Mujer sentada con la pierna izquierda levantada
Fue ella quien tomó mi lápiz y mis acuarelas para dibujarse a sí misma. Aún no sé qué desea o qué deseo yo de esta mujer. El silencio le pertenece a Dios aunque seduce incomprensiblemente a los amantes. Quizá solo quiero estar cerca, oír su mudez que es igual al ruido que dejan los trenes en la madrugada, caminar en su mirada como quien cruza tarde el auditorio cuando está próxima a iniciar la música.
Ella ahora borra mi realidad, pinta con colores oscuros la casa, me desdibuja cuando se levanta y anuncia una despedida.
Casa giratoria
Le jalé una hebra a un pedazo de la noche y la cubrí con un poco de cera. Mis manos moldearon una vela que alumbró la habitación. Miré la llama por horas y logré entender el reflejo de su luz en la pupila de cada hombre o mujer que alguna vez ha encendido un fuego; supe también cómo la llama me observaba.
Esa flama, esa gota de estrella que me abraza con mi yo primitivo, es un ringlete que rueda por el tiempo, una veleta de fuego movida por el corazón de todos los hombres.
Mujeres negras
Esa niebla negra por donde ahora avanza una mujer que lleva en su alforja el nombre de cada mujer sobre la tierra:
la mujer que se levanta a la madrugada y en silencio atiza la mañana con la estufa de carbón; la que se crucifica cada noche en el Gólgota y muerde con rabia sus pecados; la que hizo llover y sustentó la cosecha; la que degolló un gallo con su piel y alimentó el sexo de Jesucristo; la que ilumina el sol mirando las estrellas; la que guarda en su corazón las piedras con las que se hacen los muros de las cárceles; la que abre las piernas para volver a ser niña; la que lleva en su rostro el rostro de todos sus muertos; la que escribe poemas en la oscuridad y la que teje la leve risa del aire.
Van, por la orilla del alba, bajo la niebla negra, fundando la tierra.
Sobre el diario personal de Oskar Kokoschka
Una noche me visitó Georg Trakl, su suave mirada me acompañó hasta la madrugada. Él tomó uno de mis pinceles y trazó una luna negra sobre uno de los vestidos de Alma. Me dijo que detrás las colinas, cuando las hojas del otoño se levantan y vuelven a las copas de los árboles, los poetas nos hacemos hermanos.
Tiempo después, me hice a una muñeca de tamaño natural. Su cuerpo estaba lleno de pájaros, aunque sus labios eran igual a una mariposa atravesada por un alfiler. A pesar de todo, sus palabras se grabaron inmutables en mi mente, incluso sin el hecho de haberlas dibujado sobre el lienzo. Nadie entiende por qué le hice el amor y la llevé con su mejor sombrero a la ópera.
Esta mañana pensé otra vez en Georg Trakl y su mirada. Vi allí a su bella hermana tocando el piano y las notas ardiendo bajo un sol de polvo blanco, vi en sus ojos a Grete y en los ojos de Grete el grito del hijo prematuro y su salto voluntario al vacío. Y en el revés de mi mirada, atada a los ojos de Trakl, vi los labios de Alma y la muñeca guillotinada en medio de los árboles. Entendí la luna negra tatuada en mi pecho y algo más: los poetas siempre volvemos al útero.
Han dicho que tengo mirada de Rayos X. Nada más cerca de la realidad.
Algunas notas escritas por Grete Trakl en septiembre
3 de septiembre
Este piano saqueado por el fuego,
esta música
igual que los rieles
de una estación de tren abandonada.
Esta carta escrita por el silencio
y una avispa muerta
zumbando adentro del papel.
11 de septiembre
No me digas
que te han abandonado.
Tengo el pecho azul
y una enorme campana
me talla la noche
en medio de las piernas.
12 de septiembre
No importa
que la nieve
borre tus pisadas,
o que el ruido
de los obuses
anuncie la partida.
Enciende todas las luces
de Salzburgo
y escucha
con suave atención
el tartamudeo de los árboles.
20 de septiembre
Ahora
lo comprendo:
es privación
la soledad que no es baldía.
21 de septiembre
Es verdad que mi boca
le ha dado
una larga bienvenida a la vigilia,
pero aún toco el piano.
El hilo
de mi voz
que trepa hoy
hacia la madrugada
te acompañará siempre
como una antigua amante.
* Poemas pertenecientes al libro La torre de los caballos azules, ganador del Premio Internacional de Poesía Miguel Hernández-Comunidad Valenciana (2022).

Autor
Henry Alexander Gómez
/ Bogotá, Colombia, 1982. Poeta. Magister en Creación Literaria de la Universidad Central y Licenciado en Ciencias Sociales de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Entre otros, recibió el Premio Casa de Poesía Silva, el Premio Nacional de Poesía Universidad Externado y el Premio Internacional de Poesía José Verón de España. Algunos de sus libros son Memorial del árbol (2013), Diabolus in música (2014) y La noche apenas respiraba (2018, mención honorífica del Certamen Internacional Sor Juana Inés de la Cruz). En 2021 recibió el Premio Internacional de Cuento Juan Ruiz de Torres por el libro Cuentos para hundir un submarino. Es cofundador de la revista La raíz invertida.