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Por Ricardo Migueles |
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No. 104 / Noviembre 2017
La figura y el estilo de Alejandra Pizarnik están presentes a lo largo del libro; la tristeza, el sinsentido, la locura y la soledad son hebras que unen los cuatro apartados de Todavía la sangre. Romina Cazón abre su poemario con un epígrafe de Pizarnik que como lentes sirven al lector para ponerse en sintonía con el tipo de luz y sombras que la poeta evocará y proyectará en nuestra mente; son lentes amarillos y rojos con los que miraremos el pasado con nostalgia, dolor y llanto; para así, reconocer este presente como un futuro pasado.
…pero le pasó (a Kafka) lo que a mí:
se separó
fue demasiado lejos en la soledad
y supo –tuvo que saber–
que de allí no se vuelve
se alejó –me alejé–
no por desprecio (claro es que nuestro orgullo es infernal)
sino porque una es extranjera
una es de otra parte…
Alejandra Pizarnik
Sabes que me pinto las uñas para que el tiempo pase
velozmente. No pasan las horas, tampoco me parezco a ti con
pintarme.
Sabes que ahora dibujo tu cuerpo para que el tamaño del lápiz
no nos separe, pero los trazos involuntariamente nos olvidan.
Reiteradas veces, vi a mi madre cuando se marchaba taciturna y
yo le lloraba la sangre. Recién ahora entiendo que ella me
escuchaba. El invierno pasado me dijo, que nunca se dio vuelta a
mirarme porque no quería morir en mis ojos, aunque nunca le
pedí que lo hiciera, porque yo no quería morir frente a su sombra.
Habría que ser Edith para darse vuelta y aguantar las piedras del
destino.
Habría que ser ella para golpear la nariz de los que violentan la
lengua.
Habría que ponerles una vela a los nombres sencillos en el día
de muertos y hacer oraciones con los dientes.
Habría que desobedecer.
Habría que despojarse.
[…] A los muertos los dejo en el cementerio, las almas descansan
en una vena de mi brazo izquierdo.
Gritar solitariamente la sangre, vaciarla en la blusa y en todos los cuadernos. Mañana será un día con otro lenguaje: haré el amor y
prepararé huevos. No más la evocación a la madre ni al padre.
Gritar para que no se rompa el espíritu en el baño de un bar, llorar
con vino tinto y tabaco. Vomitar los recuerdos y más tarde
aguantar la resaca en la sangre.
*La poeta Romina Cazón, de nacionalidad argentina, es también artista audiovisual y promotora cultural con un discurso marcadamente feminista, radica en Querétaro donde dirige una revista de poesía llamada El Humo http://www.revistaelhumo.com/. Así mismo, es la única poeta Latinoamericana que hace poesía con formato Gif.
http://elgritoliterario.blogspot.mx/2016/05/romina-cazon-la-poeta-del-gif.html