abril 2023 / Ensayos, Traducciones

Un gesto de habitar

 
Traducción de Giorgio Lavezzaro
 

La columna que llevó Robin Myers en Palette Poetry me acompañó durante la pandemia, mientras trataba de terminar mis estudios en Italia y de escribir una investigación —un ensayo, una declaración— sobre traducción inversa. Uno de los principales retos está en la traducción de los poemas vertidos al inglés con los que Robin teje sus conversaciones con otros traductores, porque evidencia los retos y devaneos que han atravesado en su trabajo y cómo los han resuelto. Siguiendo la consigna de Ezequiel Zaidenwerg, “traducir no es sustituir, es multiplicar”, decidí traducir las traducciones, encarnando lo elegido por cada traductor como propio y considerando los poemas o sus fragmentos como parte del mismo cuerpo que son estos textos eco: conversaciones sobre traducción con traducciones y originales, y ahora, con traducciones de traducciones al pie o, en algunos casos, con los “originales” que conviven siempre desde otro lugar, desde la fuente, con su versión en otra lengua. Un gesto de propagar las voces y las conversaciones en una nueva morada.

—Giorgio Lavezzaro

 

No es fácil acallar la mente estos días. En medio de la avalancha de noticias espantosas, el zumbido de sombrías predicciones y la bruma general de la incertidumbre, me encuentro sólo deseando, como lo dijo un amigo en un correo, encontrar espacio y tiempo para pensar. No me dan ganas de escribir poemas todavía. No me dan ganas de participar en lecturas virtuales o verlas, aún. Incluso leer por leer se siente elusivo ahora.

Traducir poemas, sin embargo, ya se siente como algo distinto. Arraigado, arraigante. A menudo he escuchado que la traducción se define como un gesto de habitar: cuando traduces un texto, vives en él por un tiempo estudiando cómo funciona, construyendo algo propio con lo que has aprendido. Es un trabajo íntimo, metódico, pero profundamente relacional. Si te quedas en casa de alguien, es razonable asumir que éste te ha invitado a estar ahí. Cuando traduzco un texto que realmente amo, me siento nutrida por este sentimiento de invitación. Algo se conecta, se fija. Algo se abre y se queda abierto.

Uno de mis proyectos actuales —y consuelos— es una hermosa colección de poemas llamada El sueño de toda célula (2020), de la poeta mexicana Maricela Guerrero (1977). A ratos juguetones e irreverentes, estos poemas están llenos tanto de protesta (contra la opresión política, la injusticia económica, la hegemonía lingüística, la destrucción ecológica) como de elogio (de la naturaleza y sus maravillas y del florecimiento autónomo, de la lucha común, de la armonía posible y la reciprocidad entre humanos y plantas y animales, de nuestra capacidad para imaginar otros modos de habitar el mundo).

Los poemas de este libro tienen una falta de aliento. Giran en espiral sobre sí mismos como los anillos de un árbol. Algunos están escritos en prosa, otros en verso. Algunos se leen como ensayos miniatura o artículos enciclopédicos particularmente evocativos (“A single date contains 21 grams of water and vitamin C for resisting and sustaining itself in the desert”).1 Otros se sienten más como canciones de cuna o fábulas (“Once upon a time there was a world in which cells dreamed only of becoming cells and this dream flowed along in vernacular tongues”).2 O como oír de pasada a alguien que murmura en voz alta sobre el origen de una palabra o un proverbio. Algunos entran y salen del lenguaje científico; algunos están impregnados de las palabras simples a las que solemos recurrir para expresar amor o miedo. (“Do we write poems to save the species?”)3

Cuando traduzco, lo que implica pensar obsesivamente en sintaxis, también pienso mucho en la tensión: cómo continuarla, romperla o complicarla de forma que honre lo que hace el original. Cuando traduzco específicamente la obra de Guerrero, trato de poner mucha atención a los virajes y saltos que hace entre los registros y las estructuras de los enunciados. Como en este pasaje sobre las células:

[b]ecoming words in flowing water:
syllables, sounds, varied and unusual combinations
of phonemes
resounding
like a group of trees:
poplars, pine groves, crop fields, jungles, woods:
the vacant lot next door:

shared breath resounding: breath
ungasped, unanguished,
a respite millions of light years away:
your eyes,
your eyelashes,
just imagine that, Ms. Olmedo would say,
your heart expanding: springs springing forth in hazy and possible languages in
organic and inorganic chemicals and lungs and the vacant lot next door inhabit:
shared air:
cells dreaming of cells

morulas
aloe vera
peppermint
elm
fir and maple
wolf

we’re not alone:

we
are here.4

Hace semanas, cuando empecé a meditar sobre qué podría escribir aquí, planeé incluir este pasaje porque pensé que me daría un modo de hablar sobre movimiento y quietud en relación a la poesía y a su traducción.  Ahora, mientras escribo, lo incluyo sobre todo porque me está dando un manera de pensar sobre el movimiento y la quietud en general, hoy, durante una pandemia que tiene a billones de personas pensando —a veces con pánico, a veces con asombro— sobre nuestro shared breath resounding [resonar respiración compartida].

Sobre las células y cómo se enferman.

Sobre fronteras y hegemonías.

(“The language of empire doesn’t care about recognizing that a cell comes from another cell”, Guerrero escribe en otro poema; “it only wants to know which cell came first”).5

Sobre aislamiento.

Me encanta esta parte del poema de Guerrero por cómo se lanza al aire y luego se detiene para maravillarse de donde está. Y amo traducirlo porque te invita a experimentar el accidente de tu propia maravilla y a volverla a sentir a propósito.

we’re not alone:
we
are here.

En el espacio luego de los dos puntos y antes de “we”: ahí es donde está la invitación.

 


1 “Un solo dátil contiene 21 gramos de agua y vitamina C para aguantar el desierto y mantenerse.” [La traducción al inglés es, naturalmente, de Robin Myers. He decidido poner el original al pie, aquí y en la columna en general, para subrayar que toda traducción es obra en sí misma y que quien traduce tiene también una voz ajena que habita y que multiplica la voz del original: nota al pie, eco, reverberación. N. del T.]

2 “Había una vez un mundo en el que las células soñaban sólo con volverse células y este sueño fluía a través de lenguas vernáculas.”

3 “¿Escribimos poemas para salvar especies?”

4 “devenir lengua en agua que fluye:/ sílabas, sonidos, fonemas que en combinaciones inusitadas y variables resuenan/ como un conjunto de árboles:/ alamedas, pinales, plantaciones, bosques, selvas: el baldío de al lado:// resonar respiración compartida: aliento/ sin congoja ni estrujamientos:/ alivio a millones de años luz:/ tus ojos/ tus pestañas,/ imagínate decía Olmedo:/ expandir el corazón: brotan manantiales en difusas y posibles lenguas en químicas orgánicas e inorgánicas y los pulmones y el baldío de al lado habitan:/ aire compartido:/ células soñando con células// mórulas/ sábila/ hierbabuena/ olmo/ arce abeto/ lobo// no estamos solos:/ estamos/ aquí.” [Cuando hice la primera versión de este borrador traduje del inglés al español los versos que Robin había traducido al inglés porque no encontraba el original; luego de leerlo, pude sentir cómo algunos versos crecen en su traducción cuando encuentran otros ritmos, otros modos de expresión. Como el verso sharing breath resouning: breath que sigue resonando en mi interior como un aliento compartido. N. del T.]

5 “Al lenguaje del imperio no le importa reconocer que una célula viene de otra célula/ […] sólo le importa saber qué célula llegó primero”.


Autor

Robin Myers

Nueva York, Estados Unidos, 1987. Poeta, traductora y ensayista. Su obra poética ha sido traducida enteramente al español y publicada en México, España y Argentina en los volúmenes titulados Amalgama (2016), Lo demás (2016), Tener (2017) y Poquita fe (2023).

abril 2023