Al cuidar de mis heridas presioné
mis dedos contra tu mejilla
amoratada, halo de luz, pigmento
en el cielo oscuro. Corté la piel del
higo con mis dientes caninos para
alimentarte. Te ofrecí como tributo
mi parte más cruda. Y las mañanas,
oh, cuántas veces por la mañana
dije que lo haría de nuevo, incluso si
aquello significaba ser devorada.
Qué salvaje fui al pensar que mi tristeza
sólo podía existir al hacerte daño.
Por un momento breve: ahí está
ahí está: líquido como la luz
líquido como la luz: se rompe la noche
se rompre la noche: ¿un rezo?
un rezo: responde brevemente
en forma de pregunta
Iris
Debajo del eclipse penumbral
Colapsé sobre mis rodillas
Creí en patrones
Interpreté significados
Como princesa antigua
Pedí por paciencia y
Obtuve otro día
Recé por constancia
Y me consedieron
Permiso para caer
Una vez más.
Cosa extraña
Sólo queda la palabra
Rasa
Inerte.
Cosa extraña:
Digo vida
Y en tus ojos
Un ciruelo florece.
Agua de sueño
Llámalo mañanas
aspersor
torre de luz de luna
llámalo océano turquesa rugiente.
Cuando era niña liberó una bandada de loros de una jaula de bronce.
En otra ocasión, sostuvo un colibrí con ambas manos.
Llámalo áticos vacíos
playas de conchas plateadas
parecido a la sinfonía número 7
pero no del todo
más capas
matorral denso
exuberante
increíblemente verde
un repentino roce de luz
más profundo en el bosque
donde apesta a enebros
cualquier cosa que sueñe
se puede destilar y verter
en un recipiente de vidrio adornado
para aplicarse sobre el cuello y las muñecas
suavemente, noche tras noche
antes de irse a dormir.

Autor
María Elisa Schmidt
/ Ciudad de México, 1995. Escritora, editora y educadora mexicana recién graduada de una maestría en Escritura Creativa por The New School. Sus poemas, ficciones y ensayos han sido publicados por Gatopardo, Tierra Adentro y Casapaís. Durante siete años fue editora en jefe de la revista C de Cultura. Actualmente es maestra de Escritura Creativa en Nueva York.