Bajo tierra
Nacieron con la tierra
a la vista. La savia brillaba
hasta la raíz, y los ríos abrazaban
las islas. Esta arritmia viene
de la rabia heredada. La ciudad una fisura,
y el intento de oír
un río. Aguas divididas,
mordidas entre rejas. Yo pido una estrategia,
insisto: hay poco tiempo para mudar las nubes
antes de que las entuben en secreto.
Floresta
De lejos la furia, de cerca un surco
en la tierra. Se termina una tradición,
y no empieza ninguna. Que los mares,
que la luna. Que decir por decir
y que decir las grandes cosas: lo mismo
de siempre más o menos
actualizado. Me ausento de a ratos,
sueño con avalanchas. Un taladro
me despierta. Quién construyó
Tebas: no sé. Quién destruye Floresta:
sí sé. Dale, sin trampas: ¿qué hacemos?
En este tercer piso aire, falta;
pasto, falta. ¿Qué no? Sobra sol
para tan poco templo. Si no es la tierra,
¿qué tenemos en común? Y qué
si me rebelo y me dedico a cuidar
este jardín, por ejemplo. Cortar yuyos.
Lavanda: florecida; menta: altísima.
El instinto serpiente
qué me importa que duela
hoy besar es urgente
Gabo Ferro
Vuelve el instinto serpiente:
se multiplican las pieles,
sin veneno nos envuelven.
¿Ansiedad o excitación?
Morder a otres, no a vos.
Vuelve el instinto serpiente:
la cicatriz quiere sal,
la de la lengua que besa.
Escuchar
es decir: devolverle
al silencio su terquedad, es decir,
reunirnos como parientes
que se encuentran, se miran
y se reconocen, es decir,
para cuidarnos,
es decir, con la generosidad
de les poetas, que intentan aprender
formas nuevas, más amables, es decir,
de esto
se trata escuchar.
La palabra
a Ezequiel Z.
La palabra más cruda, el peso
más sagrado. Estar en la cornisa
y que la superficie
sea el cuerpo, derecho, y no el borde
helado. Si el intento no sana, dar el salto
al presente: con un poema alcanza,
lectura panorámica, canción
que ya resuena. Es buena la memoria
cuando forja una alianza. Tu confianza
nos renueva, y la palabra es nuestra.
Sobre la tierra estamos
Es infalible: hueso contra hueso y es creíble
salir ileso de semejante golpe. El peso constante
del cuerpo, y el anhelo inconsciente de ser
guiado. Brazos en cruz para tragar, nervioso,
la luz como un insecto
cansado.
Las formas
tras el párpado se aclaran. Otra vez
sin alas, un bicho rechazado
por acercarse tanto.
Con la tierra
hicimos un pacto: si el cielo no es anzuelo,
a ella nuestro cuerpo intacto. Así abrazarnos:
el ramo de nervios
conectados, un hueso contra el otro;
fogonazos.
En la casa de la coincidencia
Amigues,
mirarles a veces
me descoloca.
Perdón
por solo involucrarme
con versitos.
Hay que quedarse quietes
para vernos más reales. La sinceridad viaja
al ras del piso.
De noche tengo
una linterna para saber
por dónde vamos, pero la uso
para ver nuestras marcas
de cerca. Siempre que intento ver algo
veo otra cosa. Amigues,
mirarles a veces
me descoloca.
Perdón por solo
buscar en las palabras
que están llenas
de agujeros. Nuestras marcas
parecen cicatrices porque laten.
Y se nubla. Una azalea cuelga
de la reja del balcón. La paloma
puso ahí a sus pichones,
en una maceta hasta arriba
colmada de tierra, sin huecos ni plantas;
una maceta
seca. ¿No encuentra los huecos tampoco?
¿Tan poco pide para su nido?
El sonido de estar
orgulloses, amigues,
es el silencio.
Escucharnos hablar
de lo que viene: las peleas y los hilos
que se cortan,
y duele vernos sin respuestas.
Nuestros antepasados
no conocían
nuestros problemas. Somos
de alguna manera
mejores: más capaces
de resolvernos. Porque nos reunimos
bajo un alero cuando llueve,
y nos miramos.
Ay, no entienden
que si no es intensa, la cosa
se deshace, si hoy no es mejor, mañana
no sirve.
Hace falta poesía
infiltrada. Hace falta poesía
fluorescente, que entre en el ojo
como azúcar.
Hace falta poesía que después
desordene.
Yo creo
en nuestras cicatrices,
en unos pichoncitos que veo nacer desde lejos,
en la sinceridad al ras del piso.
Creo en el alero
y en la lluvia
que nos amucha entre desconocides.
Autor
Matías Mendez
/ Floresta, Buenos Aires, Argentina, 1997. Poeta. Estudió Artes Audiovisuales en la Universidad Nacional de las Artes. Publicó La lucidez (2021).