Ahora comprendes/ por qué mi cabeza no se inclina./ No grito ni brinco,/ ni necesito hablar muy alto./ Y cuando me veas pasar,/ espero que te enorgullezcas de mí./ Y digo:/ es el taconeo de mis zapatillas,/ son las ondas de mi cabello,/ es la palma de mi mano/ y la necesidad de mi cariño.
Delicadas envolturas del decoro./ Páramo quebrado… sólido./ Cuarenta y tres arrugas mi rostro./ Manos que se hunden en la tela./ Beats que podrían ser mi voz.
Transcrear Galaxias implicaría, por la misma acción de trasponer en plena porosidad, vérselas también con la oscilación de fronteras entre dos lenguas supuestamente maduras y asentadas (demanda de doble unilateralidad que la fuerza oscilatoria desmiente) en pro de esa lengua intermedial, menor, alterna alterada. Aludir en acto a esa voluntad de tránsito (¿lemniscata?) en que lo fronterizo, introyectado, desencájase.
En el caldo galáctico visible a años luz/ se cuecen los primeros soles. Familiares, me da la sensación/ de que conozco estas luces. Veo sus prebióticas/ geometrías de motivo igual que les impongo
La poesía sobre los héroes de la Independencia de México es una de las manifestaciones literarias que los poetas del siglo XIX realizaron para dejar testimonio de la veneración y respeto por los hombres y mujeres que lucharon por la libertad. En sus poemas quedaron plasmados la admiración, el culto y el homenaje a los héroes que combatieron por la Independencia.
Es difícil sino imposible/ dejarse de cuentos y vericuetos/ un siglo visual produce máscaras/ un velo, una fisura. Pero la forma / vuelve y se acomoda/ transmuta en las pequeñas cosas
Papá decidió que yo padecía/ de mucha imaginación/ un exceso, un incordio/ a papá después de todo le gustaban/ las mujeres mudas y eficientes/ y yo hablaba hasta por los codos/ yo no sabía ser una niña tácita.
¿Ves mi cuerpo envejecer?/ Lento y tan dulce,/ me convierto en otra:/ siempre en otra./ Como esas flores tristes del florero/ que se apagan de a poco,/ me vuelvo un manojito/ mustio y ceniciento,/ todo mi cuerpo sabe/ que comienza la muerte.
No es un tratado cientificista sobre los sesenta años de actividad musicoterapéutica de Rosell. Es un rizoma atravesado de dramaturgia autobiográfica, imágenes hirvientes, riqueza léxica oracular, cantos, arrullos, conjuros, repentismo, gospels, golpes, apotegmas, collages, coros de voces como papalotes alocados por lo encontrado en los talleres de Hebe, invocaciones, quejidos, gemidos, sollozos, ejercicios, juegos…
Señor, confieso que deseo la claridad de la catástrofe, pero no la catástrofe./ Como todas las demás, quiero una tormenta en la que poder bailar./ Quiero una excusa para cambiar mi vida.
Cualquier intento/ de acercarse/ al alborozado/ lenguaje del aleteo,/ los cantos/ y la mirada hacia la luz/ es guardarse al mundo/ en el bolsillo,/ palparlo contra el pecho,/ acostarlo por las noches/ y decirle:/ te quiero.
Estirar la mano es estirar la mente/ Estirar la mano es estirar la memoria/ Estirar la mano es estirar el universo/ ¿Hasta cuándo voy a seguir con esto?
Moverse sólo en la inmovilidad [aquí] es permanecer [allá] también: en los deícticos vive lo permanente: motivo para los que andan sobre árboles en medio de paisajes: que se mueven tras la ventana de los trenes [aquí todavía] hay trenes [allá] han desaparecido: impermanencia y quietud
pusieron aldonza aldonza me llamaban mis padres como un eco de ellos: lorenzo corchuelo y aldonza nogales porque se aferraban a sus nombres de árboles y desde niña me inventaron un nombre para que fuera su extensión y no mi matiz exacto de follaje mi grosor de las ramas mi textura en la corteza y yo quiero galopar seguir andando subir rápido al burro y avanzar hacia adelante
También hay centauros malogrados, más que una constelación, un agujero negro; una desgracia de equino, un fantasma con crines, algo horrendo que pasta, pero no trota. Existe en montar un caballo, un gesto ineludible a la necesidad de crear un centauro, quizá por eso se utilice como terapia para niños cuyos padres han muerto. No es lo mismo crecer sin padre que sin centauro. Lo primero supone una ausencia, lo segundo un fracaso.
Elegimos el poema porque hasta las piedras envidian nuestro silencio. Elegimos el poema para quedarnos mudas mientras hablamos. Elegimos el poema porque barre sus rastros con el mismo gesto con que los deja. Elegimos el poema porque la concentración se parece al dolor. Elegimos el poema porque el sol de la justicia está alto en el cielo. Elegimos el poema porque hay sombras sin amarras.
Al volver del Amazonas Khana fue a mi casa/ en el vacío del apartamento me peinó la cabellera/ trazos amplios de la nuca a la espalda/ con los que tejía una trenza ante la hoguera imaginaria
Palabra que duermes junto al fuego/ no te agostas/ permaneces un instante/ y después desapareces/ con la magia de una caracola/ con hambre de mar entre la arena/ abrevas en las vetas espirales/ del mármol que tañe en el acanto/ humus que mezclas a la sangre/ y adornas los cristales de la roca…
es admitiendo/ o abriéndose paso./ Esta es la forma más simple/ de la corriente: Azul/ moviéndose a través del azul;/ azul entre púrpura;/ los objetos del deseo/ abriéndose sobre sí mismos/ sin nosotros;/ los objetos de la fe.
Pienso que esta “poesía científica” observa lo que nos rodea y trata de interpretarlo, tanto en sentido literal como figurado. Hay experiencias y emociones. Hay mitología y lógica. Hay dudas y objetividad. Hay sueños y definiciones. Hay información que se detalla y, entonces, adquiere un nuevo sentido porque se vuelve personal e íntima.
Tejidos de ansia,/ aguas subterráneas,/ culpas cernidas con cedazo fino entre arena lunfarda./ Se extrajo cuanto se pudo, manos tiesas y necias,/ las tuyas y las mías y las de los mineros incas,/ hurgando y rebuscando, paleando y estallando,/ entrañas terrestres, linfa humana.
En 2020, Lorena Camarena Osorno, fue admitida en el Sistema Nacional de Creadores de Arte, un honor que otorga el Gobierno mexicano a artistas que han alcanzado la excelencia artística. Su exposición actual, Alguna vez el Paraíso, Pop up Cultural en la Embajada de México en el Reino Unido, Londres, explora los límites entre el paisaje imaginado, el mundo concreto y la disonancia entre ambos.
yo la dejo ser/ porque también me estoy pudriendo/ encerrada entre tablones y espejos/ que sólo muestran mi espalda/ porque escribo hacia el futuro / atada a una silla
Hiere la luz del cielo en su mejilla, / fulge la superficie de las aguas,/ llora mientras contempla, se arrodilla./ Toda la humanidad es pura nada, / nada ni nadie sabe que alguien mira,/ génesis de otro mundo la mirada.
Ella sostiene mis manos pero yo las acerco/ casi hasta mis ojos./ Corto la hebra de mi lágrima y la mojo con mi boca/ con la esperanza de que no vuelva a crisparse.
Narrativas móviles es una serie de instalaciones hechas de tiras de papel que forman un puente entre el espacio privado de la escritura y el espacio público. Los textos contienen reflexiones sobre la intimidad, la secrecía, el tiempo, la crisis de agua y los trayectos por las vías públicas.
Como para indicar que un traductor nunca se siente del todo satisfecho con la versión lograda, y que ésta siempre puede mejorarse, en más de una ocasión Serrano ofrece segundas versiones de un mismo texto. Al hacerlo, Serrano nos invita a participar, o al menos, a ver más de cerca, su proceso de traducción.
Hoy soy un pellejo/ con plumas y una mella/ en el muslo, un higo iodado,/ el bulboso explayarse/ de una suculenta rendida al sol:/ y quiero estar acá, cosa/ entre cosas, empantanada/ en todo lo que somos.
Hola, si escuchas esto es porque/ el mapa está sangrando sobre la alfombra./ Dentro del mapa/ el pasado que nos une/ está delimitado/ por la carroña de un dios/ que usa lentes oscuros.
y si me amputasen la lengua, no esta — este músculo que traigo en la boca a debatirse salivado entre dientes y paladar, banderola suelta al viento, serpiente semiviva, babosa absurda, madre de algarabías —, sino aquella, la que comanda los movimientos, la otra, ajena a la carne, esa que sostiene el viento y extrae su melodía, la que dota a la serpiente con la savia de la palabra, la que otorga a la babosa la levedad del pájaro?
Ensamblar, a modo de mosaico tridimensional/ todos los trozos, todos los fragmentos, las esquirlas/ que quedaron después de que Miguel Ángel/ terminara de esculpir el David.
Protejo al padre de los pequeños, quien tras cada bombardeo/ se dedica a reforzar/ la torre que se inclina;/ quien dice a la visita de la muerte “ten piedad de mí, espera,/ ven tarde, un poco más tarde”.
Lo que encontramos aquí son precisamente las capas que hay debajo de lo visible. Los poemas de Gato por liebre dan profundidad, cuerpo y complejidad a la superficie; eso que tiene la poesía de dar peso a eventos cotidianos
Podías sentir que te alejabas / de aquello que te pertenecía. Nadie supo cómo llamar a lo siguiente, sólo / que vendría y sería lo mismo. / Lo mismo y el silencio, una semejanza anónima. Querer decir esto no es lo mismo que/ esto no es lo mismo que esto./ Caminar por el puente, un suspenso ficticio.
a lo mejor un solo día/ fuimos almas/ translúcidas y esplendorosas/ que no tuvieron peso ni sombra/ enajenadas en la belleza en el rumor/ de ese cuerpo que teníamos en frente