No. 83/ Octubre 2015 |
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Sinikka Langeland, intérprete de poesía escandinava |
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Hans Børli es uno de los grandes nombres de la literatura noruega, pero también una especie de héroe popular. Leñador a lo largo de toda su vida, nació, se crió y vivió en una granja de Eidskog, al sur de Noruega, muy cerca de la frontera con Suecia. De condición humilde y autodidacta, logró una beca de estudios en la Tailhaug Mercantile School, de Kongsvinder, aunque más tarde la abandonó para estudiar en la academia militar de Oslo. Sin embargo, el advenimiento de la Segunda Guerra mundial interrumpió sus estudios. Por un breve tiempo integró la Resistencia, pero fue hecho prisionero por los alemanes. Posteriormente, ya liberado, volvió a Eidskog, donde comenzó a trabajar como maestro rural y leñador. No obstante, mientras duró la guerra, se dedicó también a guiar a la frontera sueca a aquellos que buscaban escapar de los nazis. De ese tiempo data su primera colección de poemas, a la que seguirían unos veinte volúmenes más, así como numerosas obras en prosa. El caso de Tomas Tranströmer, por cierto, es mucho más conocido. Nacido en el seno de una familia obrera de Estocolmo, hijo de un periodista y una maestra, estudió en la Södra Latin High School, obteniendo mucho más adelante un doctorado en Psicología. En la Universidad de Estocolmo también estudio Historia, Literatura y especialmente Poesía. Su primer libro de poesía, publicado en 1954, data de esos años. A éste lo siguieron otros diecinueve volúmenes hasta llegar a Dikter och prosa, 1954-2004 (2011), suerte de compendio de su producción. Ese mismo año, Tranströmer ganó el Premio Nobel de Literatura, convirtiéndose probablemente en el poeta escandinavo más conocido de los últimos cincuenta años. Las razones por las que Sinikka Langeland eligió trabajar con esos textos no parecen difíciles de discernir. Uno y otro poeta escribieron en un registro menor sobre temas relacionados con la naturaleza, el cambio de las estaciones, el paso del tiempo, la brevedad de las cosas, el milagro de la existencia y sus muchas evidencias verificables a lo largo de la vida. Así, la música que acompaña a esos poemas, suele ser tradicional, aunque en ocasiones fue especialmente escrita, con leves alusiones al jazz y a la improvisación, para acentuar su fragilidad. A modo de ejemplo, dos poemas, de tema relativamente similar, de uno y otro autor: De Hans Børli: El árbol que crece de arriba hacia abajo El sueño es un árbol Sus raíces fijadas en el cielo, De Tomas Tranströmer: El árbol y el cielo Hay un árbol que camina por la lluvia Cuando cesa la lluvia el árbol se detiene.
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