mayo 2024 / Traducciones

en búsqueda de un futuro cualquiera

 
Versiones del portugués de Fermín Vilela.
 
 
herencia

mi abuelo
gomercindo gonzaga
era un hombre fuerte
manos capaces de arrancar
las piedras de la tierra
y las tejas de las casas
de los inquilinos atrasados
sin dejarse conmover
ni engañar
por el truco de los malandros
de las prostitutas
de los colonos que habían abandonado
el interior profundo
en búsqueda de un futuro cualquiera
en Taquara

mi abuelo
gomercindo gonzaga
jugaba con su dentadura
en un vaso tosco de vidrio
agitaba delante de nosotros
fajos de billetes
ordenados jerárquicamente —
de los pequeños cruzeiros
a los barones del río blanco
tan altaneros
tan seguros de sí mismos
con sus lanosos bigotes de nieve —
no me acuerdo de haber visto nunca
a mi abuelo tan feliz
como en esos momentos

después vendrían los tres derrames
los hijos que abandonarían
sus dos pedazos de campo
el morro de casas ilícitas
la pedrera en que solamente los negros
—y él—
aguantaban trabajar
modelados a la atrocidad de las piedras—
polvo entrañado
definitivamente
en sus carnes

tus hijos se convirtieron en profesores
gomercindo gonzaga
tu nieto
hombre de la ciudad moderna
está domesticado
mantiene los dientes saludables
es incapaz de ganar una mano de cartas
nudo sobre la cama
un martes por la tarde
mira al techo
paralizado
maquina tantos universos
mientras la lámpara
sigue quemada

heredé de vos
abuelo mío
tus huesos sólidos
tus ojos chiquitos
burlones y ladinos
manos capaces de rasgar piedras
(si hubiera piedras que rasgar)

algo
sin embargo
se perdió en el camino

a los treinta y cinco años
con mis dientes perfectos
no tuve el gusto
de morder la carne de la vida
no vi brillar el amor comprado
en los ojos de una mujer
no levanté las paredes de este cuarto

los callos de mis manos
son mera herencia
de los hierros del gimnasio
no sé ordeñar una vaca
andar a caballo
manejar un camión
engañar en el minuto preciso

un día tuve un fajo de billetes
todos insubordinados
pero lo malgasté

 
 
 
inventario

tu ropa en el suelo del baño
misterioso exoesqueleto abandonado

un vaso de agua a los pies de la cama
espera la marca de tu boca insomne

un par de medias entre las sábanas
capullos antiguos para tus pies de hielo

la puerta entreabierta y el haz de luz
sin el chorro pacificador de tu orina

la gota de sangre seca en la alfombra del cuarto
meses que jamás buscamos contar

las claves de las botas que te anunciaban
compás que solo mi corazón reconocía

la manera en la que extendías la mano y me tocabas
aquello que para la carne es el abismo

una pequeña argolla plateada en el cajón
una grampa oxidada en la pileta del baño

las cerdas íntegras de tu cepillo de dientes
un frasquito casi lleno de esmalte rojo

 
 
 
hormigas del colorado

dentro de la librería de usados
(Porto Alegre se vuelve inútil afuera)
mientras los dedos recorren
con cautela desmesurada
los estantes ya deformes
libros de ciencias fantasiosas
apelan de la oscuridad —
un manual de biología
un tratado de química orgánica en español
un lomo grueso que dice en inglés —
hormigas del colorado

aunque el destino de las cosas
sea el olvido
me asusta el hecho de que un hombre
perdido entre lejanas montañas americanas
le haya dedicado su vida a las
hormigas del colorado

qué promesa de felicidad terrena
o eterna
puede llevar a alguien
a dedicar la fuerza de sus miembros
la usina de su cerebro
el combustible limitado de las gónadas
a las hormigas del colorado

casi lo puedo ver
lustroso de autoridad
en el cuarto decorado con esmero
maderas oscuras
y barnizadas
el fieltro verde bajo la tapa
el gabinete digno
del digno doctor
en hormigas del colorado

usted no tiene seriedad
mr. gonzaga
usted ama las payasadas
donde está su obra
mr. gonzaga
dónde está su legado
 
a costo
pienso en los dos volúmenes de cuentos de juventud
en el exiguo libro de versos a la espera de ser publicado

una cosa
mientras tanto
me consuela
y a usted le dedico esta sonrisa floja
señor hormigas del colorado—
estoy acá
me hierve la sangre
puedo ser fiera esta noche
tengo una mujer
que me espera
todos mis gestos
también se van a perder
pero no ahora

sus malditas hormigas
jamás me caminarán el cuerpo
seguirán royendo hojas del colorado
cavando galerías
en la tierra roja del colorado
obreras incansables
de una reina insensible
eternamente inconscientes
de lo que usted y yo
tenemos para decir sobre ellas

 
 
 
fue en un café del centro

fue en un café del centro
hace mucho había pasado
la primera juventud y había
en el rencuentro de los dos
ese tipo de aspereza
que florece verde en la penumbra

ella habló de sus conquistas
del primer casamiento
del segundo casamiento
él hablaba menos
el divorcio todavía vivo
un niño perdido
el trabajo en el estado
agarrado después de la facultad

en este café del centro
que amenaza con apagar las luces
ambos tienen la sensación de que la vida
es un veloz desperdicio de todo —
qué ridícula les parecía ahora
la esperanza de un beso
de un encuentro furtivo
a la tardecita

él trató
de tocar la piel fina y blanca
del pulso expuesto
que la blusa de ella no escondía
el llamado caduco y tardío
mientras el mozo volvía
con la pregunta y la guadaña —

van a querer algo más

 
 
* Poemas pertenecientes a La última temporada (2011).

 


Autor

Pedro Gonzaga

/ Porto Alegre, Brasil, 1975. Poeta, músico, profesor y traductor, hizo sus estudios superiores en la UFRGS, que incluyen maestría y doctorado en Literatura Brasileña. Autor de más de diez obras, que van de la poesía a la crónica y a la crítica, vive actualmente en Buenos Aires, donde imparte talleres de escritura creativa. Su obra todavía está inédita en lengua española.

mayo 2024