julio 2020 / Inéditos

No tengo fuerza para ser civilizada

Poemas que cocinan

 

Allá va mi poema en ese camión
o la dejé tirada en la regadera
o se la di de comer a las hormigas.
Mi poema se quedó varada en casa
porque afuera no hay poesía 
dice: A la vuelta de la esquina
mandíbulas gigantes
cuelgan de los panorámicos.
Quieren convertirme en su sirvienta
con una pistola en mi cadera
quieren que limpie su ruido
con una bala penetrando
el lado izquierdo de mi mano.
Veo que mi poema recoge su vestido
y lo mete en el refrigerador
dice: No te asustes
cuando los pedazos de vidrio
aderecen tu comida.
Mi poema suda mucho
si un militar sereno
ausenta la belleza
del vestido y del encuentro.
Veo a mi pequeña poema
cocinando frente a Word
cree que va a parir
pobrecita no recuerda
que ayer se le vino la niña.

 

Un poema con mapas blancos en su ropa
y blancas manchas en la cara
es un poema con baba seca
en la comisura de sus letras.
Un poema con tierra en las uñas
también trae lombrices en las sílabas.
Un poema que se quedó esperando
en la reja de la Escuela Primaria
es un poema al que su mamá
no le trajo su lonche de rimas.
Un poema que se meó en el banco
es un poema al que le huele
a puros miados su ritmo.
Un poema que duerme
con otros cuatro poemas en el cuarto
es un poema que por las noches
pega su frente a la pared
para sentir que tiene estrofas.
Un poema al que se le cayó
el kilo de tortillas en la calle
es un poema que pide fiado
para comer un taco de palabras.
Un poema que aprendió a cocinar
el huevo de diez formas distintas
es un poema que saboreó
la sazón de la analogía.
Un poema que se encontró
un peso en la banqueta
y con él marcó una cruz
es un poema que ya pagó su poética.

 

Quiero ponerle cabestrillos a mis versos
para que se sostengan.

Quiero darle aseo a mi lenguaje
porque el lenguaje es un riñón que se limpia
con la saliva que bebemos.

Hay costras de suciedad
que están en una relación tóxica con mi sillón.

Quiero unirme al carnaval
quiero unirme a la Fuerza Civil
pero ya no tengo fuerza para ser civilizada.

Mi padre se cayó borracho de las escaleras
mi madre tiene un derrame en el ojo.

Esta camisa de fuerza
va a reventar si me pongo tierna.


Autor

Iveth Luna Flores

/ Apodaca, Nuevo León, 1988. Egresada de la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL. Ha publicado Comunidad terapéutica (FETA, 2017 - Premio Nacional de Poesía Francisco Cervantes Vidal 2016); sus poemas y crónicas han aparecido en revistas como Punto de Partida (UNAM), Estudios (ITAM), Tierra Adentro, y en antologías como Bidi Bidi Bom Bom (Paraíso Perdido - UANL). En el 2016 fue becaria del Centro de Escritores de Nuevo León. Actualmente es becaria del FONCA 2019-2020.

julio 2020