Quedé abismada en alguna grieta
con los ojos fijos en las sombras
frente a mí la calle
y una danza de crispados movimientos
propagaban la demencia entre la gente
bramaban
lo juro
y se aferraban a algo entre ellas y el viento
Asfixiada entonces por la angustia
me quedé sin mover los pies ante el semáforo
Perfumes baratos adheridos a las pieles
se confundían con el olor a planchas llenas de comida
charcos de agua mugrienta
(quizá así sea el llanto de quienes matan a palos a los lobos marinos)
“Se lo han tragado todo
ya no suenan las voces
cantando en las mañanas”
Quizá salí en busca de una casualidad
que alguien me arrollara
al intentar un paso
que no tendría otro fin
que estar del otro lado de la acera
Mis sueños con habitaciones que llevan años en penumbra
tú las conoces
son a veces húmedas
a veces secas
llenas de un polvo que te ensucia la piel
y te deja lodo en los vellos de las fosas
Esa bolsa de pelo con mi nombre enterrada al pie del árbol
el lugar donde ni un grito
pero alguien hay detrás de aquella puerta
La garganta se me angosta
entra el viento áspero
árdome y despierto entre objetos extraños
hecha un despojo
ojalá fuese el sueño de ese bebé cubierto
¿por qué sonríe? tal vez sueñe con los pezones dulces
ojalá fuese ese pajarillo en los cables
recibiendo el sol sobre las plumas
y no este golpazo en el pecho
amoratándome
Como esa gata que grita sobre la reja del patio
y sufre
de la forma más genuina y extraviada
sufre
Me despierta un llanto sudoroso en la pelvis
y me miro convertida en este encharcadero
no es verdad
no existe el lugar
al que llegamos a depositar nuestro cuerpo satisfecho
mañana habrá otro lugar abierto
al que yo querré ir
con los pies cansados
en el laberinto sin centro
sin salida y sin retorno
no hay dolor más profundo
que el de un animal asustado
En la sangre traigo una brasa
que me incendia por dentro
no el fuego que hace crecer la semilla
sino el que arrasa con un bosque vivo
Como una cebra desbarrancándose
lloro
frente a la multitud berreante
me atrapan
como si fuese un ciervo rumiando la hierba
o robando el fruto de la tierra vecina
De noche
con la mirada aguda y el corazón palpitando fuertemente
me dirijo hacia el fuego
con el deseo delirante de seguir ardiendo
hablarles a las sombras y a los rostros deformes
que se asoman entre las ramas de esos árboles
de los dolores más profundos
que se enteren que una niña ha muerto
y ha sido abandonada en el bordo
una mujer fue despojada de su piel
en la cocina de su casa
En mí crece un deseo vehemente
de salir a la calle y cazarlos a todos
romper este yugo en la boca
este ciclo infinito
de la serpiente
devorando su cola
Desde el último sueño sentí temor de la calle
aun rodeada por cuatro paredes de concreto
ladraban los perros a unas cuadras
amarrados junto a los tanques de gas
son ellos
los que ven al demonio con su pata de gallo
Perduró el vacío
sentí vértigo de imaginarme entre las calles
miedo del hombre
el que arroja dolor desde el esófago
que huele a animal muerto cuando habla
se adueña de la vida por odio
y se rasca los genitales ladillosos
para luego dar la mano
El instante en que vives y desapareces
como la nube negra se va después de haber llovido
Luego nada
ni cuerpo lastimado
ni moribundo
ni bien muerto
no hay rastro
más que en la memoria de quienes te esperaron
Ahora queda tu olor en la ropa
y los cabellos atorados en el peine
te pienso y te nombro
de todas las formas en que te has ido
Buscamos un lugar tranquilo para tirar una lágrima
abrir la tierra en un surco y comenzar a llorarlo todo
pero solo llega inesperado nuestro destino
corremos esclavizadas
generando apenas ganglios sobre estallidos que nos enferman
nos llueve en la calle
distraídas con hambre sin refugio
somos espiral sin fin del desagüe
angustia heredada de otros tiempos
nos evaporamos y volvemos a nacer
cíclicas
antiguas
sí somos el mismo río
pupilas que encierran tifones
capaces de sumirnos en la profundidad
donde lloran las ballenas y los cuerpos perdidos
Pero somos fuertes también
y en cada una habita la esperanza
más profunda todavía
que esta fosa
* Poemas pertenecientes al libro Las cuerpas (Malpaís Ediciones, 2022).

Autor
Tania Jaramillo
/ Ciudad de México, 1989. Poeta. Licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas por la UNAM. Autora del libro Las cuerpas (2022). Poemas suyos han sido publicados en las revistas Larvaria, L´Ordinaire, Latino-américain y Norte/Sur. Asimismo, sus ensayos han aparecido en Altura desprendida. Participó en “Versos Peregrinos. Lecturas de poesía”, organizado por el Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla (IMACP), y en el encuentro “Cuatro poetas latinoamericanas” para la Feria del Libro de Caracas (2020).