernández: el amor, la vida, la muerte.

Me ha conmovido leer el poemario de Pratt, entre otras cosas, porque ratifica mi idea de que no hay asuntos rancios. Éstos tienen que ver con la forma en que cada lector reverdece. Atenta a las necesidades de la cotidianidad, Pratt apuesta a cuatro aspectos en los que divide el libro: “Poefanías”, “Cosmofanías”,  “Petrofanías” y  “Epifanías”. Y logra un juego redondo.

Se trata de un libro tan pensado como sentido. Imposible creer que su musa haya pasado al igual que en los cuentos. No, por aquí pasó la emoción y la entrega al trabajo. En cada apartado encontramos, por ejemplo, elementos de la naturaleza que brillan de manera individual o mezclada:

Infratierra, arcillez de arcilleces.
Infrarrío, añil de añiles.
Infraviento, grisura de grisuras.
Infrafuego, rojedad de rojedades.

La poesía como el cosmos casi inaprensible, la piedra bíblica, el dios viento y el fuego que devora. Todo está en la visión de la poeta, que los aprehende como un reto. Hay en ella, lo he dicho en más de alguna ocasión, un misticismo adherido a la vida; sus versos poseen un ritmo que nos hace ir de uno a otro sin cesar. Al concluir cualquiera de sus obras, quedan dudas, inquietudes, placeres y deseos al aire, palpitantes.

Varios de los trabajos de esta intérprete-traductora, quien ha recibido la Condecoración de la Orden de los Francófonos de América y que radica desde hace décadas en el Estado de México, han provocado cuestionarnos sobre el hecho inevitable y democrático de la muerte. Sin embargo, en esta nueva publicación brinda luz para que, antes de partir, mantengamos nuestras promesas con nosotros mismos.

En cuarto menguante
nos mecemos en la incertidumbre del vacío.

En cuarto creciente
nos mecemos en la certidumbre de la luz.

Siempre así,
transitando entre lunarios.

Siempre en espera de la quinta luna
el caldero donde se gesta el agua viva.

Cómo no podría gustarme la poesía de Pratt si me recuerda lo terrenales que somos. A través del tiempo he pensado en su condición etérea, pero siempre termina poniendo las palabras en su lugar. O lo que es más: domándolas y seduciéndolas. Profesional de la vida diaria: responsable, cumplida, puntual, elegante, educada… Así es su creación poética. Ambas caras son su mutuo y fiel reflejo. (Lo subrayo porque también existen los reflejos infieles.) Pratt nunca ofrece una palabra de más, una edición fuera de tiempo.

Los poetas tienen la capacidad de revelarnos vivencias trastocadas por el tiempo, pero con intensidad propia. Nuestra autora escribe un par de versos que los lectores podrían repetir como suyos: “A muy temprana edad/ mis dedos develaron la caja de infortunios”. Luego de leerlos, recordé a tantos sobrevivientes de mil cosas, sobre todo de su misma infancia. A fin de cuentas, “la poesía no es de quien la escribe sino de quien la necesita”.

De ahora en adelante,
seré como las rocas
porque los vientos y las tormentas
erosionan mi cuerpo.
Pero aún no devastan mi médula.

Para algunos, existen palabras construidas en la vorágine del tiempo. Es aquí donde está la poesía, y en esta obra puede palparse en medio de nuestras batallas cotidianas.

Si este libro resulta entrañable por su capacidad de recuperar la belleza y el amor en medio del dolor y del miedo, debo confesar que también me sobresalta. Gracias a Silvia Pratt, adquirimos conciencia de los cuatro jinetes del Apocalipsis; pero asimismo, junto con esa conciencia, la armadura que nos protege de ellas:

Útero nutricio:
Ruega por nosotros.
Urna para los difuntos:
Ruega por nosotros.
Tierra primigenia:
Ruega por nosotros.
Tierra postrera:
Ruega por nosotros.
Tierra prometida:
Ruega por nosotros.

Autor

Lucía Rivadeneyra

/ Morelia, Michoacán, 1957. Poeta y periodista. Desde 1981 es profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Ha ejercido el periodismo en medios de circulación nacional y colaborado con diversos textos académicos. Ha obtenido los Premios Nacionales de Poesía Elías Nandino, Enriqueta Ochoa y Efraín Huerta. Autora de varios libros entre los que se encuentran Rescoldos, En cada cicatriz cabe la vida, Robo calificado, Rumor de tiempos y De culpa y expiación. En 2020, se editó la antología bilingüe In ogni cicatrice c’ è la vita, en traducción al italiano de Emilio Coco. En 2023 recibió el Reconocimiento Sor Juana Inés de la Cruz que otorga nuestra Máxima Casa de Estudios.

junio 2023