febrero 2023 / Inéditos

En la más silenciosa de mis horas

 
Testigos del fenómeno ovni

Cuando mis papás salían a trabajar
o atendían asuntos médicos,
además de criar a sus propios hijos,
mi tía Hilda nos cuidaba a Yolo, a Itzel y a mí.
Ella tenía el don de ver ovnis.
Mientras regaba sus plantas colgantes
o limpiaba el alpiste
para sus periquitos,
los avistaba.
Dos veces me los señaló:
primero un punto metálico suspendido en el cielo,
después varias cabezas de alfileres a gran altura,
un enjambre de tecnología no identificada
alrededor del sol.

 

Los cañones de Navarone

De no ser porque tengo fotos,
no sabría cuál canción bailé en primer grado.
En cambio, siempre pude recordar
la canción que bailaron los de segundo
el ciclo que la primaria organizó un campamento
donde subí a un teleférico por primera vez
y en la noche buscamos
tesoros escondidos en las áreas verdes
de un centro vacacional.
Desde entonces,
eso ha sido más o menos mi vida,
buscar monedas doradas de chocolate en la oscuridad
con una linterna que alumbra poco.

 

El rock

Fuimos amigos desde antes de la gentrificación,
antes de que cambiaran los focos por lámparas vintage,
antes de que borraran el mural del fondo
y cambiaran el nombre de las pizzas en el menú.
Me gustaba acompañarte al mercado de plantas,
pasar a saludar a tu tienda de orquídeas,
ir a tu casa y poner videos en YouTube por horas.
Cuando fuimos a la Feria del Libro del IPN,
te daba risa que me tomara selfies con el Planetario de fondo,
pero de regreso lloraste cuando te leí
un poema de Gregory Corso en tu camioneta.
Fuimos amigos desde antes de la gentrificación.
Hubo rachas en que todos los martes
íbamos a comer una pizza de anchoas.
Algunas de tus fotos de perfil las tomé yo:
tú bajo la lluvia con impermeable negro,
tú con tu pug en brazos,
tú con playera de Cosmic Brujo Mutafuka en la Cineteca.
De volver algún año la pizza de anchoas al menú,
debería llevar tu nombre:
José Luis Bobadilla.

 

Fin del camino

Como casi nunca tenía ganas de escribir
me pregunté, como recomendaba Rilke,
en la hora más silenciosa de la noche
si moriría si no pudiera escribir.
Y mi respuesta fue no: no moriría.
Que si podría vivir sin escribir: que sí,
parar en un restaurante en medio de la nada
y no volver a escribir,
contemplar ñandús petisos a la orilla de la carretera
sin escribir.
Es por eso que este libro es una despedida.
En la más silenciosa de mis horas
me pregunté si podría vivir sin escribir.

 

* Poemas pertenecientes al libro Azúcar impalpable, publicado por Dharma Books en 2022.

 


Autor

Inti García Santamaría

/ Nezahualcóyotl, Estado de México, 1983. Ha publicado los libros de poemas Évelyn (2018), Nunca cambies. Poemas 2000-2010 (2011), Hasta aquí nada pudo separarme del cielo (2010) y Corazoncito (2004). Es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte desde 2021.

febrero 2023