agosto 2024 / Inéditos

una materia de polillas

 
Blanca, el agua del florero se pudre cada día
ahora abraza a los mosquitos como una madre

yo la dejo ser
porque también me estoy pudriendo
encerrada entre tablones y espejos
que sólo muestran mi espalda
porque escribo hacia el futuro
atada a una silla

pero el futuro es solo la evocación de un árbol
una materia de polillas

quisiera herirlo, Blanca,
pero sólo escribo en la madera
mi estúpido nombre
y pongo música alegre y observo la rigidez de las flores
con ganas de quemar mi alma un poco para encontrarla

   la busco con el cigarro a través de mi aliento
   pero se esconde, Blanca,
   cuando la llamo con el humo
   cuando le digo que acá afuera ya huele a fruta rancia

         si tan valiente, que salga

   pero sólo la escucho
   como una risa apartada

mi alma tiene flores vivas
las roba del jardín de un dios
que no vive en mis libros
las esconde en mi espalda
las entierra en mi sombra
y yo no las alcanzo, Blanca,
los días son breves frente a la corteza
y los espejos
opacados por el humo
tampoco quieren mirarme
y mi sombra está atrapada en el suelo
y mis manos no quieren soltar la pluma

   tienen miedo a espinarse

los pétalos se amargan sobre el papel
el agua huye
la tinta se hace transparente como sudor entre mis dedos
y el árbol se vuelve mi rostro
y mis palabras madera seca como leña

 
quizá también mi alma
quiere quemarme

 
 
yubarta*

escucharé tu salto en el agua
tu forma de tomar oxígeno
la exhalación de vapor
un chorro escupido al cielo
tres metros de nube que caen al instante

escucharé tu pirueta en la brisa
la inhalación de tu espiráculo
el golpe en la superficie
el reventar blanco

escucharé el aire atravesar tu conjunto de pliegues

te escucharé cantar

inmensos anillos de burbujas
tu trampa para peces

te escucharé lenta como yo

no podré entender tu poesía
pero leeré que escribes versos en el tiempo del mundo
secuencias de unidades
temas de siempre

te escucharé a ti sola
salvar una foca atrapada por orcas en el hielo

los escucharé confundirte con comida enlatada
con sirenas
con monstruos

escucharé tus sesiones de canto
vendidas como frecuencia de alta vibración
música de fondo para ecologistas

escucharé la reproducción de tu voz
el agua en las bocinas
un tono grave

escucharé el nombre de tu extinción

escucharé el mar
y nada escucharé

*ballena jorobada

 
 
humo negro

la última vez que el fuego prendió la vela
tu cuerpo era todavía
una sombra en el cuarto

   mis rezos fueron quemados 
   entre gemidos

   el calor a través de los surcos transparentes
   dibujó la música con movimiento

      nuestros músculos absorbieron el ardor

            y convertí la vela en mi propia isla de hielo
            derretida gota a gota
            por una fuerza insomne
            sobre el sudor de nuestra piel

            su capa blanca se impregnó
            en el libro azul que leímos por la tarde
            en los lirios marchitos
            en la lámpara de sol cerrado
            en los zapatos quietos
            en nuestro cielo de piedra
            como las huellas de un rayo lento
            entregado al ritmo de la noche
            entregado al deseo
            de flotar hasta el amanecer

 
 
gira sol gira

el hombre con las palmas abiertas yace sobre tierra fragmentada
en su torso han caído pétalos de otra carne

breve como la hora
escucha los latidos de su pecho
caliente bajo el sol

percibe la temperatura de uñas y cuerpo

confundido
hace una pregunta con los ojos cerrados

los girasoles de ceniza
casi en el cielo
observan la luz sobre su piel

el viento me seduce                dice en voz baja

la pintura del firmamento cae hasta sus pies
   resplandecientes         intuyen largas raíces

      es el abismo de los ojos cerrados

fuera del tiempo de pájaros y lombrices
acostado frente al cielo
el hombre repite la pregunta

las flores son negras como manchas de tinta

imagina estrellas en lo oscuro
destellos en el cerebro y en sus órganos
marchitos después del largo viaje

su desnudez
conoce la noche de cerca

sus manos perciben los trazos que unen
ángulos a las hojas
vello al follaje
y respiración al vacío
tendido entre sus átomos

el hombre repite la pregunta

sus primeros años
aparecen a su alrededor
en el comienzo de cada tallo
en la flora con color de universo
con la profundidad de lo que ya no existe

   sus ojos miran el interior

los girasoles absorben las células que se apagan
el ritmo cada vez más lento
las cicatrices del rostro
las huellas de sus dedos

   iluminan al ser con su ceniza

él         convertido casi en tierra
ha olvidado la pregunta

su calor
como una estrella lejana
aún resplandece

detrás de los pétalos
un espiral infinito

detrás de sus párpados
en la disolución del cuerpo
entra

su corazón hace unos minutos
ha jugado a detenerse

   el sol
   negro y en su interior una mancha
      flor que alimenta
      el abismo

 


Autor

Renata García Rivera

/ Guadalajara, Jalisco, 1997. Poeta. Estudió Letras Hispánicas en la Universidad de Guadalajara. Publicó su primer libro, Sombras desde el árbol, en 2020. Su obra aparece en Todos los dioses: antología panhispánica de jóvenes del siglo XXI (2022) y en Ciudad poema: la ciudad en voz de los jaliscienses del siglo XXI (2023). Realizó una estancia de escritura en Under The Volcano (2023). Fundadora y directora de Conticinio Poesía, un proyecto que busca acercar a los jóvenes a la poesía escrita por mujeres. Cofundadora del colectivo de poesía multimediática Inubicables. Becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas en el periodo 2023-2024.

agosto 2024