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Un delicado equilibrio |
Música y poesía |
Por Jorge Fondebrider
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No. 55 / Diciembre 2012 – Enero 2013 |
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Un delicado equilibrio |
Música y poesía
En el capítulo al que corresponde el fragmento citado –más precisamente “Topologías de la cultura”–, Steiner continúa demostrando hasta qué punto la composición basada en textos poéticos es equivalente a la traducción de poesía y para ello se sirve de una serie de ejemplos- En algunos de ellos, pone el énfasis sobre cómo un texto se potencia a partir de una buena transposición que sepa interpretar el tono de base; en otros, señala cómo una mala comprensión da lugar a equívocos que sólo convierten al texto en una mera excusa. Estamos acostumbrados a las excusas: a ver cómo para potenciar una obra mediocre se parte de un autor indiscutidamente excelente como si la sola mención de su nombre obrara como una suerte de magia que borrara todo atisbo de chapucería. Pero las cosas, no siempre funcionan por simple acumulación. Ahora bien, para complicar todo aún más, tenemos un texto de base con todas sus complejidades retóricas; tenemos un compositor, con todo su arsenal de recursos y técnicas, que pudo o no haber entendido el texto inicial; tenemos finalmente un intérprete que, con una buena lectura puede potenciar el trabajo previo o, con una mala, provocar el derrumbe de todo el andamiaje. Como se ve, un delicado equilibrio que vale tanto para la música de tradición culta como para la música popular. Si no, vayan y escuchen “Mrs. Robinson”, de Simon & Garfunkel cantada por Frank Sinatra –quien en este caso logró una auténtica porquería respecto de la versión original– o “Send in the clowns”, el tema de 1973 de Stephen Sondheim, en las maravillosas versiones de Sinatra, con arreglos de Gordon Jenkins, o de Van Morrison, con el grupo de Chet Baker en Ronnie Scott’s y compárense esos prodigios con las bizarrerías pergeñadas por Ray Conniff y Grace Jones. Puaj. |
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