No. 83 / Octubre 2015 |
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Hélio Oiticica / Haroldo de Campos |
Por Enrique Juncosa
La evolución artística de Hélio Oiticica (1937-1980), considerado uno de los más grandes artistas brasileños de la segunda mitad del XX, ilustra con claridad, y no solo si pensamos en su país, la evolución del arte contemporáneo más avanzado en las décadas de los 50, 60 y 70. En los cincuenta, Oiticica fue uno de los protagonistas del llamado Arte Concreto, que promulgaba un formalismo geométrico sin connotaciones líricas o metafóricas, y que tuvo un gran arraigo en algunas de las grandes metrópolis latinoamericanas después de la participación del suizo Max Bill −artista, diseñador y arquitecto−, en la Bienal de Sao Paulo de 1951, y en la que obtuvo el Primer Premio Un momento atractivo de la vida de Hélio Oiticica es su encuentro, el 28 de mayo de 1971, un año después de su llegada a los EEUU, con el poeta Haroldo de Campos. Este momento mítico tuvo lugar en el hall del Hotel Chelsea de Nueva York, por donde pasaron tantos escritores y artistas. Conocemos esa fecha con exactitud, porque la extensa conversación entre ambos fue grabada. Haroldo bautizó esas grabaciones como “Heliotapes”. A partir de entonces, ambos gigantes de las segundas vanguardias de su país, con tantos intereses en común, iban a colaborar en distintas ocasiones, y Haroldo escribió distintos textos sobre Oiticica, defendiendo su trabajo y su vocación y capacidad para el pensamiento crítico. Su relación es bien conocida, siendo ambos muy destacados en sus disciplinas respectivas, y un estudioso como Gonzalo Aguilar, profesor de Literatura Brasileña en la Universidad de Buenos Aires, la ha analizado en profundidad. En la relación de Hélio Oiticia con el grupo de los poetas concretos, a quienes les dedico obras y leyó en público, destaca su película Sousândrade, basada en el libro Revisao de Sousândrade (1964) de los hermanos de Campos. Joaquim de Sousa Andrade (1832-1902), fue un poeta brasileño que todos ellos reivindicaron como precursor de la modernidad y quien había sido ignorado en su tiempo. Haroldo, por su parte, escribió un poema titualdo Parango(h)elium, y los guiones para dos películas tituladas Heliorama y H. O., además de escribir varios textos sobre la obra de Oiticica. Además, y eso es todavía más relevante, no es difícil descubrir en sus obras profundas confluencias y paralelismos formales y conceptuales. Con el tiempo, la consideración del trabajo de ambos amigos no ha hecho sino crecer. La obra de Hélio Oiticica se ha visto en los últimos años en numerosas y ambiciosas exposiciones, organizadas en su país, donde se creó un museo dedicado a su obra en Rio de Janerio, que lamentablemente fue arrasado hace unos años por un incendio, pero también en ciudades como Londres, Nueva York, Lisboa o Barcelona. Sus ideas sobre un anti-arte participativo son claras precursoras del llamado Arte Relacional −nombre que se le ha dado a las prácticas heterogéneas de artistas como Ririkrit Tiravanija, Philippe Parreno u Olafur Eliasson−, que ha dominado la escena artística internacional desde finales de los 90. La poesía de Haroldo de Campos, en la que podemos destacar un libro como Galáxias (1984) se continúa leyendo y traduciendo a otras lenguas. Por cierto que Haroldo de Campos, desarrolló una impresionante labor como traductor, que veía como una acción creadora, habiendo vertido al portugués nada menos que a Homero, Dante, Goethe, Mallarmé, Mayakovski y distintos fragmentos bíblicos. |