marzo 2024 / Inéditos

Balada en honor a la codependencia

 
Escribo

Escribo con las fauces abiertas
y el deseo en alto.

Escribo ante la imposibilidad
de arrodillarme.

Escribo para quienes
creen que lo han perdido todo.

Escribo para acallar un silencio
que al fin puedo nombrar:
violencia.

Escribo quién soy para no perderme
entre los mandatos
de lo que debí haber sido.

 
 
Balada a la codependencia

Un mar de sábanas blancas
llega hasta la orilla de la cama.

Por un lado el vacío
y por el otro, las barras
que enmarcan y aprisionan.

Sábanas limpias.
Las almohadas
se acurrucan
una en otra y resplandece
la blancura.

Todo ha sido
amorosamente calibrado.

La cama domina la habitación.

Esto es el escenario para una balada
en honor a la codependencia.

 
 
Segunda lengua

Creamos un lenguaje
lleno de lugares comunes.

Los días fueron habitados
por la voz del otro.

Así nos mantuvimos
hasta que me nombraste
            asfixia
            vientre colgado
            sobra
            bolsa de basura
            sobra
            de las sobras.

Las palabras rompieron
contra mi cuerpo.

Nunca pensé
que ese idioma
iba a costarme tanto.

 
 
Miedo al dolor

Temo a la colección de adjetivos
que acompañan el dolor
y al fraude verbal
de las supuestas mejorías.

A pesar de los registros
soy incapaz de hablar de esto.

Cada vez más aislada.

Mi situación me avergüenza.

 
Temo a las imágenes
repetidas en cientos de mujeres:
el cuerpo
               contrahecho
arrastrado a la misma mesa
a la misma noche
al mismo vacío.

Es patético reconocerse
en la tristeza de las otras.

Hay una culpa ciega
por no ser suficiente.

Alguien toca la puerta.

Domino la tensión del día.
El dolor de examinar el dolor

y continúo con mi desplome.

 
 
Presagio

Mamá va a morir.

La promesa de su falta
me da la fuerza que necesito
para disolver esta perpetua noche

donde mis hijos
son el único punto
luminoso.

 
 
Las aves de mis manos

Los pájaros me miran
desde sus nidos
detrás del cristal de la ventana.

Aquí dentro
hay aves en las sombras
de mis manos.

Nos hacen compañía
sus aleteos
y sus trinos
llenan el espacio.

Los reflejos confunden
a los pájaros de afuera
como si en mi casa
hubiera aves domésticas
que no sienten miedo
de estar encerradas.

Pasan
por las paredes,
se detienen
en cables invisibles.

Un pájaro del mundo
se estrella contra el cristal
y cae al piso

tiembla con sus alas rotas.

En desbandada
los otros pájaros
se alejan.

No hay angustia mayor
que la de un ave que agoniza.

Tomo la muerte entre mis manos.

Mis dedos de ave rozan
el diminuto cadáver
al tiempo que surcan
voraces
los cielos
de las paredes que nos confinan.

 
 
28/03/2020

Estaba segura de que mi madre
daría la vida por cualquiera de nosotros.

Internarse en el fuego
a pesar de tenerle fobia.

Cortar el cable de la escafandra
si el barco necesitara perder peso.

El día que enfermó
intentamos inventarle
una nueva vida
pero ella quiso conservar la suya
en una patria de sábanas
medicamentos y estudios.

Así fue hasta que la cuerda
del dolor fue apretando
y su cuerpo se convirtió
en un paisaje imposible.

Mi madre
murió mientras decía:
            me alegra saber que aceptas
            lo imperfecto del futuro.

 

* Poemas pertenecientes a Nacieron flores en mi boca cuando olvidé tu nombre (Espina Dorsal, 2023).

 


Autor

Maira Colín

/ Ciudad de México, 1978. Poeta. Ha ganado diversos premios nacionales e internacionales de poesía, ensayo, narrativa, teatro y guion cinematográfico. Ha colaborado en más de una docena de antologías de cuento, ensayo y poesía en México, España, Colombia y Estados Unidos. Fue becaria del programa Jóvenes Creadores del FONCA y pertenece al Sistema Nacional de Creadores desde 2022. Ha publicado libros de cuento, novela y poesía, el último de ellos: Nacieron flores en mi boca cuando olvidé tu nombre (2023).

marzo 2024