agosto 2023 / Dossier

Franc Ducros (1936-2023)

 

 
 
El domingo 6 de agosto de 2023, en un hospital de Saint-Jean-de-Védas, a las afueras de Montpellier, murió el poeta francés Franc Ducros. Tenía 87 años: los había cumplido apenas diecinueve días atrás, el 18 de julio.

Ducros nació en 1936 (el mismo día, por cierto, en que del otro lado de los Pirineos estalló la Guerra Civil española) en Moulézan, un poblado que hoy en día ronda los 400 habitantes, en el distrito de Nîmes. Tres años después dio comienzo la segunda Guerra Mundial, de cuyas penurias y angustias Ducros conservaría, como prácticamente todos los franceses de su generación, un recuerdo muy vívido. También, como tantos franceses de su tiempo, Ducros “hizo mayo del 68”, según la expresión coloquial. Es decir: no sólo vio pasar el movimiento estudiantil y obrero de 1968, como podría verse pasar el Tour de Francia, sino que intervino en las protestas y formó parte de los comités profesionales, universitarios, artísticos y sindicales que hicieron posibles las reformas políticas y sociales de aquel año.

Todavía se respiraba el aire del 68 cuando publicó en las Prensas Universitarias de Francia su tesis doctoral a propósito de un aspecto poco conocido del utopista napolitano Tommasso Campanella: su obra poética (Tommasso Campanella, poète, 1969). Profesor de italiano, Ducros traduciría más tarde una serie de pasajes de Leonardo da Vinci (Ombre lointaine, 1983) y los poemas y fragmentos poéticos de Miguel Ángel (Poèmes, 1998). Uno de sus libros más importantes apareció en 1997: el dedicado a Dante Alighieri (L’odeur de la panthère). Como se verá, los años posteriores a 1996, fecha en que se jubiló de la Universidad Paul Valéry de Montpellier, donde había fundado la revista Prévue y el Centro de Investigación sobre lo Poético, son particularmente ricos en libros y traducciones.

Ducros oyó poemas desde antes de comenzar a leerlos. En septiembre de 2003, entrevistado en Guadalajara por Víctor Ortiz Partida, narró que, siendo niño, conoció la poesía gracias a una maestra que leyó en voz alta “Las rosas de Saadi” de Marceline Desbordes-Valmore. Fiel a esa experiencia, mantuvo con la tradición poética de su país una relación profunda y apasionada. De ahí surgieron, en buena medida, dos libros de artículos y ensayos breves (Le poétique, le réel, de 1987, y Poésie, figures traversées, de 1995) y el revelador Pour Mallarmé (1998), así como dos libros publicados en 2006: Lectures poétiques y Notes sur la poésie. La prosa de Ducros, de sintaxis flexible y pensamiento exigente, desafiaba la rigidez formal que neoclásicos e ilustrados habían hecho prevalecer no sólo en el estilo literario, sino en la enseñanza misma de la lengua. Ducros, en ese desafío, se apegaba con orgullo a los ejemplos de Mallarmé, Proust y quien habría de ser, como poeta, su principal modelo: André du Bouchet, tras cuya muerte compuso, en 2001, el memorable poema Neige du 21 avril.

Ducros publicó su primer libro de poemas, Les yeux, la terre, en 1992, cuando tenía 56 años. El segundo, S’ouvrant, l’arbre, apareció cinco años después, en 1997. Du noir cela se publicó en el año 2000. Con los tres, en versiones muy depuradas, formó un libro compilatorio en 2003, Surgies syllabes arrachées, que también contiene poemas como Entre le feu et le soleil, Delphes y Taureaux, que sólo habían aparecido hasta entonces en ediciones artesanales de tirajes reducidos, hechas en colaboración con los pintores Anne Slacik y Jean Azémard. Luego publicó Ici partagé, disparaissant (2006) y Évanouie la parole (2016). Pero sin duda su libro definitivo, mezcla de antología personal y recopilación, es L’oubli l’éclat (2019), que además contiene tres páginas de notas tan sucintas como esclarecedoras y una dedicatoria que, sin mencionar nombre alguno, alude a la mujer que suscitó —en palabras de Ducros— la resurrección y el asombro a la luz de los cuales nacieron los poemas del volumen: la profesora, escritora y artista vocal Gisèle Pierra.

Invitado a la Universidad de Guadalajara desde 1986 por Dante Medina y Dulce María Zúñiga, Ducros visitó a lo largo de tres décadas México, donde impartió cursos, dictó conferencias y cultivó amistad con poetas, narradores y ensayistas como Gabriel Magaña, Ricardo Castillo, Jorge Esquinca, Raúl Aceves, Carmen Villoro, Guadalupe Morfín, Teresa González Arce y Javier García-Galiano, entre muchos otros. Magaña es el principal traductor al español de su obra poética, de la misma forma que Zúñiga recogió y tradujo sus conferencias en volúmenes como Prácticas poéticas contemporáneas (Universidad de Guadalajara, 1988) y Claves poéticas de la Divina Comedia (Universidad de Guadalajara, 1993; reeditado por Ficticia en 2011). Diferentes editoriales publicaron sus libros de poemas: Los ojos, la tierra (Cuarto Menguante, 1994), Entre el fuego y el sol (filodecaballos, 2001), Abriéndose el árbol (Ediciones Sin Nombre, 2001), Lo negro, eso (Ediciones Sin Nombre, 2006), Aquí compartido (Universidad Autónoma de Nuevo León, 2011) y Desapariciones (Bonobos, 2017).

Hace algunos años, Esquinca escribió que “la poesía de Ducros se alza sobre los bordes de un abismo sólo para mejor abismarse”. Ese abismo, cabe añadir, no es filosófico ni religioso: es el abismo del cielo abierto, del aire de la mañana o del atardecer, de las minúsculas partículas de agua concentradas en la calidez del verano, y es también el aliento que proyectamos al decir cada palabra. Uno de sus verbos favoritos era proferir (en francés, proférer), porque la emisión de la voz contenía por sí sola la fuerza que, para él, posibilitaba la existencia de la poesía. En cualquier punto de cualquier frase de Ducros, independientemente de lo que significara, podía ocurrir la “falla” (en el sentido geológico de la palabra) que propiciaba el vaivén de la respiración y, con ella, del ritmo.

Espíritu abierto a la pintura, el cine y el teatro, pero también a la historia, la política, la canción popular y los deportes, hombre hospitalario y sonriente, capaz de la mayor inteligencia y la mayor calidez, Ducros tenía el raro talento de dar a entender, incluso en una lengua que, como el español, no había estudiado. Pocos merecen como él ser admirados como sabios.
 
 
* En este número de Periódico de Poesía se puede leer un poema de Ducros traducido por Gabriel Magaña y el propio autor.


Autor

Luis Vicente de Aguinaga

/ Guadalajara, Jalisco, 1971. Poeta, ensayista y traductor. Recibió el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes y el Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta en 2003, así como el Premio Nacional de Ensayo Joven José Vasconcelos en 2005 y la Medalla Wikaráame al Mérito Poético en las Lenguas de América 2019. Qué fue de mí (2017) es su libro de poemas más reciente.

agosto 2023