abril 2023 / Inéditos

Un cierto bienestar que viene de las ruinas

 
Casa vieja

Del silencio de la tarde se desprende
el canto de las cigarras
se propaga por el aire
como una onda expansiva
y de nuevo
se apaga.

Hay cosas que se resquebrajan con el sol
como las sillas que se olvidaron
de guardar hace cien veranos
pero las vides y los duraznos
lo necesitan
apenas una nube podría arruinar la temporada.

El verano que murió mi tía
se pudrió la pileta
abandonada desde el enero anterior
como un emblema que coronara
la decadencia de la casa de Bowen
un cúmulo de ruinas
desde la muerte de los abuelos.

Ahora mamá sacrifica
manos y espalda cultivando
flores en el jardín
plantando limones duraznos ciruelos
haciendo crecer el pasto
del pedregal y el yuyerío
ya tiró tanta basura
que podría clasificarla
según eras geológicas.

Mamá otra vez levanta una casa vieja
cargada de todo lo que quería
dejar atrás
con el celo y el amor
con el que nos cosía las medias
y nos cuidaba en la fiebre
o con la desesperación
que producen las parras secas
los mosquiteros rasgados
y las paredes agrietadas
por la humedad y el abandono.
 
 
 
Patio de Bowen

Después de los tragos los cigarrillos la pileta
leo a Cheever a la sombra de la acacia
de fondo suena
el traqueteo de la bomba
que riega las plantas
atrás en la zona de galpones
mi tío hace el asado
mamá prepara la ensalada

tengo un sosiego un cierto bienestar
que viene de las ruinas
estoy en ese tiempo diferido
entre el recuerdo y la bruma
de lo que está por venir.

Como la de cualquiera
la nuestra es una historia de inmigrantes
asturianos que llegaron a Mendoza
con el tendido de las vías ferreas
aragoneses versados en la azada
catalanes que desde el puerto
probaron suerte hasta asentarse en esta tierra
agricultores comerciantes marineros
varones prácticos sin matices
entre el silencio y la sentencia.

Como cualquier historia de inmigrantes
la nuestra empieza con grandes proyectos
y termina con anécdotas repetidas una y otra vez

el negocio de ramos generales de los abuelos
la parrilla peronista que alimentaba
a los obreros ferroviarios
el verano que los perros se cayeron al pozo
la bisabuela mitad india
que no tenía permitido sentarse a la mesa
la cuchillada del abuelo al encargado de la chacra
que una tarde cometió el error
de molestar a mi papá de cinco años
mi abuela con Alzheimer
en un pasillo oscuro hablándole a la nada
los delirios de mi tía casi centenaria
con los malones indios y la chica que la cuida
que mata a sus hijos para comerlos.

Como cualquier historia de inmigrantes
la nuestra empieza en la promesa
y termina en el delirio.
 
 
 
Rituales de despedida

No me dejaron participar
de los rituales funerarios.
Al abuelo le falló el corazón.
Toda la noche
lo quiso controlar entre sus manos
estoico sin ayuda
pero el escurridizo animal
ya tenía las valijas preparadas.

El viento subía y bajaba por las calles
haciendo resonar las ramas de los álamos.
Por más que me decían va a estar bien
bajo un sol terrible la calavera de la barda
me mostraba los dientes.
Desde alguna ventana escucho
la sirena en su caja blanca
llevando el cuerpo de mi abuelo

a Bowen Mendoza
que era su tierra y él
volvía a reunirse con su tierra
en la que en otro tiempo
había hecho plantar papas a sus deudores
durante una sequía
la sangre agricultora
aparecía como instinto

en el hombre que ahora tenía un negocio
de repuestos para autos.
En la pared de atrás del mostrador
tenía uno de esos carteles de prohibido
con el dibujo de un esqueleto fumando
y me dijo así va a terminar tu tío
y nos descostillamos de risa.

Sonrisa afable dentadura y cabellera inmaculadas
se sentaba en la cabecera de la mesa
con el control de la tele ajustado
en la mano como un arma
la sacarina y los palillos junto al plato
señor de las situaciones decía no al no y sí al sí
y la meditación o las consecuencias
eran menos importantes que las decisiones.

Conmigo dejaba asomar su sonrisa
fue el primero en despertarme el interés por las cosas
ya sea en los infinitos recovecos del patio bajo las parras
o en esos arruinados galpones balzacianos.
Bajo su guía examiné caracoles saltamontes arañas
coseché higos del fondo aprendí a hacer gomeras
alineábamos botellitas de vidrio y de lejos le tirábamos.

Cuando caía el sol jugábamos al fútbol
en el campito de al lado de las vías abandonadas
que como espectros o fósiles de una era concluida
recordaban el pasado glorioso del pueblo
la fiebre de oro ferroviaria
el horizonte era un jardín de bodegas
y secaderos abandonados
que daban un aire de posguerra al escenario.

Entonces nadie había muerto todavía.
Al principio pensaba que el abuelo
formaría parte de las constelaciones
que mamá señalaba en el cielo
pero imaginar su nuevo paradero
no era un ejercicio que me consolara.

Con el tiempo vinieron otras muertes
nuevos lugares de vacaciones olvidos
sin darnos cuenta nos volvimos escépticos y distantes
sin humor para los encuentros de verano
y los primeros dolores llegaron a ser en la distancia
como voces ahogadas que se pierden
entre el polvo y los escombros de una casa abandonada.
 
 
 
Emigrados

Me gustaba pensar que un día volveríamos
como aves migratorias a encontrarnos
en esta misma laguna
en algún kilómetro perdido ruta adentro
en la Provincia de Buenos Aires
pero ni siquiera las aves
tienen tanta paciencia para recordar
mejor aprovechar ahora lo que pasa
lo que se ofrece al ojo despierto
sin una metafísica improbable
este sol esta tarde increíble
el tejido de la respiración
que nos conecta con todo
ahora es tiempo de avivar
el fuego un poco más
de quemar en la parrilla
el desconsuelo
y enfriar nuestras bebidas
con hielo de estrellas
ahora es tiempo de mirarnos a la cara
de dejar que por nuestros ojos
se expanda la vida una vez más.
 
 
 
Casa propia

Dejar entrar la luz por la ventana
educarse en la dignidad de lo que crece
regar la santa rita la oreja de elefante
lavar los platos barrer sacar la basura
con la paciente seriedad de un ritual.
Pero tengo que tomarme las cosas con más calma
volver a regular la respiración.
Por qué estoy enojado con quién
a dónde voy tan apurado.
Miro por la ventana
al espacio vacío donde estaba la panadería
y donde pronto habrá un edificio
que tapará la entrada de luz.
Seis años vimos girar el sol y la luna y los ciclos
de los plátanos al otro lado de la calle
¿a dónde estaremos en unos meses?
 
 
 
Visita a Bowen II

Puedo sentirme desencajado en una casa
a la que le tomé el mal hábito de ver
bajo la luz de las novelas de Balzac.
El clima seco y el otoño la estufa a leña
y la abundancia de comida que prepara mamá
no ayudan a hacerla más familiar.
Hay un aire de irrealidad rodeándolo todo
un sueño bizarro una mala borrachera
de qué habla la gente qué son esos ruidos a la noche
como un mantra suenan de fondo los canales deportivos
y las películas dobladas
la dentadura de mi tía abuela está sobre la mesa
y los gatos patricios de mi infancia
enterrados en el patio.
Un hombre se queja de la pérdida de espacio del tiro al blanco
en los Juegos Olímpicos
el otro de la corrupción de los políticos
mientras se mete en nuestras partidas de ajedrez
parientes lejanos cantan arias
en el cumpleaños de ochenta de mi abuela muerta
pero otra vez estoy enumerando…
es que los recuerdos acá son tan molestos
como fantasmas
¿o eran personas las que parecían un mal recuerdo?
Hace seis meses salíamos cuando íbamos a tener
nuestras primeras vacaciones juntos.
Yo viajé primero a pasar navidad con mi familia
papá me esperaba en la terminal
estaba raro
los tíos tuvieron un accidente de tránsito
el tío se fracturó el brazo los chicos están internados
la tía no sobrevivió.
Ese verano conociste la casa de Bowen.
Llegaste a conocer a mi abuela
ya postrada en su silla de ruedas
incapaz de percibir lo que pasaba alrededor.
Este último verano
Ludovina con sus noventa y seis años a cuestas
nos dio su bendición cuidala me dijo
y a vos
a vos no me acuerdo qué te dijo.

 


Autor

Federico Lardies

/ Neuquén, Argentina, 1993. Poeta y estudiante avanzado de Letras Clásicas en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Participó en la traducción del De la naturaleza de las cosas de Lucrecio, publicado bajo el sello Las Cuarenta, y actualmente colabora en la traducción de Las metamorfosis de Apuleyo.

abril 2023