Arrancarme por manos, palmar las manos que no se encuentran o se unen, y se inquietan,
el estado de quitarse pronto de ese espacio.
Como dos estados. De la materia que se encuentra y suda. Palmas toda una tarde de tablao.
Arrancarme por impulsos, por manías, por frutos, por fracturas, por hielos, por narices, por circunferencias. Arrancarme por espacios que se repliegan.
El taconear avanza y el palmear aletea. El taconear permanece,
sin chistar, no se mueve, no va para atrás, ni siquiera.
El taconear no progresa.
Apenas rinde, apenas.
El taconear resopla, se prepara, extrema.
Palmear da el ritmo para el que bufa en bucles de belleza.
No decir nada extra, nada que describa para que solo quede el trazo del afuera.
Nada que diga el simple radical afuera, el estado de los hechos del espacio del afuera.
Nada que repita en bucle como palmas los momentos cíclicos del afuera.
El gusto del afuera. El de no decir más allá del afuera.
*
Cuando lo hiciste yo me pegaba al teléfono, como una teta.
Yo mamaba del teléfono.
Decía: manivela. Respondía: triángulos, esferas.
Arrancarme por puños que son higos
en un silencio que truena en añicos.
Endurecer las rocas en el espíritu. Darles pica pala, pero no merman.
Mamar teléfono.
Mamar del teléfono.
Apreciar el escenario: ese círculo que es el teatro nuestro y nos endereza.
Amamos. Amamos jeta.
Taconeamos en el piso de madera. Y el vecino se desespera. Que no pasa nada por
tu única insignificante fiera.
Palmas para tu lomo de refinada manera. Solo como estás, en tu escena.
Mamar del teléfono, hasta que no pueda.
*
Nadie se acercaba a esa persona
que se paseaba
por el recinto
de miura.
Solo el gesto hacia atrás
largos
cachos
ajustados
extender la tripa.
Ni una medida corazón
ni un hallazgo expresivo:
has de ampliar el pecho
extender los hombros inflar la panza.
Al pisar te habla el núcleo terrenal.
Al repetir te desprendes
milímetros,
una vuelta en diagonal
pedir temblor / pisarse la cola
los brazos vuelan / el eje patea
cuál enunciación para este atronar
con final truncau.
*
Las estrellas me ayudaron a entender que
cuando algo va mal
estrepitoso
con el piso hacia abajo:
un dos tres cuatro
paseíllo
punta-tacón-golpe-golpe
rastrillo
de lomo
crujiente.
Ajusta la espalda, mete la pelvis
punta tacón
hasta que baje al cuerpo
fuerza en el centro, siempre.
Amplía la envergadura, cual ramillete.
Se empieza por debajo: se prosigue si desciende.
Encuentra el lugar del abajo, el límite de lo por debajo, la cresta del hacia abajo.
Ordenar el camino punta tacón compás rastrillo
y los brazos hasta los cachos.
*
Para producir ríos, para taconear peces.
Un baile sobre montañas de peces fosforescentes que vuelan en el agua caliente. Hacer explotar colores fuertes.
Fosforescer
en
órganos
rastrear e
ingerir
pero casi
mejor
blanquear.
Acabar el verso donde cada palabra pisotea.
Avanzar, pero en el tablao. O sea, nada, macho.
Abrir la boca y que salgan tantos.
Brotar en bancos acuáticos.
El órgano pez respira. La aleta blanca del fuego vive en la atmósfera del ombligo que reverdece.
Como los humanos que alcanzan a respirar, así no vuelen.
Fulgurar en el lugar del silencio sin saber cuál es el lugar del silencio.
El lugar donde nadan los peces, el acuario, por supuesto, no el del mar insolente.
Dice lugar y baja la cabeza, ve pies y no aletas.
Dice: ¿el lugar dónde nos encontramos?, responde: en el lugar de siempre.
Llega y se despliega, mariposa verde.
Se detiene. Se arranca como lo hace el canteu.
*
Cuando el mundo sea un plano de memoria dilatable
como este mismo plano hoy: una onda
se le arranca al colectivo imparable rumor extendido
se le recorta —con tijeras de preescolar—
se saca como se saca un pedazo de arcilla de un montón de arcilla
un canteu.
Método palmas satén malva brilla anillos todo el día entregado en la sala de la casa por horas al almuerzo gritos.
Una playa muecas bigotes y sacar una por una las palabras: cuando las palmas arman un lugar para subir brazos clavarlos en lo alto más alto.
Lo mío es dar un concierto. Con
blusa de satén rojo.
Pelo, anillos.
Cola cepillada.
Amor, yo no sabía que más decíu
*
El encierro en su hervor totalizante Juana de Arco estalla en ojos
45 grados al aire real del espacio / sube la temperatura en la vena
dice 48, irreal, aunque suda impensable
tanta agua salada sin oxígeno.
Coge la tapa a mano limpia
piel fina extendida, le decían
aunque se ampolla la mejilla, aunque hacia adentro pisa.
Mantén el paso un día / una luna, dos, macho
tendrás piedras calientes en la boca
una risa de piedras y lunas amarillas.
Es brazos desorbitados / es prolongar el torso
es subir la cadera hasta la coronilla que es ensanchar el lugar mental donde, sin embargo, pican.
Lavan caderas con envergadura de negra
palmas / palmas / dientes
zapatea en la arena.
*
Si pulmón todo infla, piedras que respiran en la noche y expulsan luz porque se confía, se empuja el suelo, se escribe con las patas, se va contra el cemento, pero con encantou.
Escamas como serruchos como te pisan con tacón puntilla como te pegas el dedo meñique con la esquina como arde y pulsa como quien se devora al hijo como la histeria y su agudeza como totalizar como sacar el aleteo ardido de la boca del Titán como una guerra invisible como adelgazar para que no se note la edad como los huracanes que sueñas como el nutriente eterno en la boca del Titán.
Aire hinchazón esa caja torácica que se abre más allá del cuerpo más extendida hasta la naturaleza porque día a día como si estira rana estruendou a mi lado palmas no sabes el dolor que siento en la mañana no sabeu
*
Colores: rojo en el lugar del adentro que se abre inteligente.
Ampliarse al color en la oscuridad, sin parpadeo, solo branquias. Masas verde neón son el roce planetario.
Una multitud de chamanes que meditan al unísono, en medicina.
Lunas de arroz por la carretera que aparecen y desaparecen.
En el sueño de los chamanes en medicina. Y nosotros. Solos.
Todo se abraza, se idolatra.
Hoy es luna en la corteza de la tierra. Estrellas de hielo en el campo de trigo lunar en la tierra.
Porque la masa y los pelos reciben, porque la piel absorbe, en la tierra. Por lo pisos granate de Amazonis Planitia.
Atardecer en azul, despertar en cielo rojo, tres de la tarde en horizonte verde, piso seco como mil millones como tres mil millones de seres humanos que zapatean al unísono, en la tierra.
Fibras volátiles teñidas de naranja son la piel del sentido solar. Ver los hilos del aliento. Amasar las estrías rugosas del aliento. Una pantalla alucinatoria que viaja en planos de intensidad.
La telaraña del encuentro en un espacio digital.
Cuarzos, dinamita en las lunas del futuro, pero no digas futuro, haz el futuro. Haz los cuarzos luego la dinamita.
Son bolas de fuego que giran iracundas en el llano.
Salen a medianoche conducidas por los magos.
Y se multiplican.
*
Esto se reza, se calienta. Son lentes.
Como unos chorros.
Pero también soplos, paloma.
Impulso.
Como si tú y yo escribimos juntos estos impulsos.
Unos locos atados por pupilas que transitan por canales nerviosos. Entra.
Como un loco que escucha. El día y canaliza.
Pero tú no canalizas. Tú te esmeras.
Unas bolas. Unas masas. Unos remolinos. Juntos. Esos remolinos. Untados. De Vida.
Me armo de una teoría para poder.
Me compongo una teoría para existir en el cuerpo que es
y me duplica
se resiste y se intensifica
fuego.
Uso una teoría pa’ decir pa’l llano pa’ pararte y sentarte pa’ pararte y sentarte.
Me apoyo en una teoría para entender por qué cuando hago hago y por qué hago, así como hago.
Una teoría para que el cante cante.

Autor
María Paz Guerrero
/ Bogotá, Colombia, 1982. Poeta. Es autora de los libros Ranura. Antología poética (2018-2022) (2022), Dios también es una perra (2022 y 2023), Lengua rosa afuera, gata ciega (2021) y Los analfabetas (2020). Dios también es una perra fue traducido al inglés (2020), francés (2022) y alemán (2022). Actualmente termina un doctorado en Teoría de la Literatura en la Universidad de Zaragoza y trabaja como profesora de tiempo completo en el departamento de Creación Literaria en la Universidad Central (Bogotá).