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Robin Hood: la transmisión de la historia por la música |
Por Jorge Fondebrider |
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Robin Hood: la transmisión de la historia por la música |
Música y poesía
La balada es prima hermana de los romances españoles. Podría definirse como una composición narrativa en verso, de naturaleza anónima o trasegada por la transmisión oral que, combinando elementos épico-líricos en una secuencia dramática, se destinaba al canto o a la danza. Aunque no existe acuerdo entre los eruditos a propósito de la autoría individual o comunal de las baladas, todos coinciden en que su transmisión fue oral, por estar destinada a un público iletrado. El proceso podría resumirse en los siguientes términos: alguien –o un grupo– compone una canción para conmemorar algún acontecimiento histórico o local; si la canción prospera en la comunidad, a medida que se la canta va sufriendo distintas variaciones y, poco a poco, ciertos elementos son descartados en provecho de otros nuevos que van incorporando los sucesivos intérpretes; cuando la canción se propaga hacia otras comunidades, el proceso se repite, recibiendo nuevas improntas locales, algunas de las cuales son radicalmente opuestas a las que le dieron origen. Las variaciones, entonces, pueden darse dentro de una misma comunidad a lo largo de varias generaciones, o en distintas comunidades durante una misma generación. Como regla inexorable, sólo sobrevive aquello que resulta esencial. Hay distintos tipos de baladas. Las que aquí importan son las verdaderamente antiguas o tradicionales, que se localizan en zonas bien determinadas donde la tradición baladística se desarrolló y desde donde se expandió hacia otras regiones de la isla e, incluso, de ultramar. William Entwistle estudió el problema y llegó a la conclusión de que las regiones de tradición baladística más antiguas son 1) el sur de Inglaterra, 2) las Midlands, 3) la frontera anglo-escocesa, 4) las Tierras Bajas de Escocia y 5) el noreste de Escocia. De todas, la más importante es ésta última. El gran cantante y musicólogo A. L. Lloyd escribió que “las más de 40 baladas de Robin Hood –el único personaje que aparece en un considerable número de canciones, apenas idealizado, por lo que puede considerarse como el héroe baladístico más popular de la tradición inglesa– desarrolla sus aventuras en términos de la vida de todos los días, con todas sus contradicciones”. Y agrega que en él “la mitología y la historicidad son irrelevantes”. Por su parte, el estudioso Albert B. Friedman sostiene que “Estilísticamente, las baladas de Robin Hood son un clase en sí mismas”. Su afirmación se apoya en la artificiosidad de los escenarios en los que transcurren, eminentemente ingleses, por lo que señala la dificultad de su exportación a Escocia, Irlanda o Norteamérica, que, sin embargo, se inspirarán en el héroe inglés para cantar a sus propios héroes bandidos, desde el siglo XVI hasta la actualidad. |
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