En el fuego del tiempo tu voz es un campo que arde.
Coral Bracho
Tu voz se filtra en el cuerpo.
Desnudas las garzas
vuelan dentro de la pupila.
Un solo parpadeo para saber lo escrito.
En el fuego del tiempo
tu voz
es un campo que arde.
Solía ser felicidad infinita dictando templanzas de gloria.
Un idioma tan preciso para saber lo que había que sentir.
Trazábamos el tiempo con nuestros pies sobre la arena.
Las manecillas se movían a nuestro ritmo.
A veces
éramos cama haciendo el amor.
Un ruido lejano de madera crujiendo.
Sábanas que de pronto caían y tu voz
ahora arde.
En el cuerpo
las llagas aparecen
sólo por la noche que me guarda,
sólo por no haber atendido al corazón
antes de tiempo.
Me miro cansada y fría
tratando de tomar un poco de tu voz para silenciarla.
Hay veces
en las que el ave se suicida cayendo de un edificio,
nada lo para.
El tener alas no te salva de la muerte.
Conocí hace tiempo
a un hombre que sabía
un poema de Baudelaire.
Me lo dijo de memoria entre una
cortina de luces
y de humo.
Luego me habló de su Gato
y hablamos de los gatos de Charles.
De las mujeres que los odian
y terminan matándolos
y luego no saben qué hacer
con los pobres animales.
Lo conocí cuando apenas
entraba el invierno.
Nos hablábamos como conocidos,
nos besábamos como conocidos.
Hicimos el amor como conocidos.
Aunque éramos dos personas
que acababan de conocerse.
Conocí a un hombre
que después se hizo fantasma.
Desapareció entre humo de sonidos
y ráfagas de cigarros.
Solo tengo algunos
de sus cuentos acústicos,
imágenes en jpg
y un número en whatsapp.
Mensajes que nunca se contestan.
Citas que nunca se cumplen.
En fin.
Somos desconocidos
que se conocieron con las miradas
en una sola noche.
Pero suelo enamorarme
de las desapariciones.
De los ojos brillosos
de los fantasmas.
Conocí hace tiempo a un hombre
que tenía tatuado en su torso
un colibrí.
De su carne nacían
un par de estrellas y sus ojos.
Manos de torbellino en mi cuerpo.
Nos hicimos juntos un ramaje
un canto de ave con el sexo a
432 mega hertz.
Un hombre con labios de
lava y marea.
Y su lengua como serpiente
derrumbaba toda mi coraza.
Conocí hace tiempo a un hombre.
Tenía tatuado en el torso un colibrí.

Autor
Leticia Cortés
/ Guadalajara Jalisco, 1980. Poeta. Licenciada en Letras Hispánicas por la Universidad de Guadalajara y Maestra en Letras de Jalisco por la Secretaría de Cultura del Estado de Jalisco. Autora de varios libros de poesía, entre los que se encuentran Lámparas de sueño (2007), De tu ausencia y mis pérdidas (2011) y Habitar la muerte (2015). Recibió la beca del Programa de Estímulos a la Creación y al Desarrollo Artístico en su emisión 2005-2006 y la del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes en su emisión 2011. Actualmente es consejera titular de Letras en el CECA Jalisco.