No me voy a detener aquí en la controversia que se plantea, tanto entre un buen número de poetas y de analistas del discurso poético como entre algunos teóricos de la traducción, de si la traducción de la poesía es posible, sobre todo porque el texto poético es en buena medida forma y, por definición, la forma, salvo en algunos casos aislados o entre lenguas muy cercanas, no resulta traducible.
Sin dejar de considerar con seriedad las diversas aristas de la afirmación de Robert Frost de que “la poesía es aquello que desaparece al traducir”,2 digamos, con Roman Jakobson, que “toda experiencia cognitiva se puede trasladar a toda lengua existente”;3 o con Umberto Eco, quien, en su obra Decir casi lo mismo, afirma que la traducción es “un desafío de no poca monta para los teóricos mismos que, aun elaborando teorías, se daban cuenta de que, de hecho y desde hace milenios, la gente traduce”,4 y con muchos más, quienes creen que la traducción de la poesía es posible, además de necesaria, aun cuando planteen ciertas reservas.
Prueba de esta posibilidad son las traducciones a innumerables idiomas de la Biblia, la Odisea o Madame Bovary de Gustave Flaubert, tan empeñado en “la palabra justa”. Sobre esta última novela, resulta interesante, por cierto, la afirmación de Vladimir Nabokov según la cual “estilísticamente es prosa ejerciendo la función que cumple la poesía”,5 de ahí que haya que convenir en que la poesía no sólo está presente en la sucesión de versos.
Prueba de ello, decía, y para agregar algunos ejemplos aún más lejanos a este hemisferio que llamamos Occidente, están las traducciones del Libro de la almohada, de Sei Shōnagon, o de los poemas de Li Po, por mencionar sólo algunos casos en los que el discurso poético está particularmente presente. Es muy probable que en las distintas traducciones de esas obras se pierdan matices o que se cometan errores con determinados rasgos semántico-culturales de los textos originales. Pero ¿podríamos imaginarnos sin ellas, para decirlo en pocas palabras?
Existen tres tipos de traducción que, a mi entender, son las que plantean más dificultades: la traducción médica, porque una mala traducción podría poner en riesgo la vida de un paciente; la traducción jurídica, porque un contrato o un litigio mal traducido podría suponer graves consecuencias para las personas implicadas; y la traducción poética, en la que los aspectos connotativos, polisémicos, asociativos, afectivos, rítmicos y formales, entre otros (perdón por la larga lista), pueden verse afectados en mayor o menor grado. Por este aspecto, la traducción de la poesía es, según Paul Ricœur, “trabajo del duelo”,6 por aquello de las pérdidas que sufre la traducción en comparación con el texto original, y también porque existe, en el texto original, una “unión inseparable del sentido y la sonoridad”.7
Podríamos decir que la traducción de poesía se puede abordar básicamente de cinco formas: o se traduce en versos y sin rima (fue lo que hizo Emilio Coco, traductor de Carmen Nozal, en todos los poemas no rimados de A veces en la vida); o se traduce en versos medidos, pero sin rima (método practicado por el traductor en los sonetos endecasílabos de la autora); o se traducen los poemas medidos y rimados en versos también medidos y rimados, que es la tarea más difícil de las tres y con la que no están de acuerdo muchos poetas y traductores de poesía. La cuarta solución consiste en la traducción-recreación, que es aquella en la que traductor, por lo general también poeta, se toma las mayores libertades y, a partir del poema original, recrea su propia obra. El quinto método posible es trasladar la poesía a textos en prosa, como hizo François Victor Hugo (el hijo del novelista) con Shakespeare, o Mallarmé y Baudelaire con la poesía de Edgar Allan Poe. Cabe reproducir aquí la opinión de Baudelaire quien, aludiendo a la traducción rimada de El cuervo, de Poe, decía que no era más que una “payasada rimada” (singerie rimée).8
Mi argumento fundamental ante la traducción de esta bella colección de Carmen Nozal (España, 1964), hecha por el también poeta Emilio Coco (Italia, 1940), es que, salvo algunas nociones propias del español de México y del español general empleadas por la poeta —algunas de las cuales el traductor explicó en rápidas notas de pie de página (jarcha, jicarearse, Lupe, Citlali, los colores de los republicanos y de los franquistas en la GCE)—, éste no se vio confrontado a grandes dificultades de índole temática o formal, por ejemplo en las características prosódicas y de construcción de los poemas.
Por el lado temático, no veo grandes diferencias entre el modo en que entendería y viviría estos poemas un mexicano, un español y un italiano en la traducción. Los temas de Carmen en esta colección son “el amor y el dolor por los más próximos o lejanos”, como bien dice Alfredo Pérez Alencart en el prólogo. Con el término “dolor”, el prologuista se refiere, desde luego, también a la muerte en sus dos vertientes: la pérdida y el asesinato. Entre los temas yo mencionaría, además, la relación con lo sagrado, con la libertad, con la guerra y sus secuelas. Ninguno de estos temas escapa a los lectores italianos, quienes, por otra parte, pertenecen a un país que ha sufrido una guerra en época relativamente reciente, un gobierno fascista, mafias y fosas comunes.
¿Cuál es mi segunda constatación ante esta traducción? Por un lado, se trata de una traducción del español al italiano: dos lenguas emparentadas y, por lo tanto, con características morfosintácticas y semánticas en alguna medida cercanas. La tercera observación es que Emilio Coco no tuvo que lidiar con la rima ni con el metro al trasladar al italiano la mayoría de los poemas de A veces en la vida; por lo tanto, no se vio en la necesidad de plantearse si traducía, ya sea restringido por estas camisas de fuerza o, como fue el caso, concentrándose únicamente en los aspectos semánticos-connotativos y, desde luego, en ciertos aspectos formales, por ejemplo, la organización en versos. Dije en la mayoría de los poemas —sin metro ni rima, repito— por dos razones: una, porque sí debió considerar el ritmo, como en toda traducción de este tipo, al igual que las dificultades léxico-semánticas y afectivas que supone todo traslado de un idioma a otro, por más emparentados que estos estén; y la otra razón, porque hay en este recuento —ya lo dije antes— algunos sonetos en endecasílabos rimados.
Me voy a permitir leerles algunos versos que demuestran la cercanía (relativa, claro está) del italiano y el español en ciertos contextos:
los amigos, muchas fotografías, párrafos de soledad,
Y en italiano:
gli amici, molte fotografie, paragrafi di solitudine,
Notamos, en estos ejemplos, que en la traducción no se percibe prácticamente ninguna variación en el ritmo, en el número de sílabas o en la organización morfosintáctica.
Otro ejemplo:
ni fueron hechas para quedarse dormidas en el sofá.
Y en la traducción:
né furono fatte per addormentarsi sulla poltrona.
Otra vez, prácticamente el mismo ritmo, igual número de sílabas y similar estructura morfosintáctica. Observen también que tanto el español como el italiano presentan la flexibilidad de colocar el sujeto al final de la frase:
Non hanno tetto queste parole.
Por lo tanto, Coco no tuvo que alterar el orden en la traducción de este verso ni en muchas más construcciones de este tipo, es decir, V + O + S.
Les doy también un ejemplo de otra construcción tan española como italiana, esta vez de tipo S + V:
Palato della memoria ho
Otro aspecto que implica la existencia de paralelismos entre el texto original y su traducción se sitúa en el paradigma verbal. En prácticamente todos los casos, el traductor empleó el perfetto semplice (no muy utilizado en la lengua hablada en el italiano de las regiones del norte, por cierto), cuando la poeta empleaba el pretérito perfecto simple (los nombres cambian un poco, pero el efecto en la organización del enunciado es el mismo en términos de tiempo verbal):
che poté essere corale ma fu pietra.
Una ventaja de las lenguas romances —en comparación con el inglés, por ejemplo— es la existencia de un tiempo verbal que corresponde a un estado o una acción que se produce en el pasado, y cuyo principio y fin no se especifican: el imperfecto o pretérito imperfecto. Doy solo un ejemplo:
e mia madre si attaccava al braccio di mio padre.
Desde el punto de vista del ritmo prosódico y del desarrollo de la acción expresada por el verbo, es decir, el llamado “aspecto” (“aspecto inacabado” en este caso), el efecto que se crea en la traducción es muy similar. Observen también el refuerzo del paralelismo que se obtiene con la construcción misma del verbo, ya que los dos son pronominales: se tomaba – si attaccava.
Hay algunos efectos de sentido, asociaciones o connotaciones que sí se pierden en la traducción, pero no podemos esperar que el traductor explique todos los matices en notas al pie y, además, el traductor está en todo su derecho de interpretar, como cualquier otro lector, e incluso de adaptar. Es el caso del verbo “celestinar”, “banderillas”, “toquilla”, “Colegio Mayor”, que Coco tradujo, respectivamente, como ruffianare (alcahuetar), banderillas (decidiéndose por el préstamo), scialle (chal), College Universitari, entre otros.
En los sonetos, el traductor tomó la decisión de ir más allá del fondo y trabajar un aspecto de la forma, así que creó versos endecasílabos blancos en italiano, pero no se decidió a recrear la rima en los versos. Sin embargo, dadas ciertas similitudes entre la morfosintaxis del español y el italiano, concibió, tal vez sin quererlo, tal vez con plena conciencia de ello, algunos versos con rima. Veamos el soneto de la página 134, titulado “De la liberación que trae consigo el perdón”.
El segundo cuarteto del soneto lleva rima ABBA, y, como ven, el segundo cuarteto de la traducción también presenta rima ABBA:
…matarme, | A | …uccidermi, | A |
…perdieron, | B | …perduto, | B |
…murieron, | B | …morto, | B |
…quebrarme | A | …spezzarmi | A |
Algo que dije antes ayudó en ello: que el español y el italiano presentan similitudes morfosintácticas —en este caso, el pronombre “mi” pospuesto para las rimas AA y el morfema del participio pasado terminado en “to” para las rimas BB del italiano.
Hay dos o tres casos de rimas más (llamémosles involuntarias o sorpresivas) en la traducción de estos sonetos, aunque no presentan tanta regularidad como las que acabamos de ver.
Otro aspecto que me gustaría subrayar es que Coco tradujo verso por verso y sin necesidad de hacer encabalgamientos, salvo algunas excepciones en los sonetos, por la necesidad que tuvo de contar sílabas. Tampoco necesitó hacer desplazamientos de nociones entre versos, es decir, cambiando una determinada noción al verso posterior o anterior por la imposibilidad de que aquélla encaje en la versión traducida de un cierto verso. No cabe duda de que la traducción paralela verso por verso resulta más fácil, mutatis mutandis, cuando no se tienen que observar ni la rima ni la medida.
Volvamos a los sonetos para este tema de los escasos encabalgamientos. En el soneto de la página 138 (“De los sinsabores del cuerpo”) hay un encabalgamiento no paralelo en la traducción de dos endecasílabos:
del centro de mi ser. Desesperada
En italiano:
nata dal mio profondo. Disperata
Otro ejemplo, que podríamos llamar encabalgamiento inverso en el nivel de la traducción, se encuentra en el soneto de la página 142 (“De la búsqueda que hace el amante para encontrar al amado”):
hundí mi mano hasta llegar al fondo
Y en la traducción:
la mano sino ad arrivare al fondo
Podría continuar y hablarles de la forma en que encara el traductor los gerundios, las perífrasis verbales y otros aspectos verbales y nominales de los poemas. Podría también referirme al placer con que leí esta colección de Carmen Nozal, tanto en su versión original como en la traducida. Por último, me gustaría celebrar la publicación de esta libro en versión bilingüe, decisión que siempre se agradece, ya que permite confrontar y cotejar el original y su traducción y, para muchos lectores, prolongar el disfrute.
Eco, U. (2008). Decir casi lo mismo: La traducción como experiencia. Traducción de Helena Lozano Miralles. Barcelona: Random House Mondadori.
García de la Banda, F. (s.f.) “Traducción de poesía y traducción poética”, Centro Virtual Cervantes. https://cvc.cervantes.es/lengua/iulmyt/pdf/encuentros_iii/12_garcia.pdf
Jakobson, R. (2013). “On Linguistic Aspects of Translation”. En On Translation. Cambridge: Harvard University Press.
Nabokov. V. (2010). Curso de literatura europea. Introducción de John Updike. Traducción de Francisco Torres Oliver. Barcelona: Editorial Bruguera.
Nozal, C. (2022). A volte nella vita / A veces en la vida. Traducción de Emilio Coco. Nota de Alfredo Pérez Alencart. Rimini, Italia: Raffaelli Editore.
Ricœur, P. (2004). Sobre la traducción. Traducción y prólogo de Patricia Wilson, Buenos Aires, Barcelona, México: Ed. Paidós.

1 Nozal, C. (2022). A volte nella vita – A veces en la vida. Traducción de Emilio Coco. Nota de Alfredo Pérez Alencart. Rimini, Italia: Raffaelli Editore.
2 Citado por F. García de la Banda. (s.f.) “Traducción de poesía y traducción poética”, Centro Virtual Cervantes, 119. Recuperado el 20 de abril de 2023 de https://cvc.cervantes.es/lengua/iulmyt/pdf/encuentros_iii/12_garcia.pdf
3 Jakobson, R. (2013). “On linguistic aspects of translation”. En On translation. Cambridge: Harvard University Press, 234.
4 Eco, U. (2008). Decir casi lo mismo: La traducción como experiencia. Traducción de Helena Lozano Miralles. Barcelona: Random House Mondadori, 24.
5 Nabokov. V. (2010). Curso de literatura europea. Introducción de John Updike. Traducción de Francisco Torres Oliver. Barcelona: Editorial Bruguera, 103.
6 Ricœur, P. (2004). Sobre la traducción. Traducción y prólogo de Patricia Wilson. Buenos Aires, Barcelona, México: Ed. Paidós, 19.
8 Citado por U. (2008). Eco. En Decir casi lo mismo: La traducción como experiencia. Barcelona: Random House Mondadori, 376.
Autor
Rafael Molina Pulgar
/ Santo Domingo, República Dominicana, 1950. Lingüista, traductor y exdiplomático. Fue investigador en el Centro Nacional de la Investigación Científica de Francia, así como profesor en la Escuela del Museo del Louvre. Maestro de materias lingüísticas y de traducción en la UNAM, la Universidad Iberoamericana y el Instituto Superior de Intérpretes y Traductores, también fue subdirector de Investigación y Desarrollo en la Comisión Nacional Bancaria y de Valores. Desde hace más de 30 años se dedica a la traducción, habiendo trabajado para la editorial Siglo XXI, la Comisión Europea, las Naciones Unidas y el Parlamento Europeo, entre otras instancias.