enero 2009 / Reseñas

No.020_Morada al sur y otros poemas

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portada-morada.jpgMorada al sur y otros poemas
Aurelio Arturo,
Editorial Sibila,
Sevilla, 2008 

Por Javier Vázquez Cervantes
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Piedad Bonnett describe en el prólogo, la obra de Arturo como "parca y sobria", basada en "referencias autobiográficas." El lector se preguntará si acaso la poesía de Arturo podría definirse así. No estoy de acuerdo en usar de manera tajante y sin un análisis previo, únicamente adjetivos para definir la poesía; hay que definirla a partir de sí misma, a partir del poema.

Al leer la obra de Arturo encontramos profecías bucólicas ligadas a la tierra: el canto desesperado de una voz poética que necesita compartir las imágenes de una tierra que es una mujer, un animal, una pradera; que es Colombia. Aun cuando la intención es bárdica, hay una sutil diferencia entre los libros: mientras que uno se enfoca en las meditaciones del paisaje y la propia poesía, el otro es más personal respecto a la temática.

Así pues, el presente volumen: Morada del Sur y Otros Poemas, consiste en dos partes: Morada al Sur originalmente publicado en 1963 y Otros Poemas, una recolección de publicaciones dispersas. El primer libro contiene aproximadamente una tercera parte de la producción, el resto (51 poemas) se encuentran en la segunda. Cabe destacar el esfuerzo editorial, aunque a mi juicio incompleto. En ocasiones sería de gran ayuda conocer el año de publicación/composición de cada texto. Esto con la idea de mostrar un aspecto que para el lector sería indispensable: la evolución y maduración poética.

Con un poder casi épico del poema que da nombre al libro, comienza la primera parte: "En las noches mestizas que subían de la hierba,/ jóvenes caballos, sombras curvas, brillantes,/ estremecían la tierra con su casco de bronce." Encabalgamientos extraños y fenómenos de tosca puntuación aparecen en los primeros poemas, y se refieren a un sustantivo o a dos, al mismo tiempo, lo que le da cierta ambigüedad a algunos versos de "Morada al sur," "Interludio" y “Clima.” Esto puede ser considerado como torpe en mi caso, o brillante, a juicio de otros lectores. La métrica en Arturo es un asunto difícil; puede ser brillante y suelta temáticamente hablando, y fortuita en su peor esfuerzo.

Algunas veces la métrica es suelta y las estrofas temáticas, pero conforme avanza el libro la cohesión es mucho mayor. Ignoro si esto es debido a un asunto de evolución y maduración poética que, de nuevo, sería más fácil de comprobar con una fecha. Lo que en "Morada del sur" eran fragmentos sueltos de verso, en "Canción del viento" o "Tierras de nadie" son estrofas cohesionadas con una gran variedad de acentos y ritmos que son secundadas por una imagen poética ‘arturiana’.

Las imágenes son probablemente la más importante característica de la poesía de Arturo en este volumen. Éstas evocan paisajes homéricos antiguos que van desde lo general ("Interludio", "La Ciudad de Almaguer") hasta lo particular ("Silencio", "Los Mendigos"). Los ecos de Darío,  Whitman, Keats y Heaney son evidentes. La poesía de Arturo conjuga las imágenes con el propósito de hablar de algo a alguien, el de hablar de la evocación al lector: "te hablo de la sangre que canta como una gota solitaria." La interpretación de los poemas, debido al recipiente, puede ser Colombia, una mujer, la propia naturaleza o la poesía. Aún cuando las temáticas varían, la innovación poética es mínima, basta señalar en "Sueño" una redundancia para el nivel poético que Arturo desarrollaba: "Sueño: ángel desnudo, ágil desciende a mi lecho solamente/ cuando cierro los ojos." El poema sería sobresaliente sin la primera estrofa.

He hablado en tres ocasiones de las imágenes arturianas. ¿Qué es eso? Para el lector es la conjunción, la conglomeración de aspectos comunes en una misma poética que evoluciona en sí misma y que toma los aspectos poéticos favorables, para poder crear una identidad. Si en algo destaca Arturo es en esto; ha hecho de su poesía en el presente volumen, que sea única, potente y distintiva o, simplemente, arturiana.
 


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