enero 2024 / Inéditos

Una nube extranjera y perseguida

 

Pues al fin y al cabo,
no hay nada con lo cual luchar.
¿Qué es entonces? Nada.
¿Pero qué efecto tiene la nada?

Søren Kierkegaard

 
Voy a tratar de hablar con mi cuerpo

Aquí estás, hecha
una acumulación de ligamentos.
alas surcadas por venas
y patas de a pares y en tres.
Qué más puedo pedir
si siento la linfa corriendo
de punta a punta
y nada me dice
ni pide ni rezonga.

Sos el cuerpo que llama
o que duele, sufre.
Y también ríe como una
hiena que corre loca
por la planicie extensa
de la nada que me expone
a ser y no ser
bajo ningún presagio.

Y si sólo abrimos
la boca para parecer
que hablamos a este viento
que apenas si sopla sólo para mentir.

Él nos advierte que aún hay vida
o dice que el amor es necesario
o que mi cuerpo no es eso
una acumulación de nervios, etc.

 
 
Catarsis

Trato de encontrar las palabras exactas
para describir con objetividad lo que me pasa.
Quiero ser lo más fiel posible
a las metamorfosis previsibles e innatas.

¡Movés como aspas tus brazos
aunque nadie los ve desde lejos!

Así está el camino
al costado de la ruta
tan lleno de escondrijos
que no lleva a ningún lado.

¡Ahora das un salto imprevisto,
tus patas traseras se estiran tanto!

Y el recorrido parece sinuoso
se puede volar lento empujado
por el viento caliente de este Sahara
y perder de vista el horizonte que tiembla.

¿Podés explicarme de modo simple
esto que me aprieta aquí al costado?

 
 
Muda

Es un momento exacto.
Cuando ya el esqueleto tan rígido
asfixia y ninfa ya no podés ser. ¡Sí!,
necesitás salir y nada de alimento.
No respirás. Segregás líquido de muda
las alas comienzan a desplegarse,
salen por fuera del tegumento,
y se desgarra lo que te une a ellas.
Tus largas patas traseras con sus fémures
aún blandos se doblan para facilitar
la liberación de las tibias. Luego, estiradas
empujan y abandonás la antigua cutícula ninfal
—ningún quejido, ningún grito—; cae el inútil
pesado manto. Quedás frágil, desnuda,
dejás de ser joven para ser adulta.
Empezás a bombear tanta hemolinfa
por las nervaduras que al fin devorás
de vos misma todo lo que sobra.

 
 
Extravío

Y aunque no quiero estoy aquí.
Estoy porque no existe otro lugar
en el que puedas vivir sin respirar
a cielo abierto. ¿Sentís el olor de la grama
y de la sangre seca tan lejana a pie
y tan cercana en vuelo? Somos una nube
extranjera y perseguida, una bandada migrante
sin rumbo. Yo soy esa. Miro a un costado
y veo nuestras alas largas con su halo pardo,
con sus tibias azules. Ellas se extienden,
vibran mientras volamos y desde abajo
se adivinan los dibujos oscuros del abdomen,
¡parecemos, pero no somos pájaros!
Porque soy una langosta entre las otras
doy vuelta de a poco mi rostro de lado a lado
miles, miles y miles; ya no habrá descanso,
tampoco habrá cansancio.
Kilómetros y kilómetros planeamos sobre el desierto
sin prisa ni pausa, raudas, hasta tapar el sol,
oscurecemos la tierra. Octava plaga tras el fuego
y el granizo. ¡No dejemos nada!

 
* Poemas pertenecientes a Langosta (Bajo la Luna, Buenos Aires, 2023).

 


Autor

Yaki Setton

/ Buenos Aires, Argentina, 1961. Poeta y traductor. Ha publicado los libros de poesía Quirurgia (2002), Niñas (2004), La apariencia de lo espléndido (2006), Nombres propios (2010), La educación musical (2013), Lej Lejá (2016), El beso (2018) y Langosta (2023). Junto con Sergio Waisman ha traducido al inglés El paisaje interior de Mirta Rosenberg (2023). Es profesor en el Taller de Escritura y Expresión de la carrera en Comunicación de la Universidad de Buenos Aires.

enero 2024