marzo 2024 / Traducciones

El cadáver de la piedra está en la playa

 
Nota introductoria y versiones del finés al español de José Luis Rico

 
Sini Silveri (Kemi, Finlandia, 1987) es una poeta y artista multidisciplinaria nacida en el norte de Finlandia. Su segundo libro, Titaanidisko (2020), recorre el estrato onírico de la urbe nórdica con sus pinares y lagos. Escritos en una prosodia serena, los poemas de Silveri entrañan una mirada hiperestésica, donde seres vivos e inertes se entretejen y porfían. En una entrevista dada al periódico Helsingin Sanomat en 2020, la autora se adscribió a la tradición literaria conocida como eräkirjallisuus (que podríamos trasliterar como “literatura de la intemperie”). Silveri misma describe la eräkirjallisuus como “un cierto surrealismo finlandés, en cuyo mundo podemos desplazarnos libremente, en espíritu de ocio o improductividad”.

En su recorrido de paisajes forestales y urbanos, Silveri trastoca fenómenos a escala íntima y astronómica. Las piedras se convierten en aberturas maleables y el cuerpo en un conjunto de prótesis. Los lagos se asemejan a nalgas lindas y el plantea a un tapón anal en el vacío. La poeta describe estas impresiones aceleradas con la calma de un día más bien soso, en que hay poco que hacer. Los personajes habitan zanjas y estacionamientos, trenes nocturnos y pantallas de celular. Ahí ventilan sus alucinaciones, miedos sin fundamento y aprehensiones de toda índole. Las pulsiones eróticas se dirigen hacia lo no-humano, incluso hacia lo inerte: “La araña misma es sexy. […]”, “Le hago el amor a una ola, al césped […]”, “Veo […] una persona que trata de hacer el amor con la fogata”.

En los agradecimientos de Disco de titanes, la edición hispanófona publicada por Pitzilein Books con apoyo del Centro de Exportación Literaria de Finlandia (Kirjallisuuden vientikeskus FILI), Sini Silveri nos dice que su libro “fue escrito para la época de la renuncia, para los ñoños y para los ladrones”. La última sección del libro explora un ambiente celebratorio, donde las alucinaciones suceden ya no en la noche invernal, sino a plena luz del verano: un nacimiento, un paseo en calcetines y sandalias, un barroquismo distinto, hecho de objetos potables.

 
 

Disco de titanes

 
El cadáver de la piedra está en la playa, culo de cieno que el agua visita, rodea baja rodea desaparece, la vista es excitantemente linda, contorno de lago en retirada, agua en la superficie desnuda.

 
 
Afuera hay animales, dioses, baldíos, trozos de cable y basura. El dios oscuro y húmedo se perdió en el bosque. Está borrachísimo, arrastra su bicicleta en la maleza. La luz del celular no ayuda, la bici se atora en una rama, la ropa abrasiva se pega, las rodillas del pantalón abanican, la frente cae. Talan los restos de bosque para hacer leña. El reflector de la máquina leñadora corta todo en el jardín. La máquina marcha, el árbol se inclina, hace caravana, se arrodilla, abre la puerta, es gentil. La radio suena. Gente que habla rápido. La luz corta el espacio sobre el conductor, la rienda satelital llega escrita a su computadora. En el descanso, pan e internet, la mañana blanquea. Se festeja, la luz está en el paisaje, dios, muro de la ciudad, criatura humana y temerosa.

 
 
Como todo lo vivo fue raptado, la muerte interesa, de trasnoche, sexual, catálogo de lo vivo de lo vivo. Es una captura múltiple de sí; porción de calle, calzón, caracol que vive dentro de la almohada para huéspedes, pequeño espacio seco ante el portal. De la vida robada permanece el espacio autoseductor, lo múltiple no vivo, más vivo que todo, que escenifica la no vida y no teme a la escenificación donde se ríe ante la forma de enterrar, ante la historia de ungüentos, agua e imágenes; donde se puede callar como persona. Somos vacas errantes en lo sombrío, poderes de titanio que tienen algo contra algo. Somos la noche en algún sitio. Alguien halla algo en la bahía, pregunta si es seguro, si el león tiene el descanso en la boca, si aquí hay buen ambiente de algún modo.

 
 
No vería ese árbol sin esa lámpara, ni el ramaje sin esa pantalla de plástico detrás, no sentiría esto sin huesos ni los dientes sin humedad. Me despido de ese mojón y después ya no seré inmutable. El zumbido es de un horno de aire reciclado. La boca quema la lengua. La uña apunta sólo a los humanos.

 
 
Inseguridad confiable, potente en general, un grupo llegado por tierra. La destreza no tiene aquí ningún significado. Momentos breves. Breve empatía. Ira diurna. Liebre. Yo husmeo así. Corro en la playa con el pecho vuelto al agua. Repito. Soy completamente dependiente de los otros y al mismo tiempo todo está sujeto a mí. Gente cae a un compás regular, a un ritmo lento, desde un andamiaje de madera de una zona de construcción hacia un colchón voluminoso. La gente desfila en calma de regreso al andamio. Gotean. Hay una alfombra verde en el suelo. No sé qué hay dentro de nadie: restaurante chino frecuentado a solas, viento que lanza todos los muebles por la puerta, a yacer luego en el patio. Esto es una situación melancólica, la agresión del mal humor finlandés, incesante estado de “yo sí puedo”. Primer encuentro. Identificarse con el árbol, volver la mirada sobre el hombro. Quedarse viendo. ¿Hablar es perder palabras? La nada del ningún yo mismo. Escape. Ahumador. Un líquido borbotea de un conducto. No hay póliza para mí, llana abundancia de instrumentos, constante superficie consumible, cólera contra sí, no contra el escenario, emborronamiento desigual en derredor.

 
 
Auto
césped

agua una chip bajo el hielo.

 
 
La tierra es una moto de nieve y yo un pequeño anillo de plata. El gusano de tierra está de pie en el pino. El pájaro va a su casita con otro pájaro. El amigo vaga por todos lados, dependiendo de las fotografías. La boca se llena de agua en el bosque pequeño. Camino por el sendero de esquí, veo miles de otros tú que gotean, gente enrojecida de los costados, como carne rósea, blandos muslos redondos en las manos, junto a un perro aullante. Te sientas en el tocón frente al sendero de trote, en pantalones blancos, hablas por teléfono. El color pardo miente. Mi costado tiene pallets. Pequeños mensajes se guardan en la caja. Pequeños gusanos yacen en un hoyo.

 
 
Sentir como años la lisura de los propios huesos extensores:
según yo viene un abrazo.

 
 
La gente se agarra una a otra de las rótulas, con manos acopadas, y se mecen lentamente en el sauna de la alberca como un collar místico bajo la blusa en marcha. Disfrutan de repente ahí donde se debe, como un largo bastón de cuatro pezones. Disfrutando en la tierra donde el hielo se derrite hacia el aire. Hallando de nuevo todo el tiempo, en el sitio posterior a la renuncia, en este continente en forma de sandalia de correas.

 
 
Echamos capuchas coloridas sobre los barcos. Detrás de una piedra grande hay voces sin agua, celebramos atando fruta a nuestro pelo, celebramos en el empolvado auditorio a cielo abierto. Prendemos fuegos, el lago está lindo como un culo, es como un dique en el estreno de una película de albercas venenosas. Fogata, pira, el sitio del festejo reúne frutas y gente llovida de los edificios, el ijar de una gran piedra, el cautivante lago en su difunto manantial. Celebramos, escondemos de la vista los vehículos, quemamos un reloj-armario en la fogata, nos comemos al gran albañil de la carretera. El rasgo común de las fiestas es reunir: allá arde una antorcha de bolsas de chips. Una pandilla de lagartos llega al sitio. Nuestros miedos se desvanecen cuando ellos comienzan a mostrar sus fuerzas. No estamos en la clase de pesas rusas en el parque, ahora estamos vestidos de materiales inflamables, ahora nos paramos sobre dos piedras. El agua inunda desde el centro de la sequedad, desde la esquina del polvo. Los pequeños pesares se esfuman, los grandes se van a otro lado y salen a flote décadas después, la caída y el tocamiento de los árboles revientan absurdamente en el aire.

 
 
* Poemas pertenecientes al libro Disco de titanes (Pitzilein Books, Ciudad de México, 2022), de la autora finlandesa Sini Silveri con presentación del traductor, José Luis Rico.

 

 


Autor

Sini Silveri

/ Kemi, Finlandia, 1987. Poeta. Estudió danza e historia ambiental. Debutó con la plaquette Muovailen muovipussista kaunista kahvaa (2016). Titaanidisko, su primer poemario extenso, fue publicado en 2020, y recibió el premio Kalevi Jäntti ese mismo año. Su tercer libro es Haisee kaikkia tuoksuja (2023). Como letrista y cantante forma parte de las bandas Apurit Duo e Internet. Ha participado en performances multidisciplinarios como Feuerbach teesit (2023) y festivales de literatura en Europa, Asia y América. Silveri vive en Helsinki y recorre los bosques finlandeses en motocicleta.

marzo 2024