noviembre 2024 / Inéditos

Darle peso a una sombra nueva

 
I. Cronos
 
Dios esconde el tiempo en su boca:
nos ha tragado los huesos
encerrando la condena en la piel.

Somos la reverberación,
una verdad en desacuerdo
que no se escucha hasta repetirse.

Es Dios que entre su llanto
nos quiso devolver la vida.

Mi destino se quedó atorado en su garganta:
es el nudo que me ancla a él.

 
 
XIII. Narciso
 
Mi cuerpo habita otro espacio,
pertenece a otra sombra:
un nombre diferente al mío
lo coloca del otro lado,
un lugar al que no pertenezco.

Cautiva por la piel
que envuelve mi reflejo,
imito con delicadeza
su discurso de felicidad,
mientras bebemos
del mismo estanque.

Sobre su orilla
me he enamorado
de la imposibilidad
de ser yo.

 
 
XVI. Sirenas
 
Si las sirenas hablaran
con un lenguaje distinto,
sin restos de sal
que bajase
como espuma sobre el caracol de la oreja,
entenderíamos su canto.

Colgarnos estrellas sobre el cabello
no nos guiará al Norte.

Somos el espacio hueco en el mapa:
una isla entre constelaciones.

Lo infinito del mar
no somos nosotros:
jamás hemos sido el reflejo.

Si las sirenas hablaran
dirían que la soledad confunde,
que el océano es Dios
y ellas sólo una forma de llorar.

 
 
VI. Anfítrite
 
La tristeza cabe en un cuenco
que se bebe a sorbos.

El agua es un ave liviana,
una fuente azul en gotas
que drena los párpados.

Sal dulce que baja por un río lento,
que humedece las mejillas
y al caminar traza
alivio en la piel.

La tristeza es la orilla que se llena
y sumerge lentamente
a quien la bebe.

 
 
IX. Andrómeda
 
El oráculo
entrega el tiempo por la vida.

La costumbre
termina por formar la roca
que nos encadena
a una sola mirada del paisaje.

Por arriba de los muelles
en esta vista
se suscita
el gesto revelador
de no querer ser salvada.

 
 
XI. Afrodita
 
Pensar en el cuerpo
es llenar imágenes con la voz del otro
darle peso a una sombra nueva
y habitar paredes
que ahora encierran dos.

La belleza de entregarse
consiste en desvestir al tiempo
y encontrar el mismo cuerpo a diario.

La forma de nacer
entre dos seres que ya están vivos.

 
 
XVI. Odiseo
 
La estasis del cuerpo es concedida por la lengua:
se vierte haciendo líquida la palabra.

Así cabemos en el mundo
moldeando y deformando la sangre.

Intercambiando el sonido
por mentiras
para después evaporarnos
y de nuevo
ser u
   n
   o
    ser ola
       ola tras ola
            ola tras día
hasta caer.

Sé navegar porque la palabra es agua
y detrás de ella
       se escurre el mundo.

 

* Poemas pertenecientes a Ecos de Monte Olimpo, LibrObjeto Editorial, 2024.

 
 

 


Autor

Dreyk Rivas

/ Estado de México, 2000. Forma parte de la segunda generación de Nido de Poesía en LibrObjeto Editorial. Su obra ha sido publicada en revistas como Página Salmón, Nocturnario y Punto de partida. Actualmente estudia en la Facultad de Medicina de la UNAM.

noviembre 2024