Las sílabas sonoras
A veces me pregunto si mi muerte
llamará la atención en este mundo
o acaso correré la misma suerte
de tantos otros que ya están durmiendo
en cajas que el olvido ha sepultado.
O si alguien en mi casa va a acordarse
del sitio que en la mesa yo ocupaba
y en el estudio sentirán los libros
que sus lomos mi mano no acaricia.
Condenados al fuego, pensaré
que no moví ni un dedo en su defensa.
Pero saldré de las moradas gélidas
templando el aterido corazón
con la llama de sílabas sonoras.
Monólogo
Con los puntos Don Limpio me regalan
catorce vasos de la marca Monti.
Hoy en el híper empiezan las rebajas.
La oferta recomienda la bayeta
mágica para el polvo. Tú le das
una pasada, basta hacer la prueba,
sin aceite ni spray para madera
y todo resplandece como nuevo.
Al barrer en el baño estar atento
por si un pelo. Y si algo sucediera
se deja todo como estaba antes.
Cuento en el pecho sílabas y acentos
tamborileo los dedos y allá voy
a la búsqueda exacta de la rima.
Nuestra casa
Tú y yo vivimos en un piso inmenso,
ya sin hijos y libres del tormento
de que llegue el dinero a fin de mes,
sin sustos ni sorpresas enojosas.
Tú en tus quehaceres sola en la salita,
yo con mis españoles en mi estudio.
Ya no tienen espinas nuestras rosas,
sólo los dos y cada vez más solos.
Hace años que sólo nos reunimos
a la hora del almuerzo y de la cena,
y esperamos ansiosos el momento
de acostarnos, cada uno en su rincón.
Para casos urgentes de importancia
siempre podemos recurrir al móvil.
Justa venganza
Si llegamos los dos a noventa años,
yo medio dislocado y alelado,
y tú sana del cuerpo y de la mente,
derecha como un huso, ello se debe,
me dirás con orgullo, a tantas horas
de gimnasio y a largas caminatas,
mientras yo alimentaba el alma mía
con poesía y demás gilipolleces,
te pregunto, si juntos alcanzamos,
yo hecho migas y tú como una rosa,
los noventa malditos en cuestión,
si por no haber seguido tus consejos
de mí te tomarás justa venganza,
encantada de todos mis achaques.
Autor
Emilio Coco
/ Foggia, Italia, 1940. Es hispanista, traductor y editor. Ha traducido, entre otras, la obra de María Victoria Atencia, Marco Antonio Campos, Ramón López Velarde, Jaime Sabines, Alí Chumacero y Santa Teresa de Ávila. Entre sus libros de poesía se cuentan Profanazioni (1990), La memoria del vuelo (2002), Contra desilusiones y tormentas (2007), Il tardo amore (2008, traducido al español, al gallego y al portugués, Premio Caput Gauri, 2008), Il dono della notte (2009, Premio Alessandro Ricci-Città di Garessio, Premio Città di Adelfia, Premio Metauro, Premio della Giuria «Alda Merini»), El don de la noche y otros poemas (2011), Mi chiamo Emilio Coco (2014), Las palabras que me escriben (2015), Del dolor y la alegría (2020) y Ya sé que no será como era antes (2020). Está traducido a una docena de lenguas. En 2003 el rey de España Juan Carlos I le otorgó la encomienda con placa de la orden civil de Alfonso X el Sabio. En 2015 recibió el premio “Catullo” por su labor de difusión de la poesía italiana al extranjero. En 2016 le fue otorgado el premio “Ramón López Velarde”.