agosto 2024 / Inéditos

Ser mirlo es otro mundo

 
La letra ausente

A María Luisa Heitzmann, siempre

Ninguna letra del alefato la conocía, aunque todas, pacientes, la esperaban. No era ésta o aquélla, alef o dalet, bet o zayin, era la letra que no llegaba. Alguna vez, dicen que llegó, o que llegará, y que el concierto de las letras pudo así, podrá, componer una palabra. La palabra que es será cuando esa letra desconocida fue llegó.

(Escondida brilla entre las otras de esa palabra al fin.)

 
 
Mirlo

Dirime el verbo del sol,
delirio de la noche que amanece,
el trino, así lo oyes y no entiendes
qué muro se interpone;
y el mirlo en la baranda
te dice ¿por qué esperas,
por qué miras, y piensas y aún no sabes?
Ser mirlo es otro mundo,
es un cantar que nombre obtuvo
tan lejos de las letras de ahora mismo,
tan ahora de letras, mirlo mismo,
delirio de la noche, verbo y trino
de tierra y de color, arcilla y mirlo,
pico y negro.

 
 
Ordet

De la techumbre vuelan mariposas,
como pétalos que cayeran de la mano de Dios,
la ropa blanca, al viento, tendida
entre dos árboles, es el verbo del hombre,
riachuelos, charcos, espejean nubes, el azul;
vista así, en escorzo, el sol en las ventanas, las macetas,
la cabaña es un milagro de Dreyer.

 
 
Una sílaba sol

Sol, fue tierra, semilla, trigo;
para el ser humano
un sólo sol en tres letras,
una sílaba sol, tan sólo, pan.
Dorado abríamos el día,
partíamos el pan, el sol nacía.

 
 
Utanapishtim

D’altri diluvi una colomba ascolto

Giuseppe Ungaretti

 
Hiere la luz del cielo en su mejilla,   
fulge la superficie de las aguas,
llora mientras contempla, se arrodilla.
Toda la humanidad es pura nada,
nada ni nadie sabe que alguien mira,
génesis de otro mundo la mirada.
Chapotea el silencio en la mañana,
leves las ondas golpean el arca.
Una paloma, rauda de su mano
corta el espacio, brisa la esperanza.
Del árbol donde nace el universo
la primavera brota en una rama.

 
 
Lezamiana

Con tu mirada por venero quebraste la cáscara celeste,
la cal desconchada, rocío tenaz, arañada caía por la uña,
hasta el yeso, el hueco, la aridez, el vacío blanco,
la gruta transparente de la Virgen, el tokonoma —ardían
calcinados los huesos del último sol.

Poema perteneciente a Hueso en astilla (Tusquets, 2024)

 


Autor

Alfonso Alegre Heitzmann

/ Barcelona, España, 1955. Poeta y ensayista, dirigió, entre 1987 y 2013, con Victoria Pradilla, la revista y las ediciones de la Rosa Cúbica. En 2019 se le otorgó el Premio Antonio Domínguez Ortiz por su libro Días como aquellos. Granada, 1924. Juan Ramón Jiménez y Federico García Lorca. En ese mismo año, la Fundación Zenobia y JRJ le concedió el Perejil de Plata, el más alto galardón que da dicha institución a un estudioso de la obra del poeta de Moguer. Ha publicado, entre otros libros, Sombra y materia (1995), que recoge su producción poética escrita entre 1984 y 1991; La luz en la ventana (2001), con grabados de Vicente Rojo; La flor en lo oscuro (2003), con grabados de Maria Girona; Agón. Contemplación de Antoni Tàpies (2008), con dibujos del pintor, y El camino del alba (2017). Su libro de poemas más reciente es Hueso en astilla (2024).

agosto 2024