abril 2025 / Reseñas

El drama de la forma

 
Aldo Vicencio, Tangram, México, Vitrali Ediciones, 2023, 62 pp.

 

 
Modelar imágenes con un número limitado de piezas es una de las habilidades más destacadas del ser humano. Sea a través del tangram, sea a través del lenguaje. Habilidad imposible sin la curiosidad y la imaginación, y profundamente necesaria para nuestro entendimiento del mundo. Bajo este orden lógico, la poesía es una estrategia cognitiva que nos permite mirar el mundo través de un caleidoscopio de sensaciones; una anomalía, un error de la forma, una figura superpuesta, oculta y variable.

En este sentido es que leo el libro más reciente de Aldo Vicencio (Ciudad de México, 1991), Tangram, que explora desde diversas ópticas y momentos lo que implica existir como cuerpo, como habitante de la ciudad caótica en que nos encontramos, como ser sensible y como nada. Este libro no aspira a otra cosa más que a existir. No es un libro que nace del proceso autófago de la dinámica de mercado; muy por el contrario, nace de la necesidad del yo poético por reflexionar sobre la condición del poema, del poeta y del proceso creativo, llegando a una conclusión que no debería sorprendernos en absoluto: el poema es el error. “El poema es el drama de la forma. Una consciencia disuelta, que empieza a abducir al sujeto del plano cartesiano y lo arroja a la radicalidad del mundo. No hay escenario, ni pre-consciencia. Instante, arrebato”. Podemos situar esta reflexión que hace el mismo Vicencio dentro de la tradición de la poesía mística, en tanto se entienda la poesía como un trance suprarracional que niega la idea de esencia y la idea de razón, pero no la idea de sentido: “El retozo de la forma en lo dramático, pero también su expansión asimétrica, que consume y crea sentido”.

Vicencio sabe que no es la inmediatez de la voz del poeta la que nos habla desde la poesía, sino un murmullo vivo que se va construyendo en tiempo real a través de la lectura. No hay que olvidar que, al final de cuentas, la poesía nos permite vincularnos y entender el mundo que habitamos. Y entiéndase mundo de cualquier manera posible, sin restricciones:

yo quiero volar siempre,
como estrella reducida en la oscuridad
estrecho, estrechos
tronando los dedos
sin torre los timbales
en el río los nuevos verbos

El lenguaje será el encargado de producir los momentos poéticos a través del autor, pero la posibilidad de su aprehensión radicará siempre en el lector. Sin embargo, para Vicencio, la creación de momentos poéticos a través del lenguaje también puede llevar a la destrucción: “El poema es también la más grande y jovial derrota”. Puesto que el poema que sueña con existir, con crecer cobijado por la imaginación, no siempre consigue su objetivo ni cumple lo que promete. Esta tendencia, que dibuja y desdibuja el poema como una Penélope, se encuentra en otros trabajos de Vicencio como Púlsar (Ediciones Camelot América, 2019), donde se retrata un viaje vitalista de las formas místicas, tanto occidentales como orientales, donde el “yo” poético se construye a partir del abandono del espacio que habita pero que, paradójicamente, lo va habitando.

En Tangram encontramos también esa dualidad vitalista donde los contrarios se reúnen, se desnudan y se suceden en largas tiradas con las que el poeta explora la intimidad de sus propios fantasmas:

el hueco del cuerpo
ondura
palpitación, una reja compartida
registro, renovación
el nudo fuerte en mi boca 

El libro se compone de dos partes: “1:/ El Sol derribado/” y “2:/ Punzones en las ingles: los gritos astillados/”. Esta agrupación responde a una necesidad editorial para una colección de poemas escritos en diferentes momentos, ligados a través de la experiencia vitalista y de la exploración del error que es el poema. La primera parte nos presenta estrofas y versos copiosos que a veces parecieran cerrarnos la puerta en la cara frente al misterio del poema. Pareciera que no nos permiten acceder a su sentido; sin embargo, si nos dejamos guiar por las palabras, por su música y caída, el poema se suaviza, nos guía hacia su sentido, nos sumerge en un trance que nos regala imágenes, sensaciones y momentos de lucidez:

rosal en fiera
alumbrado,
dióptrica,
planos de la imposibles
castelar asiento,
calma cerrada, saltimbanquis de negro mirándose
cresta de ascensores
—la sensación de viajar se pierde
derrución
piedra picada, asaltada por la hervidera de sombras

La segunda parte, por otro lado, es más directa; continúa con las copiosas tiradas pero el acceso es inmediato:

espadas, incertidumbre que navega
apenas oración, adivinación malograda
ante oquedades, espejos de humo
como canto, niños abandonados
hay ángeles malévolos que sueñan mariposas

Mentiría si digo que la poesía de Vicencio es sencilla. Se trata de una poesía vitalista pero hermética, que abreva de tradiciones tanto orientales como occidentales. Su complejidad radica en estar construida para un lector atento, cómplice de una experiencia ajena y abierto a no encontrar una revelación, a no aprender nada después de cerrar el libro. También, y tal vez, abierto a perder un poco de lo que va ganando con la lectura.

Tangram no es un libro de victorias, pero su existencia nos permite adentrarnos en la experiencia de otra mente, sin filtros, sin preceptos, sin expectativas. El poema da forma al pensamiento y el pensamiento a la realidad. No puede existir realidad sin ese procesador de modelos narrativos que es nuestra mente, lo que implica que vamos a entender de manera defectuosa el mundo que nos rodea. Siempre existirán el error y el poema.

 
 

*

Tres poemas de Tangram, de Aldo Vicencio

 
 
Mirar cripta

rosal en fiera
alumbrado,

dióptrica,
 planos imposibles

castelar asiento,
calma cerrada, saltimbanquis de negro mirándose

cresta de ascensores
  —la sensación de viajar se pierde
derrución
 piedra picada, asaltada por la hervidera de sombras

espectros entumidos
de radiar angelical

los círculos contiguos
que se adentran en cuartos interminables

embalar esferas que cantan
[crecer blanco y amurallado, medio antiguo]

se forman corredores de lilas y tulipanes fingidos

parapetar el silencio, y pasar corriendo para
          c o n v e r g e r
entre imaginaciones tectónicas

el ayer
in-cuerdo, in-cruento, in-sufrible,

el rato que se desprende
y anda airante sin soltar el piso

    mecha
    u
    r
    a
    l
para re-armar danzantes

cantares de ojos

una veladora que se descarapela
          hacia el techo

un Santo Patrono
que crece enmascarado

longitud recíproca,
marcha de mujeres planta,
 la tierra enjuagada, limpia, soporante

como reflejo del oro que se desliza
cuando caen los vitrales y las escaleras

se agotan
los andamios de portones sin muros

callar centelleante,
capilla encendida

arriba las fosas solares
de un instinto arquitectónico

partir, refractar, multiplicar
  brillantes campaneos

sillar volcano,
misterio
que despierta

la fuga más icónica de un plano inmóvil:

n í t i d o ,

el cuerpo horadado de si…

 
 
Orilla roja

el hueco del cuerpo
ondura

            palpitación, una reja compartida
                registro, renovación
                 el nudo fuerte en mi boca

              [solsticio sin brillo, la tempestad

regido por manos que abanican el sudor
    me sostengo, encrespo la humedad

sin poder estar salvo de mí
            la exhumación de lo convulso

tiempo de cristales
   hacia miles de grietas
las marchas, los martes, la muerte
              entre el martilleo de los muslos
                arroyos de pétalos
              sinergia dócil, emulación de Gea

irrigación de hojas
       laderas de ardor,
       sin el cobijo de mi propia presencia
               [no he sido yo,
               sino la insinuación de mí,
               una cobija desnuda

apartado
    entre la lengua el hielo,
             filo domesticado

un pedregal rodea mi nombre
         Murmullo, Ronroneo, Grito

enjambres vertidos
 mullir la luz
eruptiva, triple corriente

resido en el instinto que resiste
            un reposo tan distinto 

ha contendido la noche;
los pájaros duermen pálidos

recogido en la gravedad, sonrío:
              una varilla marca llagas en toda la tierra

 
 
El nuevo desasosiego de Hamlet

fracción de la especie,
umbral:
     escamas adosadas,
     el ensayo de un amor oscuro
cortina abierta, ardor frío
aquí las sombras no nadan
          [el eremita nace de un árbol
espadas, incertidumbre que navega
apenas oración, adivinación malograda
ante oquedades, espejos de humo
        como canto, niños abandonados
hay ángeles malévolos que sueñan mariposas
éste gusto de no ser ni poseer
                                  se arrodilla ante el desierto
liban animales sin inocencia
            en el agua, nubes confundidas
                                             [sin párpados ante la luz
                ciruelos de lágrimas
entre pasillos la neblina
reiteración de la tarde: éste no-momento
suntuosidad carente 
                          coronas de fertilidad
entre dos fresnos, cauda circular de palabras
         código de oraciones que se reiteran
          y bordan un ojo de obsidiana en la hierba
lo que vendrá no será recordado ni visto
cráneos entre flores, pétalos entre dientes
las generaciones han renunciado a su linaje y solo dibujan
acantilados de estrellas: el agua del mar solo carcome…

 


abril 2025