El nacimiento de un plátano
Hay que mirar la base,
fijarse si tiene buenas caderas,
así tendrá hijos fuertes,
dice Hernán y palmea
el costado gordo de un plátano.
Elegirá un retoño.
El otro muere, la madre también:
una vez que ya engendró
sus racimos de bananos.
Es una campesina
que chilla de noche
cuando la cepa se abre,
la vaina violeta rota a los lados.
Nace una banda de bananitos
de culo, ya se van a torcer
en la curva de costumbre.
Contra todo pronóstico
se arquean al cielo: dan
la espalda a la gravedad.
Así las cosas en la tierra
nacen como quieren.

Estatua de San Antonio
Es mi favorito.
Tiene cansadas las orejas
por las cosas que pierdo,
ay, San Antonio, las llaves,
ay, San Antonio, ese libro,
dónde dejé el documento,
me falta la garantía
del amor: si aparece
juro que rezaré tres avemarías.
Otras mujeres lo ponen boca abajo
en vasos de agua, le quitan
al niño de las manos, lo encierran
en el congelador para que les cumpla
la promesa de un marido. Él escucha, quieto.
Nació Fernandinho de Lisboa,
yo le pido que me dé
unas cuantas sardinas a la brasa,
comerlas con las manos, bajarlas
con un trago de ginjinha
y que borracha me saquen a bailar.
La traductora
Qué haré con estas manos,
tan hábiles, nacidas para el amor.
Rebuscan unas monedas, arrugan un boleto,
escriben una nota y abren una fruta.
Ellerinesaglik; me enseñó Ipek en turco.
Significa salud a tus manos.
Se pronuncia luego de una cena extraordinaria,
en agradecimiento, cuando las berenjenas se deshacen
salud a tus manos y lo anota en mi cuaderno.
Al lado, garabatea gezgin, viajera.
Prometimos encontrarnos en otra ciudad;
intercambiamos palabras en nuestras lenguas,
confesiones, secretos e historias
como sólo dos mujeres pueden hacerlo.
El sol lloró el año en que nací
El año en que nací
multaron al capitán del barco petrolero Mar Egeo
por un derrame: aparentemente un accidente
que dejó una marea negra por La Coruña.
En los meses que le llevó
a la Tierra trasladarse en una órbita elíptica
en Colombia estallaron coches bomba
y Medellín se la pasaba entre narcos y duelos.
Ricky Martin publicó su segundo disco solista
que tituló Me amarás.
En ese tiempo salió Mortal Kombat 2
y fue justo un 2 de diciembre cuando la policía
mató en un barrio al occidente de Medellín
a Pablo Escobar Gaviria.
El año en que nací, 1993,
un hombre se la pasó pidiendo amor en radio,
mientras otros lloraron a sus muertos,
parce, marica, jueputa, ¿cómo puede haber tanta sangre?
Se llenaron las retinas de un combate mortal,
las aguas negras se deslizaron por la costa española
y me trajeron al mundo, mis padres
en un gesto de amor
que todavía sigue sucediendo.
Quizás necesitábamos un poeta,
que se detenga con cuidado a preguntarse,
que le escriba a la vida,
que intente
hilar palabras
sanar lo que pasó
bajo el sol
mientras
giraba.

Foto de la Torre de Hércules a la luz de las llamas del petrolero Mar Egeo, que se incendió en diciembre de 1992. En 1993, el capitán del buque, Stavridis, fue multado.
La quema del Año Viejo
Cuando los días son más largos y las calles
se alumbran, se prepara el Año Viejo:
con los pantalones cuarteados,
una camisa que no cierra,
el sombrero roto que dio vueltas por la casa
y nadie se decidía a tirarlo.
Quizás lo sienten en el portón,
contra las buganvillas
mientras sus viudas salen a despedirlo
entre tragos y pedir monedas.
¿Con qué habrás llenado el tuyo?
Pregunto como vieja amiga.
Completo las mangas del mío
con un puñado de dudas,
el pecho con tu voz por la noche,
en los pies, los kilómetros
queme faltaron atravesar.
Enciendo las preguntas con querosén,
más vale que prendas las tuyas con cuidado
antes de que te quemes los dedos.
Veo deshacerse al muñeco
en brasas que vuelan
y se alejan de mí, no son más,
ahora son del cielo.
Al este de la Muralla China
El paso Huanghaii se hunde en el agua,
la muralla que cruza las montañas Yan
desemboca en el mar.
Uno podría rodearla nadando.
¿Por qué la piedra cree
que puede contra miles de granos de arena?
¿Pretende separar la rompiente de una ola?
La muralla se interrumpe
en los ríos o montañas escarpadas:
la geografía es la verdadera coraza.
Sería imposible que un ejército de mongoles a caballo
cruzara el torrente caudaloso,
el filo de la cumbre bajo el peso de las armaduras.
Las paredes más altas no se superan galopantes,
cargados de alforjas y espadas.
Quien quiera conquistas, que vaya a pie,
paciente, con la comida justa
y camine hasta el corazón.
Efigie a la costa
Me tatuaría el dibujo que se forma
al observar a varios miles de metros
la costa de África:
ningún árabe que conocí
tenía tatuajes,
el islam no alienta
las representaciones pictóricas de Dios
ni la tinta en los cuerpos:
me lo dijo un hombre,
sonreía mientras hablaba rápido,
Yallah, nos apuraba
pero me hiere dejar esta tierra
y desde el mismo centro
del grito bereber
que nace el pecho y el estómago
me juro que sonarán
los tambores cuando vuelva.

Autor
Milagros Corcuera
/ Buenos Aires, Argentina, 1993. Escritora y licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires. Se especializa en un posgrado de literatura infantil en la Universidad de San Martín. Trabaja como docente, mediadora cultural y bibliotecaria. Ha publicado los libros Trasandina (2018), Trasandina (2018), Una pared llena de exvotos (2022) y el fanzine ilustrado Gabinete de curiosidades junto a Ara Birds, así como poemas y crónicas en diversas antologías y revistas como Vallejo & Co., Granuja y Casapaís. Fue becaria del Taller de Poesía de la Fundación Pablo Neruda (2018) y del Laboratorio de Escritura Territorial (2021), y ganó el I Concurso de Poesía de Fera 2023. Desde 2018 integra el Taller de Poesía de la poeta y editora Natalia Litvinova.