agosto 2023 / Dossier

Mínima antología personal de Gustavo Pereira

El repentino aparecer de Gustavo Pereira

Al bello aparecer de este lucero
Enrique Lihn

 
No conocía verso alguno de Gustavo Pereira (Venezuela, 1940) sino hasta cuando el 25 de diciembre del pasado año, en una reunión de amigos, su editora en México, Alessandra Pradel, me reveló el prodigio de su poesía.

Efectivamente: pasé del total desconocimiento a la maravilla de la revelación porque, cuando Alessandra acercó su celular para mostrarme algunos textos de Pereira y comencé a leer, se produjo en mí eso que suelo llamar golpe de ojo, cualidad inherente a todo gran poema; es decir, un súbito encandilamiento por palabras que ante mí caramboleaban como bolas de billar y transmitían una potencia expresiva y visual innegable, que se imponía por sí misma, que me transportaba, me “alarmaba de aventura” (al decir de Borges), me hacía releer y luego pedir más. Y quise más, y en los días siguientes continué leyendo y comprobé que mi descubrimiento coincidía con el arrebato tan precisamente descrito por Emily Dickinson: “Si yo siento físicamente como si mi cabeza arriba se abriera y fuera a salir volando, yo sé con certeza que eso es poesía”.

Me hallaba, así de pronto y sin la menor duda, ante un enorme poeta. Y no sólo eso. Constataba después la verdadera magnitud del personaje: un artista e intelectual a cabalidad, autor de esa magna obra titulada Historias del paraíso (1998), crónica detallada del expolio y dominación que sobrevino al descubrimiento de América, centrada principalmente, con incisiva y deslumbrante prosa, en el Caribe y Centroamérica; un escritor que aprende lenguas originarias y se aboca a la difusión de poesía indígena venezolana en el libro Costado indio (2001); activista social y político, elegido en 1999 para la Asamblea Nacional Constituyente; redactor del preámbulo y del capítulo sobre derechos culturales de la Constitución actual de Venezuela; reciente Premio de Poesía José Lezama Lima otorgado por Casa de las Américas en Cuba. En suma, y para mí, un autor de estatura comparable a Gabriela Mistral, por ser tan completo, por lo poliédrico de sus afanes, cuya combinación nos brinda una imagen más acabada de su dimensión como poeta.

“Los verdaderos poetas son de repente”, dijo Gonzalo Rojas. Y éste era el caso. Recién repuesto del asombro, ya de lleno en sus poemas, página tras página fui confirmando versos de una textura cincelada e incandescente, de una potencia y humanidad donde el “dolor y tanta sed rebota adentro”, pero capaces de generar “en segundos de amor cientos de bocas” y conseguir amanecer finalmente, saludando: “Buenos días esperanza carnívora esperanza buenos días mi esperanza” (“Vuelven los mundos perdidos”). Su carnívora vocación está, por tanto, orientada hacia una profunda fe por la aventura humana, la justicia social y la denuncia contra siglos de dominación: “Si la palabra sirve para algo todavía en la tierra/ escribamos amistad/ canción/ justicia/ alquimia soterrada del amor/ caricia abisal cuya fogata interna bulle impúdica” (“Si la palabra sirve para algo”). Poemas que en sus inicios proliferaban en cierta desmesura verbal, pero que luego fueron acendrando en esa forma que el autor denomina “somari”: una mezcla entre epigrama, haikú, aforismo, greguería, acuarelas breves y frescas, poemas de lírica y reflexión condensadas. En resumen, la apuesta de un poeta auténtico con una pericia y potencia verbal innegables, que se decanta por la concentración y la concisión, y sale airoso, logrando transmitir la misma fuerza del ojo indomable que le caracteriza.

Y si bien lo político es una fuerza que arrastra a ese ojo (“Un soñador es un pistola”, dice el poeta), los “somaris” —según Juan Liscano en el prólogo a la Antología poética de Pereira, publicada por Monte Ávila Editores en 1994— devuelven al poeta “a una parte de sí mismo un tanto confundida y dispersa: la voluntad de amor”. “En el fondo de este poeta”, continúa Liscano, “lo sustancial es el sentimiento amoroso”. Pereira arriba a lo político a partir, y a través, de la voluntad de amar. Me atrevería a decir que avanza aún más en la constatación que, por ejemplo, hace Marx de lo irrisorio de una defensa enconada de la propiedad privada, en circunstancias en que ésta se encuentra ya abolida para nueve décimas partes de la población, todavía más mermada y diezmada hoy por la inclemente desigualdad. Siempre del lado de los desposeídos, sometidos y humillados, Pereira humaniza lo político al señalar: “Un poco/ apenas algo mínimo de cuanto la vida nos dio/ nos pertenece// El resto lo entregamos” (“Somari”). El amor es, en definitiva, lo germinal en la poesía de Pereira; queda bella y elocuentemente de manifiesto en la segunda y tercera estrofa del poema “Somari de los senderos que no se bifurcan”:

Si he de estar confundido para siempre
prefiero la llama viva de la pasión al frío de la astucia

Cuanto dejo atrás es lirio triste comparado con la maravillosa
anatomía de mi hoguera
y a lo largo de esta página quedará
cada palabra
como quien besa.

La presente selección de poemas fue realizada por el mismo autor. Quiso Pereira reflejar en ella temas que le han sido siempre “sombras sensibles”. Ojalá sirva esta selección para difundir con mayor alcance a uno de los más grandes poetas vivos de Hispanoamérica. Para quienes deseen adentrarse en profundidad a su obra, se encuentran para libre descarga, en la página web de Monte Ávila Editores, sus dos magnos libros Somaris e Historias del Paraíso.

—Mario Ortega
Parque Xotepingo, Coyoacán, Ciudad de México, junio de 2023

 
 
Somari de la eternidad

Todo empieza y termina en la eternidad
Pero la eternidad no sabe de nosotros

    Sus pobres soñadores.

De La fiesta sigue, 1992

 
 
Somari del sombrero que el mago dejó

Sobre el sombrero que el mago dejó
 está tu pie blanco como un primer diente
Sale como una paloma de un nido
y se echa a volar en mí
     alrededor de mí
   sobre mí

      desnudo
      cálido.

De Segundo libro de los somaris, 1979

 
 
Somari del insurrecto

Me derriba la humillación
          no la derrota

Hilos sin alma me desfosforecen

Todo cuanto en el mundo se resigna me horada
y entonces la penumbra me sabe a cardo.

De Oficio de partir, 1999

 
 

Vuelven los mundos perdidos

La esperanza la esperanza la esperanza buenos días mi esperanza
Espérame parto hacia los frentes bajos del zapato que me lleva
El sol arde el agua huye Sobre los filos de las calzadas
quedan ateridos perros tristes. Otros mueren lejos de aquí
Y mientras tanto nos dejamos caer hasta el tobillo nos hacemos
dolor y tanta sed rebota adentro. La harina se pega perpendicularmente
de los huesos frescos Haz que vuelvan los mundos perdidos haz
en segundos de amor cientos de bocas
Buenos días esperanza carnívora esperanza buenos días mi esperanza

De El interior de las sombras, 1968

 
 
Somari del suicida

Quien entra hace las mismas preguntas
(Ninguna tendrá respuesta jamás)

De Libro de los somaris, 1974

 
 

Somari

De saber que te llamabas penumbra
            yo habría sido escondite
                                      agujero
                                                   o zanja solitaria

Pero te hiciste llamar mediodía
y no te hallo
                      en el resplandor.

De Escrito de salvaje, 1993

 
 
Dos que se encuentran en la calle

Dos que se encuentran en la calle dos que no saben
mentir dos que apenas
                                        se han encontrado
Dos que al verse comprenden que están amarrados uno al otro sobre el mundo o más allá
Dos que llevan colgadas en los ojos las ramas
de los sueños dos que al fin se han hallado
Dos que no tienen más voluntad que desgastarse sin tregua como dos nubes

De El interior de las sombras, 1968

 
 
Canción mestiza para domesticar la hierba

Hierba buena, hierba cana, hierba carmín, hierba de ballesteros, hierba
del ala, hierba perra, hierba de las coyunturas, hierba de las golondrinas,
hierba del limón, hierba del maná, hierba de los pordioseros, hierba del
soldado, hierba de San Juan, hierba azucena, hierba de Santa María,
hierba de Túnez, hierba doncella, hierba estrella, hierba fina, hierba gi-
gante, hierba hormiguera, hierba impía, hierba lombriguera, hierba luisa,
hierba mora, hierba tora, hierba lora, hierba sola, hierba pastel, hierba
piojera, hierba pulguera, hierba flecha, hierba de la puta madre, hierba
plana, hierba pamatacual, hierba del once ahau, hierba maldita,

No nos sepultes.

De La fiesta sigue, 1992

 
 

Un soñador es una pistola

Un soñador es un pistola
            que dispara por las noches sus luces de bengala

Un idiota perfecto es un idiota
con cara pies barriga y todo eso.

De Libro de los somaris, 1974

 
 

Sobre salvajes

Los pemones de la Gran Sabana llaman al rocío Chirïké-yeetakuú,
que significa Saliva de las Estrellas; a las lágrimas Enú-parupué,
que quiere decir Guarapo de los Ojos, y al corazón Yewán-enapué:
Semilla del Vientre. Los waraos del delta del Orinoco dicen Mejo-
koji (El Sol del Pecho) para nombrar al alma. Para decir amigo di-
cen Ma-jokaraisa: Mi Otro Corazón. Y para decir olvidar dicen
Emonikitane, que quiere decir Perdonar.

Los muy tontos no saben lo que dicen
Para decir tierra dicen madre
Para decir madre dicen ternura
Para decir ternura dicen entrega

Tienen tal confusión de sentimientos
que con toda razón
las buenas gentes que somos
            les llamamos salvajes.

De Escrito de salvaje, 1993

 
 
Historia íntima

Pasados los diez fui otro
               pero a los veinte era el mismo
Pasados los treinta no era el mismo
               pero tampoco fui otro
A los cuarenta comenzó la cosa
               pero a los cincuenta no sabía qué
Pasados los sesenta parecí otro
               pero a los setenta seguía siendo el mismo
A los ochenta todo fue ganancia
               que no supe muy bien qué era
hasta pasados los cien
               en que se es sólo historia íntima.       

De La fiesta sigue, 1992

 
 
No es cuestión de tristezas

No es cuestión de tristezas Es la más
prolongada escalada del alma hasta su hueso
Es cuestión de esperanza de sed o brasa viva
              que brota de lo largo de la calle
                                          de las mesas
                                          de adentro
                                          de donde se cocinan las miserias
                                          y las mil soledades

              Es cuestión de vivir contra morir.

De Vivir contra morir, 1988

 
 

Canción de cuna para mi hija

Para que no estés triste voy a traerte azules
   y secretos colores
y ágatas y amarillos y naranjas
y una botella llena de piedras blancas
y el lado oscuro de la luna donde se esconde la poesía

Para que no estés triste voy a organizar los rumbos del cielo
   para que el tuyo sea el de los prodigios
y te depare los gallos del amanecer
y una luciérnaga ebria

Para que no estés triste me ceñiré a las alas
  del ángel de las penas y lo derribaré
y recobraré el tiempo pasado
   para abolir el instante que causó tu tristeza.

P.D. Esta canción de cuna la escribí para darte la pequeña certeza
           de que siempre recobra
                jardines la alegría
      y para que tu senda sea apacible
           como en la noche del puerto la música de las constelaciones.

De Sentimentario, 2004

 


Autores

Gustavo Pereira

Punta de Piedras, Venezuela, 1940. Poeta y ensayista. Doctorado en Estudios Iberoamericanos en la Universidad de París. Profesor Titular jubilado de la Universidad de Oriente en donde fundó el Departamento de Humanidades y Ciencias Sociales y el Centro de Investigaciones Sociohumanísticas en Puerto la Cruz. Fue cofundador de la revista Trópico Uno en 1964 y director de otras publicaciones, entre ellas la Revista Nacional de Cultura que dirigió durante cuatro años. Su obra poética abarca más de veinte títulos, algunos de los cuales han merecido reconocimientos como el Premio Joven Poesía de las Universidades Nacionales (1965), Premio Latinoamericano de Poesía de la Revista Imagen (1970), Premio Municipal de Poesía de Caracas (1987), Premio Fundarte (1993) Premio Bienal Ramos Sucre (1997). En el año 2000 le fue concedido el Premio Nacional de Literatura y en el 2011 obtuvo el Premio Internacional de Poesía Víctor Valera Mora. Su obra ensayística comprende más de una docena de títulos entre temas literarios e históricos. Traducida a varios idiomas, de su obra se han publicado títulos y antologías en Venezuela. Cuba, Brasil, Inglaterra, Alemania, Emiratos Ärabes Unidos y otros países.En el 2013, la Colección Clásica de la  Biblioteca Ayacucho públicó la compilación Poesía y prosa (selección y estudio de José Balza). En 2008 el Festival Internacional de Poesía de Venezuela fue celebrado en su honor y en el 2013 fue el escritor homenajeado de la Feria Internacional del Libro. Jurado del Premio Casa de las Américas en el 2015, este año le fue otorgado por la misma institución el Premio Lezama Lima.

Mario Ortega

Sewell, Chile, 1975. Poeta. Ha publicado en Chile los libros de poemas La leyenda de la sangre (1995), Animal roto (2000); en España Nostos (2012), Tan sin tiento (2014); y recientemente en México Oráculo de la pantalla (2022).

agosto 2023