septiembre 2024 / Inéditos

Las olas, de a poco, se van apagando

 
Puerto Juárez

I

Jamás vi arrastrarse al viento a más de 280 kilómetros por hora
como en aquel septiembre que todavía retumba
donde los barcos se paseaban por la acera
y las casas, ya sin techo, bebían del agua.
La hierba dilapidó los autos,  
la oscuridad engulló toda luz y todo sueño.

 
 
II

Gilberto nació el octavo día del noveno mes
doce años antes de originarse el tercer milenio.
Teníamos la esperanza del sosiego
y que, sigiloso, apaciguara su cólera ondulada.
Pero la presión alta ennegreció la noche.
Gilberto sostenía la furia de la brisa,
bramaba de sus fauces el tornado,
arrojaba sin tregua los postes cabeza abajo.
El agua de su pelo lloraba un canto de tiniebla
secando las palmeras, para después mojarlas nuevamente.

 
 
III

Cuando Gilberto sopla, tuerce los metales,
desmenuza los maderos y los frutos,
deja que el agua estancada rebase la altura de los niños.
Ni el calor se siente después de la desdicha.

El sargazo levantó las calles cubiertas de arena
mientras los árboles caían fusilados,
tres soplidos más para que el cielo se hunda.
No bajan las garzas al escombro
tampoco el agua llega desde hace cuatro lunas.

 
 
IV

Cuando Gilberto jadea, duerme después del apareo,
pero hay veces que se escucha sólo su respiro
y su boca luce quebrada a costa de ulular tanto.

El sol apenas muestra una parte de su rostro:
pescadores que no hallaron tierra u orilla que los sujetara,
hombres que no se despidieron,
cuerpos sepultados que devuelve la marea.

Las calles que quedaron resisten sin sus casas
las casas que quedaron nos miran sin ventanas.

 
 
V

Envejecimos en Puerto Juárez
y ahora nos agrietamos como el pavimento.
Aquí nos quedaremos a soportar el hambre,
a proteger la gente que los muros no ampararon.

Perdimos la estufa que partió flotando,
la techumbre de lámina cual papiro.
Gilberto se tragó las avenidas y regurgitó los esqueletos.

 
 
VI

Todo lo crea y lo destruye el agua,
todo también la arena,
después de un periodo seco.
El fuego llega donde el mar no pudo
calcinando el medio día,
y el espacio del silencio.
El hogar ahora está lejano,
nos contemplamos como esperando una promesa,
una palabra
o un milagro,
un presente vivo como vuelo de gaviotas,
respirar la calma del océano,
mas amanece lento
y las olas, de a poco, se van apagando.

 
 
Retrospectiva

5

Cuando púrpura la tarde sea
y ella guarde lienzos, ropa, indecisiones
el blanco ritmo de la sábana
y deje tres macetas donde se almacene un tallo
creciéndole sus dedos, sus verdes piernas de venada,
la seda de sus párpados como un bautismo cuando abren
y rote el óvalo que la distingue nacarado,
con el deseo de un niño por descender de la matriz o el arca.
Cuando la luz descienda
entre las manos
el sol debajo de su pecho.

 
 
4

Envejecen y cada uno se corta con un filo diferente,
se clava en un madero diferente,
llorando la derrota misma.
Inevitablemente están envejeciendo
las manos separadas
la vista hacia un rincón de cada esquina.

¿En dónde se les va la vida?
si andaban liebres esquivando balas,
cierto es, que las sierpes y el azar
muerden por la espalda
en cualquier mínimo despiste.
Ahora lloren, que está cercano el tren que se bifurca
y ya no habrá primeras veces, refugios o arrebatos,
un día olvidarán los planes que esculpieron
cincelando un viaje a la isla de Sumatra
o danzar junto a un charango en Machu Picchu,
porque todo se transforma o se aleja;
los teatros, los jardines, las campanas,
la prisa por dormir temprano,
los tangos en la calle Zacatecas
y hasta los desnudos cuartos amarillos
se irán desvaneciendo cual tizones.

Cúbralos la ingravidez de un faro,
y oren
que esto es una amarga pena entristecida.

 
 
3

Si llegara, si una mujer llegara a recostarse
en este lado liso, si llegara
al hueco de mi hombro su cabeza de caballa negra
aquí, donde me está doliendo
a recostar sus muslos, si esa mujer
caminara con sus yemas sobre mis pulmones
mientras duermo, aquí, en este lado liso
en donde siempre estuvo.
Si no se fuese, si llegara, aquí
donde me está doliendo.

 
 
2

Imaginé que entrabas como un cuervo
y te arrancabas el vestido
como alguna vez lo hiciste encima de mi pecho.
Parecías una diosa griega cabalgando:
la cabellera al aire, al aire un grito de guerra,
del aire me impregnabas la quietud del navegante.
Pero qué pronto se nos fue la vida.
Lo que se imagina o sospecha
resuelve en vaho que se borra en otro vaho.

La compasión no hará que vuelvas,
este dolor tendrá que ser vivido
y esta herida, que traspasa la corteza
hasta llegar al esqueleto
en donde acaba todo rasgo humano,
tendrá que ser bebida a secas.
Escribir y escribir sólo,
herirse para recordar, poder decir,
llorar y silenciarse un poco.

Imaginé que entrabas como un cuervo
y que dejaba la ventana abierta
y que no te ibas del regazo
con el fruto eterno de la vida.

 
 
1

Mientras la enredadera les ofreció un cuerpo compartido
no hubo funerales, oficinas, notas rojas en los cruces
o disparos entre los columpios.
Había, en cambio, un árbol en el centro meditando
como si supiera que alguien ahí se colgaría.

Se ha hecho púrpura la tarde,
pareciera que el sonido tiembla.
Desprendan sus manos soñadoras
es hora de incendiarse,
de navegar a prisa.
Ella buscará en la arena un remo
con el agua que la sigue y la recubre,
en tanto, ha partido ya definitivamente.
Él reirá a doble llanto
el cielo está a punto de cerrarse
es hora de repartir el alma
como grano de pan a las palomas.

 

 


Autor

Diego Arredondo Morales

/ Estado de México, 1987. Poeta. Licenciado en Sociología por la Facultad de Estudios Superiores Aragón de la UNAM y especialista en Literatura Mexicana Contemporánea por la UAM Azcapotzalco. Estudió Etnomusicología en la Facultad de Música. Ha sido beneficiario del FONCA en Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales 2019 y del PACMyC con su intervención Sonoridades: del mercado a la palabra. Entre otros premios cuenta con el primer lugar en cuento y segundo lugar en poesía del Concurso de Creación Literaria de la Facultad de Química 2023 y tercer lugar en poesía en el concurso de Trilce de Australia. Director de la colección de literatura mexicana Entrecruzamientos. Ha publicado dos libros de poesía: Astral (2017) y Conversaciones con un espíritu angustiado (2022). Actualmente cursa la Maestría en Literatura Mexicana del siglo XX en la UAM-A.

septiembre 2024