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Segundo piso. Espacio circular
como el ruedo de una plaza de toros.
Grandes ventanales para que uno
no se dé cuenta de que, alotro lado,
amenaza la salvaje primavera
con mosquitos, escarabajos, arañas lobo
y una lluvia que repite el estribillo
de una perdida canción de infancia.
Mientras cada uno
en sus juegos de ocios y soledades.
A veces, acompañados, comentan
sobre los objetos que han contemplado
en las vitrinas del primer piso.
Otros, en cambio,
toman café como una ceremonia del hastío
en un lugar que se parece a los aeropuertos.
Y tal vez llegan a enamorarse unos de otros
porque allí el amor y la felicidad se parecen
a una bolsa ecológica de supermercado.
Pero ese miércoles entró un gorrión
sin plumas como perro calvo por su casa.
Días más tarde, alguien advirtió:
el canto desentonaba con el paisaje.
—Y comenzaron a juntarse entre todos
para matar al pájaro.
matrushka/
El instante estrenó el caos
durante la lectura después de la siesta:
Un insecto cayó
entre las páginas donde se narraba
la historia de David y Goliat.
El lector hizo una pausa para contemplar
ese insecto largo de comba caparazón irisada
entre azul y verde, antenas con borlas negras,
patas que sacuden la brisa de la tarde.
No podía darse vuelta,
pero tampoco había tregua.
Entonces, un pájaro
entró para picotear al insecto.
La agonía fue breve.
Luego de varios segundos,
escapaba por la ventana
con la algarabía de ser benteveo;
mientras el lector piensa
en la melodramática violencia del mundo
como un secreto dentro de otro secreto.
Desde el follaje el benteveo canta
para estrenar un nuevo caos.
—Hasta que alguien
desde las páginas del libro
apedrea al pájaro.
piromanía
Prendes la laptop.
El mundo es azul klein.
El monitor no es más que otro marco de ventana
aunque no puedes contemplar dos veces
El plumaje de un mismo pájaro.
Googleas.
Lees un poema breve.
Buscas un blog acerca de ese poema breve.
Buscas anécdotas en la vida
de ese poeta que escribió el poema breve
como si fuera un mamífero decoupage.
Mientras te preguntas
para qué encontrar en los tomos del Espasa Calpe
palabras que ignorabas.
Para qué escribir un poema
si uno no puede contemplar dos veces
el plumaje de un mismo pájaro
porque uno se ha prendido fuego
con tanta información.
—Como aquel bonzo del 63.

Autor
William Johnston
/ Montevideo, Uruguay, 1967. Poeta y narrador. Autor de los libros Un jarrón chino (1994), Las siete colinas (1995), La estación de las bellas furias (1998), y Los fragmentos dispersos (1999), que reúne su obra publicada hasta la fecha, así como El viento detrás del bosque (2003). Premio de la Intendencia Municipal de Montevideo por su libro Leve sombra (2006) y Premio Nacional de Poesía por su libro Diálogo final (2008). Reunió y publicó tres novelas bajo el título No acaricies un perro ciego (2014).