agosto 2023 / Inéditos

Malquedicen ahora

 
Escuchado en el metro o de un amigo de un amigo

Mañana a primera hora / Pase lo que pase / Te lo juro no vuelve a pasar / Porque me llamo como me llamo / De aquí al cielo / El primer día del resto de nuestras vidas / Confía en mí / Te amo / No me digas eso / Me dueles / Nunca esperé eso de ti / No me lo merezco / Yo siempre te amé / Sé que lo prometí / No es por nada pero / Ponte en mis zapatos por una maldita vez / Se acabó el tiempo / Ya no te creo / Te lo pedí siempre / Me has dolido como nadie /  Y por cierto que nadie, una manera de decir todos, nadie suelta una liana sin sentir algo por otra / Nadie lee a quien no conoce, nadie invita a un feo o una feo a su casa, así como así. Y yo, lo sabes, te leí / ¿Me estás diciendo que se acabó la poesía? / No. Tú me dirás, luego de haber hecho lo que has hecho, si es que aún eso de la Poesía tenga un lugar / Me dijiste que eso era lo más importante. Que nunca te venderías. Que nunca le abrirías las piernas, te mojarías, te empalmarías con algo que no fuera esto, por ejemplo, / dijiste música, dijiste himno, dijiste templo / Y ahora no un cuervo: una hiena, un zopilote, decenas de buitres y chacales los que se han reunido en torno nuestro, se han dado vuelo en su orgía lo mismo del paraíso que del infierno / y todo se acabó.
 
 
 
Ya llegaste, lluvia

Ya llegaste, lluvia, y existe una razón, ya la sabrás tú sola, para no darte (o no al menos hoy), la mejor de las bienvenidas. No al menos de parte de mis pájaros, los caparazones de jaibas que se pudren en mis balcones, esta fila negra que se abomba alrededor de mi vaso y cae, no de parte, tampoco, de este par de cientos de hormigas suicidas. A estos amigos, y veo colibríes que se acercan y caracoles, macetas con hierbas resecas, cocos hediondos que yo mismo dejé ahí para ello, no tiene razón de ser, no les nace definitivamente un abrazo para ti. Me dicen con su silencio que no les ha gustado tu aparición a través de la ventana, demasiado triunfalista, excesiva en su laxa gratuidad, demasiado derramada. Que no te amamos hoy, lluvia, para ser más claros. Apura tu caída el azufre, se vuelven a llenar los deltas de pirañas, los atajos se agujeran con nidos de culebras, se opaca la luz en términos generales. Y bueno, qué más te digo mientras caes. Que será quizá la razón de esta querella por parte de todos estos acompañantes reales o imaginarios (incluido el pato que haba en mi congelador), causada por mí. Soy yo quien manifestó hoy al despertar y ver tu anunciación gris, que no se mojaría en ti por un rato, porque en estos días mi capa y yo nos abrimos solos a los días barbados y sin sacudir, mi costal de yo rodeado acaso por esos otros seres que quedan aquí como reliquias, antigüedades en muebles que son hostales para los bichos, figurillas con las entrañas resecas pero listas para convidarse a mis demonios, ratas casi negras que seguro ya se afincan en el predial de mi cabeza, y a las que he enviado gentilmente, a lo largo de las últimos meses, sendas invitaciones a devorarme. Agua de cielo raso ahora tú, ajena y distante: no me bañaré contigo, simplemente no hay sed en el pozo del darme, no hay deseo de tu humedad, mojadez majadera sería ahora porque en esta morada ya no hay ni sal que tumbar. Acaso un par de vasos sin romper (cosa de tiempo para que se desgobierne hasta eso), y como ya dije algunas imágenes de vieja y larga raíz, ya casi olvidada en el polvo que se agrupa como un ejército. Ahora bien, debo irme. Disculpa si me saco de la ventana pero tocan a la puerta. Seguro un fantasma de chica, el rentero, el del carbón. Dame un momento, Lluvia. Mira, doña Lluvia, no es quien pensaba, mira nada más. Déjame les abro la puerta. “Buenas noches a todos, buenas, mis muertos, los esperaba desde días atrás, pase usted, señora, usted también querido, pasen todos y tomen asiento, porque entiendo que nos vamos ya. No les quitaré mucho tiempo”.
 
 
 
Cuenta conmigo

Cuenta conmigo pero, la historia sin fin va de lo que el viento se llevó. Lo que cae como cascada, agua negra, lluvia dorada, el empero-imperativo categórico de que el imperio imperará. Cascará nuestras nueces, partirá nuestro queso, sacará los conejos de nuestros sombreros más tercos. Podrás decir misa y hasta oficiarla, tomarte con tus muertos de la mano pero, la historia sin fin irá siempre de un tranvía que se quedó en deseo. Entonces, ama. Balalaikaykrakatoamente: ama. Y a cada segundo te lo desprendes de la solapa y lo jubileas, tú tan urgido de victorias como de bañarte en el Nervión (quise decir Ibaizábal), el Támesis o el Grijalva. Se ocupa (malquedicen ahora), para vencer como nunca, leer esculturas, leer el silencio de las estatuas en las plazas públicas. Porque las piedras nos hacen (o deberían), recordar lo que somos y de qué moriremos. Piedras: sinónimo de casi nada y a la vez planetas. Eso se ocupa y escritura, que va como ya se dijo o dirá, de abrir mazorcas al tiempo de sacarnos veneno, va de vino tinto que es la sangre, “al tiempo”, y de vino blanco helado cual fado dedicado al cielo. Eso se ocupa y escritura. No que entre el espacio y el tiempo quepa la duda. Duda, entendamos, cuando un tanto es lo mismo decir cielo que mar o desierto, la idea de Dios lleve lo mismo de falso que de cierto. Y por supuesto, lo único cierto, será siempre el sonido de tu pecho, el suyo todo suyo gong.
 
 
 
Cincel para labrar un con qué

La escritura: eso de abrir mazorcas al tiempo de sacarnos el veneno. Eso que chupa la sangre al tiempo que (qué lealtad que acompaña tu hambre), arma la plaza que te quita y da, alimenta tu caminar. Escribir es cribar, dejar en las tablas tu vaho o Gulag. Un día el paredón de tus ternuras y al otro Napalm: puro muro de los lamentos y a las horas un flan. Porque no es lo mismo, no por ahora, llamar del mundo a un toro que verlo llegar. En esto de decirnos va el somos, el sabernos escupitajos, meritos, avernos. Testa y ortote, cóndor que pasa o hiena que se queda, sea gesta o mitote, señora deambulando por Johannesburgo o Morelia, vaya la escritura. La escritura: eso que nos abre y se cierra.
 
 
 
Firmamento

Todo tiene que ver, imbricados están el cielo y el infierno, el mundo alfa y una garota, un pez beta con la anemia, una columna rota, querámoslo o no, el zen, el cero o el keroseno. Y tendrías que hacerte cargo, tomar esto en cuenta y hasta firmarlo. Por escrito o no, pero hacerte responsable de ya saberlo, darte por enterado, asumirlo, porque no se puede ir más uno haciendo pato, graznar o caminar como un pato en este mundo ornitorrinco. Y porque guardar esto (“Todo tiene que ver”), es saber que ni las palabras “Todo”, ni “tiene”, pronunciar el “que ver”, son piñas caídas de “Los Pinos”. El “Todo” ha sido una eterna tierra de los tuyos, el “tiene” ha sido tu par de brazos y no viene del mero poseer una avioneta, lo vas viendo, el “ver” tuyo de arropar a los que se plantan y dibujan la tuya y mía existencia. Todo tiene que ver y tendrás que afirmarlo: pasarás de ser cuerpo a lago, de botella de plástico a libre pescado, de ser fichita de plástico a tierna semilla para abrirse. Sólo así, al verte en el centro de todo esto, cerro bien sembrado de símbolos y memorias que has soñado, bien copado tu universo de yucas y ocelotes, meciéndose tu ser con otros, tú con la cadencia sola de una música, tú sobre el tiempo bien avenido, tu cara coronada sin el anti es que tu faz, y bien que así andarás por el infinito de estrellas.
 
 
 
Tiempo presente

No, el amor no ha muerto en este corazón
y en estos ojos
y en esta boca que proclamaba
el comienzo de sus funerales.

Robert Desnos

Lo de hoy un Dios como chango bellaco, circunspectamente establecido, que ni nos juzga o da un desaire. Lo de hoy un tofu por Chuletón, e importa sólo esto por el timo, un tufo a morlacos y no a trigo. Lo de hoy algo o alguien, alguienes que calculan que los hombres sólo tiramos de dentelladas-graznidos, y de ahí que someta-domeñe la fuerza de sus mejores potros, les reblandezca su savia, a su arbitrio de mansalvas. Lo de hoy un molino que anunció la llegada del agua y, en cambio, echó a la sangre corriente sus más bellos, por melodiosos, corazones. Lo de hoy una lacra. Lo de hoy un espectáculo de alta gama dicen, alta paga deberían decir, que a pesar de patrocinar todas las velas de este entierro, se siente con el derecho de andar diciendo esto: “Nunca dirás ardisteis”, algo así como “Dale mejor por sustantivos seguidos mordiéndose la cola, a que a fin de cuentas nadie porta ya deseo de carne, sangre de veras de rotonda”. Lo de hoy mano que predicó rendirse, mano que nos dijo se hundiría con nosotros en el lago inconmensurable de las humildades-ternuras, y en vez de ello, artera hasta hartarse, con la gubia de su mala muerte, ese rostro de niño agazapado que entre pecho y espalda aún nos quedaba, lo dejó seco de leche nuestro lecho materno, lo deslavó, sigue deslavando, miren que aún deslava. Lo de hoy: puras momias enraizadas, diablos con gingivitis y lenguas granuladas. Lo de hoy maestría en gestión de indulgencias, verbo que pobremente reverdece, languidece en sus salinas, ni bien plantado y menos danzante, departiendo, a diestra pero más siniestra, su rachaza de flatulencias. Lo de hoy un salto al vació por ni siquiera lo que fue una pipa. Lo de hoy bancarios henchidos de acné y sus charolas de ínfulas, pavadas, pifias. Lo de hoy menuda ceguera, nada por aquí, nada por allá, ni un solo rastro de la otrora dicha. Lo de hoy un rosario de salpullido, lepra, codicia. Títere tirano, con ojos de vidrio, mal pintado que, pasándose por amigo, propina de dentelladas como amo, amo de sobajar, de soterrar que no de amar su amo, amo el suyo de matar lo vivo desde chiquillo. Lo de hoy no nutricia nutria sino hiena llenada, no teja sino jeringa-pica, no coa sino rancio quid de postemporada. Lo de hoy: “No bailarás sobre esta pista”. Lo de hoy un resabio, filoncito, percebita agarrada a su budismo tan rancio que te reirías. Lo de hoy una yegua falsa del Kounnelis Jannis, con todo y su letrero de “Lávese antes de alabarla, y antes de contemplarla no se atreva ni a verla”, gritadero este hoy de “Viva la vida de mentis, mantis mentirosa, pero nada de entender la vida como un Betis manque pierda”. Pura pulpa de parley lo de hoy, juramento impuesto de que sobrevivir (nos dirían deberíamos decirnos), justo el día de hoy, iría casi siempre de casi nada. Y lo de hoy así, merecido justo por ello, por haber visto esto de sobrevivir como incombustible mandatoria, por haberlo confundido con el verdadero desvivirse de puro vivir. Lo de hoy perfume a Napalm No. 5, una bailarina con el nombre de culebra, honguerío fúnebre de palomitas rancias, carrusel de trivias diamantinas. Lo de hoy nada de cuidados intensivos, nada de auroras pero vaya sí que de grescas, pulgas, cloro de bachichas o atolismo de seudonetotas y lo más mínimo de grosellas–poema. Dentaduras postizas, monos cilindreros en chamarras de cuero el poema del decir de hoy. Lo de hoy, verdaderamente, una rosa que se necrosa, se necrosa, se necrosa. Lo de hoy un prefecto gandul restaurado con sus pantomimas de siempre, un barco de papel en zozobra y, en su cubierta, cubetas de bilis mojando camisetas, sus vulgares modelos vomitando  y desangrándose en su popa. Lo de hoy crueldad y sorna, rebañada en salsa de navidad sin montañas. Lo de hoy sombra. Lo de hoy un renacuajo de arriba abajo, un alambre de púas en un tubo de ensayo. Lo de hoy es aféresis y síncope y apócope, en términos reales, de lo que debiera ser, en la escala uno es a uno, un pecho abierto de poema. Pero, no lo es. Porque lo de hoy es una ebria majadera, mafia hasta las manitas de su propia familia, canelón del ser soez. Lo de hoy un formulario de empleo con faltas de ortografía, libro hambriento de humano apilado, desojado, apilado o incendiado en tiraderos. Olimpiada proverbial de lo nimio el hoy, en lo que lo más alto, lo más rápido y lo más fuerte (propinemos medalla de baquelita al mundo sololoy), es sepultado en su tumba de gomas de mascar. Lo de hoy, gabardina de envidia, cuchara de plata en la que se refleja, diáfanamente, una bella calavera. Lo de hoy matar. Por eso lo de hoy no eres tú ni soy yo, por eso lo de hoy no somos ninguno de nosotros, con ningún clavel en la solapa de nuestros luidos trajes de etiqueta.
 
 


Autor

Antonio Calera-Grobet

/ Ciudad de México, 1972. Poeta, narrador, cronista, editor y promotor cultural. Es fundador de Mantarraya Ediciones, sello bajo el cual ha publicado más de 60 títulos de autoras y autores latinoamericanos, en su mayoría jóvenes. Es creador del proyecto cultural La Chula, que contempla un Foro Móvil, una biblioteca rodante y la celebración del festival anual Poesía por Primavera en Hostería La Bota. Es autor de los libros de poesía Yendo (2014), Sed Jaguar (2018) y Xajays, de próxima aparición.

agosto 2023