Anaïs Abreu D’Argence, Heredar. UANL, Monterrey, 2024, 102 pp.

“La herida —nos dice María Auxiliadora Álvarez en el epígrafe de Heredar, el más reciente libro de Anaïs Abreu D’Argence (Ciudad de México, 1982)— es un animal vivo en la boca”. En la boca: los labios, los dientes, la lengua, el paladar, en los órganos que generan y amplían el sonido de la voz. Pareciera necesario vociferar eso que nos habita dolorosamente para conseguir verlo a los ojos y escudriñarlo, como lo sugiere Chantal Maillard en Matar a Platón: “La herida nos precede, no inventamos la herida, venimos a ella y la reconocemos”.
Si, por otro lado, leemos la entrada de “heredar” en el diccionario, vemos que, en resumen, su significado primario es “recibir”. Tomar, hacerse cargo, admitir; queda implícita la inclinación a hacerlo, la voluntad abierta, dispuesta a la aceptación de aquello que se hereda, sin cuestionamientos.
Heredar emprende, pues, un viaje por la historia personal y familiar del yo lírico a través de pequeños destellos (textuales, visuales) de su infancia y su adultez con el fin de reencontrarse con esa herida-herencia que hoy es la causante de incontables cuentas del psicoanalista y recetas médicas. Entre sus páginas, se cuestiona además la noción de familia como refugio intachable, y se les da justo peso a las interacciones familiares (en especial las relacionadas con la figura paterna) que han sido determinantes para el desarrollo emocional de la protagonista.
Como lectores de Anaïs Abreu D’Argence, acudimos a este libro, a esta herida-herencia, a atestiguarla. A observar nombramiento en forma de arte, de voz verbal y pictórica: poemas visuales que parten del álbum familiar de su autora; collage, recortes, superposiciones de objetos simbólicos que reescriben la historia del yo herido; versos construidos sobre el robusto andamiaje de la vulnerabilidad.
Con la presente muestra de los poemas e imágenes que conforman Heredar, se evidencia, primero, la potencia poética de la autora, latente en su habilidad como artista interdisciplinaria, pero también la naturaleza dual, en apariencia contradictoria, de ese retorno a las raíces: obras de una dulzura inusitada que coexisten con memorias punzantes, violentas.

tren
1.
sigo las reglas las recomendaciones
los litros de agua para la resequedad
que en realidad es un resquebrajarse
del organismo te vuelves
más árbol que persona
tratas de anclarte a la tierra a pesar
de que has roto con lo que llaman raíces
contemplar los efectos secundarios.
sobrevivirlos (si se puede)
2.
3.
acudo a la farmacia
pongo mis datos personales
“me hago cargo” cada jueves en un sillón
por las noches sólo una copa
nada de drogas recreativas
me pregunto cómo será todo para ti
entre el tafil que consigues
de manera clandestina
y el alcohol
es decir
si nuestras vías del tren se encuentran en un mismo destino

rincón
cuando escucha música
no existe nada más
el de antes intenta
filtrarse por hendiduras
largas como una partitura
en la frente
lo reconozco en la mirada
ese momento de dejarse ir
detrás de un chelo
es su única libertad posible
todo lo demás se ha hecho
y es demasiado tarde
en su silencio parece murmurar:
no somos más allá de este sonido
intraducible
sería mejor nunca decirnos

venganza
cuando murió su madre
juró dejar el cigarro
lanzó la cajetilla que horas después
estaría buscando con desesperación
el día en que murió su padre
abrió la urna
se metió un puñado de cenizas en la boca
predicó:
me como a mi padre
(es una anécdota que cuenta con orgullo)
siempre me ha gustado pensar
que por lo menos en parte
le entregaron las cenizas de alguien más
que mi padre se comió un bocado
(por lo menos en parte)
de un completo desconocido
paella
decías que picara el ajo muy chiquito
con cuidado de no cortarme
te gustaba contar esa anécdota
tú y yo en la cocina
escuchando algo de música
tal vez paco de lucía
éramos algo bueno ahí
yo era una niña pero
me dabas el cuchillo
no el más pequeño
entonces yo podía creer todo lo que decías
éramos algo
de las últimas veces que nos vimos
recuerdo la paella
misa de tres curas, dijiste
lo volvías a decir una
otra vez
mientras comíamos
ahora he preparado una paella
para ti aunque no vengas
es verdad que no te invité
busco en qué momento
perdí la certeza de que no volverías
es decir
de que tú ya no eras el que yo amé
las flores que recojo
y guardo entre los libros
siempre son para los que ya no están:
ellas habitan ese lenguaje
algo pasó más allá de nosotros
me dejaste plantada en la cocina
me dejaste con el cuchillo en la mano
hace unos meses todavía pensaba
cómo afilar algo en mi muñeca
son pensamientos en espiral
son gritos desde mi cuna
no soy de confiar
ahora
tengo esta manía de impulsarme
hacia atrás como si mi cuerpo insistiera en
contraerse desde el vientre y ceder a la caída
a veces
tienen que esconderme los cuchillos
sin embargo
estoy tratando de recuperar
la música
el baile con mis pies sobre los tuyos
(cierro los ojos y creo que tú los cierras de vez en cuando)
yo sé que puedo cortar el ajo
cada uno de estos vegetales
como a ti te gustaría
me aferro a la certeza
de que las cosas saben igual
aunque no seamos los mismos
por eso hago esta paella
es tuya
la voy a comer como ofrenda

mi padre fue el primero que me bañó
a mamá le daba miedo esa fragilidad de
un cuerpo recién nacido
mi padre me bañó mientras lloraba
al tocar ese otro cuerpo
que alguna vez se estuvo gestando entre sus piernas:
esto he hecho habrá pensado
y cuánto la amo
Autores
Anaïs Abreu D’Argence
Anaïs Abreu D’Argence / Ciudad de México, 1982. Escritora, editora, fotógrafa y artista multidisciplinaria. Egresada de la Escuela de Escritores de la Sogem. Fue becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas en dos periodos (2009-2010 y 2020-2011), así como de Jóvenes Creadores del Fonca (2014-2015). Es directora y creadora de La Dïéresis Editorial Artesanal. Sus libros de artista, donde combina su trabajo como poeta y como artista visual, se pueden encontrar en colecciones importantes de arte, como en las bibliotecas de las universidades de Stanford, North Carolina at Chapel Hill, Berkeley (California) y Nueva York, en Estados Unidos.
Michelle Pérez-Lobo
Ciudad de México, 1990. Poeta y editora. Estudió Literatura Iberoamericana en la Universidad del Claustro de Sor Juana y la maestría en Lexicografía Hispánica en la Escuela de Lexicografía Hispánica de la RAE. Fue becaria del Programa Jóvenes Creadores 2019-2020 del FONCA en Poesía, y recibió mención honorífica en la segunda residencia de escritura Casa Octavia-Dharma Books 2022. Es autora de la plaquette Lo que perdimos y otros poemas, e inauguró, en el marco del festival de poesía DiVerso, la exposición de libros intervenidos un texto es un lienzo es un texto. Fue una de las editoras de la revista independiente La Peste, y actualmente se desempeña como directora en Ediciones Era.