marzo 2024 / Ensayos

Ensayo para experimentar o el poema como sudoku

 

Tema y variaciones (1950) es un poemario de experiencias. En él, el lenguaje y la plasticidad sonora y visual de la palabra toman posición y distancia de ese universo poético que Jorge Eduardo Eielson (Lima, Perú, 1924-Milán, Italia, 2006) estuvo construyendo en colecciones anteriores como Reinos (1944), Bacanal (1946), Doble diamante (1947) o el poema largo “Primera muerte de María” (1949). En las piezas de 1950, el artista mueve y estira las palabras en una especie de ludismo vanguardista que convierte a estas en objetos físicos y matemáticos.

Con esto me refiero a que el poeta ya no se rinde ante el poder creador o mediador del lenguaje, sino que se despoja de esta comodidad hacia una palabra poética en la que nadie habla y que, como recuerda Maurice Blanchot en El espacio literario, no sirve para designar algo ni expresar a nadie.

En Tema y variaciones, la palabra no crea ni ordena o media; al contrario, permuta, desarma, confunde y escamotea lo que representa. Se abre hacia un tipo de experimentación y se convierte en un síntoma de otras operaciones en las que la poesía no solamente se entrelaza con las artes plásticas —probablemente, una idea que siempre ha estado orbitando en la obra y en los estudios sobre la poética de Eielson—, sino también con las c0m1n4c10n3s m4t3mát1c45. Por ello, frente a esta práctica estética descubierta, es necesario replantear o reinventar las formas de lectura de la obra del peruano, al menos en este libro.

Ironizando la experiencia de lectura de un poema, Mario Montalbetti, en su ensayo “Desdichadas lecturas. Sobre ‘Los reyes rojos’ de José María Eguren”, enunciaba la hilarante oración “Un poema no es un sudoku”. Con esta feliz afirmación, el poeta y ensayista cuestionaba cómo la sobreinterpretación básicamente destruye el poema. Con el símil “poema sudoku”, compara los dos términos al relacionar la interpretación de un poema con el desarrollo del juego matemático de cuadrantes. La sobreinterpretación convierte al poema en un ejercicio de resolución y respuestas. Lo agota y lo deja sin el “resto”, ese “algo no explicado” que concita la atención de Montalbetti.

Me pregunto si en realidad un poema es un sudoku, es decir, un juego matemático de resolución y respuestas, más aún cuando nos enfrentamos a algunas piezas de Eielson. A esto le sumo otra pregunta: ¿cuándo se agota el poema? o ¿cómo sabemos que ya se agotó? La cualidad valorativa de esta pregunta es similar a otra cuando, ante formas poéticas “no tradicionales”, surge la siguiente interrogante: ¿cómo sabemos que ese poema que juega con números y letras tiene calidad sobre otros? Y es que una de las reiteradas preocupaciones de los análisis de poesía es la medición del verso por medio de ciertos recursos: ésos que permiten o dan la sensación de simbolizar una cantidad, la misma que determina si el poema se agota o si el poema es mejor que otro. En ello radica que, para interpretar un poema, nos apoyemos de la versología, la retórica, la semiótica, la estilística, entre otras formas de medida orientadas a develar el funcionamiento del lenguaje verbal, ya que representan algo como un tipo de enfoque que emplea un tipo de sistema. El poeta siempre está jugando con el lenguaje; el estudioso de poesía siempre está buscando una forma de medirlo, así sea partidario o no de “agotar” el poema. La poca o nula diferencia entre interpretar o sobreinterpretar, o la consciencia ausente de saber si el “resto” fue explicado o no, ver el poema como sudoku o no, emplea en él una medida que siempre piensa en un lenguaje verbal por sobre otros aspectos del poema. Sin embargo, creo que éste no es el potencial del sudoku que me interesa, sino lo que ocurre si identificamos el sudoku literalmente.

Pensar en el poema como un sudoku no es una limitación; al contrario, el sudoku juega con la limitación. Pensar en el poema sólo como un objeto de palabras le resta espacio a pensarlo también como un objeto de estructuras y patrones. Para evidenciar esto, me propongo leer algunas piezas de Tema y variaciones no como un depositario de figuras retóricas, sino como una muestra, precisamente, de patrones y estructuras. Al leer poemas como “Solo de sol” o “Nocturno”, una primera impresión es la recurrencia a la aliteración, esa figura retórica en la que prima la repetición de sonidos, de modo que “solo”, “sol”, “solamente”, “lechero”, “leche”, “pecho” y “noche” se endulzan poéticamente.

Solo de sol

sólo el sol
el sol solamente
solo en el cielo
y yo tan solo
a solas con el sol
sonrío simplemente

Sin embargo, pienso en la cacofonía, en esa misma operación en la que artificios como éstos causan ruido y no presentan una voluntad estética. Despejar la mirada de la aliteración y, en su lugar, enfocarnos en la cacofonía resulta significativo, pues nos entrega palabras con sonidos silábicos repetidos que permutan. Las palabras van de un lado a otro como intentando colonizar el poema en una sola operación: la combinatoria de aquéllas. De hecho, considero que Eielson capitaliza la pobreza léxica y, con esta limitación, reduce la construcción poética a su mínima expresión en la que es posible crear con algunos elementos o variables, como en el poema “Nocturno”.

Nocturno

es el lechero que me trae
la leche por la noche
o más bien la noche que me trae
la leche de tu pecho
o es acaso la gran dicha
de blandir un hacha
cuando la lucha es mucha
o la muchacha que se viste
todas las noches
con mi desdicha
no es el lechero ni la noche
mi desdicha ni tu pecho
sino la mucha dicha
de blandir un hacha
entre el muchacho y la muchacha

Otro ejemplo de esto es la pieza “Poesía en A mayor”, cuyo título ya anticipa un poema escrito desde el límite, en el que prevalecen pAlAbrAs que contienen la letra “A”. En estos tres casos, los ejercicios son retos interpuestos al lenguaje en los que la limitación se convierte en la condición creativa.

Poesía en A mayor

estupendo Amor AmAr el mAr
y vivir sólo de Amor
y mAr
y mirAr siempre el mAr
con Amor
mAgnífico morir
Al pie del mAr de Amor
Al pie del mAr de Amor morir
pero mirAndo siempre el mAr
con Amor
como si morir
fuerA sólo no mirAr
el mAr
o dejAr de AmAr

 

Es quizá esta forma de tratar la construcción poética una dimensión que orilla la obra de nuestro artista con la experimentación ensayada posteriormente, en 1960, por el Taller de Literatura Potencial (OuLiPo), fundado por el matemático François Le Lionnais e integrado por Raymond Queneau, Jacques Roubaud, Georges Perec, entre otros. Los miembros del OuLiPo transpusieron la matemática a la literatura como una forma de experimentación, en la cual las palabras pueden ser variables de una ecuación y generar distintos resultados. Esto es lo más parecido a crear obras que juegan con restricciones como la de escribir una novela sin la letra “e” de Perec en La disparition (1969), o un relato S+7 como “Translation” de Queneau, que consiste en reemplazar cada sustantivo de un texto preexistente con el séptimo sustantivo que sigue en un diccionario específico. Es más, a estos procedimientos los oulipo las denominaron contrainte, traducido por Antonio Fernández Ferrer como “coerción”, ya que aquello que surge son obras obligadas a ser construidas con ciertos límites.

Diez años antes al Taller de Literatura Potencial, las coerciones o limitaciones con las que juega Eielson me hacen pensar en el poema como ecuación. En ese sentido, considero que las piezas de Tema y variaciones están más cerca de la matemática que de la poesía. Estas pueden ser construidas con algunas variables o ciertos límites previamente establecidos. De hecho, formar versos y estrofas son ejercicios de agrupamiento de sintagmas verbales que apuntan a un cierto sentido establecido por la voz poética. Eso explica que la variación matemática, forma de agrupación de elementos en los que importa su orden y en los que no se emplean todos ellos, sea una de las operaciones más practicadas en este poemario.

De acuerdo con el matemático Michael Hurtado, en su conferencia virtual “La poesía de las matemáticas” (2020), este tipo de combinatoria es la que se observa en el poema “Variaciones en torno a un vaso de agua”.

En los 12 versos del poema, son cuatro los elementos presentes, entre sustantivos y pronombre: el vaso de agua, las manos, el tú y los labios. Es decir, estos cuatro elementos son los que crean un poema completo o se trata de un poema completo creado sólo con cuatro elementos. Para hacerlo, el poeta forma grupos o versos compuestos por dos elementos cuyo orden es relevante a pesar de contener los mismos. Es decir, en la variación no es lo mismo “el vaso de agua en mis manos” y “mis manos en el vaso de agua” (a-b y b-a) o “tú en mis labios” y “mis labios en ti” (c-d y d-c). En el poema, la limitación (coerción) posibilita una combinatoria que en lenguaje matemático puede sintetizar esta pieza como una variación de 2 sobre 4, formulación en la cual 2 representa el número de la cantidad de elementos que integran los grupos formados, y 4, el total de los elementos que lo pueden componer; o también se puede entender que donde 4 son los elementos y 2 son los que, sin repetición, se emplean en cada verso:

El poema “Variaciones en torno a un vaso de agua” es una variación de 2 sobre 4 que es igual a 4! sobre (4-2)! Al desarrollar la operación dentro de paréntesis, ésta se sintetiza en 4! sobre 2!, cuya expresión es la siguiente:

Esto quiere decir que el poema de Eielson contiene 12 variaciones (o 12 versos) resultantes de combinar cuatro elementos en versos compuestos por dos de ellos.

Para Eielson, los poemas de Tema y variaciones oscilan precisamente entre estas operaciones, un conjunto de sustantivos o nombres que entran en combinatorias matemáticas como la variación. En ese sentido, las palabras se convierten en variables poéticas; es decir, son signos susceptibles de contener un valor determinado (gramatical o numérico), conocido o no, dentro de la ecuación o pieza de la que forma parte. Y es “ecuación” el nombre de otro poema que resulta ser un arte poética de estas ideas.

El poema parece fijar una estructura de dos quintetos en los que subsisten elementos gramaticales como adjetivos interrogativos, interjecciones, preposiciones; mientras otros pueden cambiar, pero manteniéndose en la misma línea gramatical de los adjetivos (Y) y sustantivos (X), como si éstos fueran variables cuya incógnita podemos reconocer.

¡oh qué tremenda ecuación
cuánto doliente esplendor
entre esta manzana rojiza
que reposa en una mesa
y mi cabeza!

¡oh qué brillante ecuación
cuánta celeste alegría
entre esta naranja amarilla
que reposa en una silla
y mi mejilla!

 
¡oh qué Y ecuación
cuánto Y X
entre esta X Y
que reposa en una X
y mi X!

¡oh qué Y ecuación
cuánta Y X
entre esta X Y
que reposa en una X
y mi X!

Manteniendo la estructura, el poema juega con sus variables poéticas (atendiendo a una primera restricción, la gramatical) y transforma el sentido entre las dos estrofas. En “ecuación”, la limitación es una posibilidad creativa que, desde el significado de las variables, puede revertir el sentido de las estrofas. Una segunda restricción sería la rítmica que, según lo señalado por Eduardo Lino en la conferencia virtual “Temas y variaciones de Jorge Eielson: Aproximaciones desde la versología” (2021), se presenta de la siguiente manera:

Análisis de Eduardo Lino

¡oh qué tremenda ecuación    o ó / o ó o / o ó o
cuánto doliente esplendor      ó o / o ó o / o ó o
entre esta manzana rojiza      o ó o / o ó o / o ó o
que reposa en una mesa        o o ó o / ó o / ó o
y mi cabeza!           o o o ó o

¡oh qué brillante ecuación      o ó / o ó o / o ó o
cuánta celeste alegría         ó o / o ó o / o ó o
entre esta naranja amarilla       o ó o / o ó o / o ó o
que reposa en una silla       o o ó o / ó o / ó o
y mi mejilla!               o o o ó o

Mi versión

¡oh qué profunda ecuación    ¡oh qué Y ecuación
cuánto gozoso resplandor     cuánto Y X
entre esta guayaba morada     entre esta X Y
que descansa en una grada     que reposa en una X
y mi ventana!            y mi X!

En los poemas de Tema y variaciones, la poesía no juega en cuadrantes pero sí se compone por patrones y estructuras; es un acto de probabilidades en la que sus variables gestan operaciones que se desarrollan en un espacio-tiempo de la hoja en blanco de acuerdo con reglas, condiciones o coerciones de creación. Es lo más parecido a lo que Johan Huizinga definía como juego. Se reconfigura la performance del lector hacia una experiencia en la que, ahora como jugador, habita y juega en el lenguaje con las reglas de la matemática. Será por eso que para Terry Eagleton la poesía no es algo que se nos dice, sino que se nos hace. El sudoku busca acrecentar este nivel de experiencia en el lector que sigue los patrones del juego, así como el estudioso de poesía sigue los tropos del lenguaje.

Creo que leer como sudoku es leer la matemática del poema, si es que la poesía no es ya matemática en sí misma. Pero, por muy elemental que esto puede parecer, la combinatoria, como operación predilecta de este poemario, no lo es. El poeta puede saber cuántas posibilidades numéricas existen, pero no cuál de ellas será la que crecerá en el poema. Si el ser de la poesía radica en lo que no se puede aprehender o carece de sistema de medida, es la combinatoria de variables ese algo no ilustrado ni explicado que aún juega y se escapa de nosotros, azar y determinismo finisecular que tanto me gusta de lo poético. Como Mallarmé, Eielson juega a los dados con las palabras así como los poetas, en realidad, las combinan o agrupan en versos, estrofas y poemas. Es la premisa que nos señala que aquéllas pueden ser objetos intercambiables de valores y posiciones, como escapando sólo de la exclusividad verbal para asumir que la poesía es un puente entre la matemática y el lenguaje.

 
 
* Ensayo perteneciente al libro Estos ensayos no tienen principio ni fin. Textos para perder la orilla sobre la obra de Jorge Eduardo Eielson (Ediciones MYL, 2022).

 

 
 
Bibliografía

Blanchot, M. (2002). El espacio literario. Editora Nacional. (Original publicado en 1955).
 
Eielson, J.  (1976). Poesía escrita. INC.
 
Fernández, A. (2020). Introducción. En R. Queneau. Ejercicios de estilo. Cátedra.
 
Huizinga, J. (2007). Homo Ludens. Alianza Editorial; Emecé Editores. (Original publicado en 1938).
 
Hurtado, M. (2020). La poesía de las matemáticas [videostreaming]. En Concytec Perú. (4 de diciembre del 2020). La poesía de las matemáticas. [Archivo de video]. Youtube. https://youtu.be/tAQf6t2moj0
 
Lino, E. (2021). Temas y variaciones de Jorge Eielson: Aproximaciones desde la versología [videostreaming]. En Masmédulab. (29 de mayo del 2021). Texto para permutar / permutar para texto – Diálogos tridimensionales entre ciencia y poesía. [Archivo de video].
 
Mallarmé, S. (2017). Un tiro de dados. Ediciones El Tucán de Virginia. (Original publicado en 1897).
 
Montalbetti, M. (2014). Cualquier hombre es una isla. Ensayos y pretextos. Fondo de Cultura Económica.
 
Morales-Almazán, P. (2021). Poesía y Matemática [videostreaming]. En Masmédulab. (29 de mayo del 2021).Texto para permutar / permutar para texto – Diálogos tridimensionales entre ciencia y poesía. [Archivo de video].


Autor

Pamela Medina

/ Ensayista, docente y humanista digital. Es magíster y candidata a doctora en Literatura Peruana y Latinoamericana por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha publicado, en conjunto con la Biblioteca Nacional del Perú, El ojo de la palabra. Primera muestra de arte y visualidad en la poesía peruana del siglo XX (2016) y el libro de ensayos transmedia y multimodales Estos ensayos no tienen principio ni fin. Textos para perder la orilla sobre la obra de Jorge Eduardo Eielson, ganador de los incentivos 2021 del Ministerio de Cultura del Perú. Es miembro de la Electronic Literature Organization (ELO), y codirige Masmédulab, laboratorio de poesía y nuevos medios con el cual realiza investigación en literatura electrónica y medios digitales, como la genealogía de la poesía electrónica peruana.

marzo 2024