No. 85 / Diciembre 2015 – Enero 2016 |
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Lenguas originarias |
Florentino Solano: “el poeta eres tú” |
por Kalu Tatyisavi |
Sin ninguna duda, Florentino Solano (Metlatónoc, Guerrero, México, 1982), es “el poeta” en lenguas originarias. Aquí tenemos un ejemplo de la escritura desde la orilla, desde la necesidad y el centro del conflicto; Solano es el único poeta que realmente ha entendido y se acercado a lo que es poesía, es decir, creación y crítica. Tengo la fortuna de hablar la misma lengua que él —Tu’un savi “Palabra de la Lluvia”—, es decir, es mi ñani. A San Quintín viajó el poeta, de una marginalidad a otra, y llevó consigo la música, las palabras, el canto de su abuela y la esperanza de la profecía, no religiosa, sino el dictado del verso y la incertidumbre. No cruzamos ninguna palabra, solo intercambiamos libros, pues cuando la mirada se vuelve cómplice no hay necesidad de diálogo. Su concentración poética se debe a la reflexión, porque está fuera de los reflectores, becas, premios, publicaciones, viajes, entrevistas, shows. No intenta ser políticamente correcto. No es ningún pobre imbécil que acepta limosnas de los burgueses, para que los pobres sigan engañados y controlados, y para continuar autoengañándose, −a veces ni siquiera lo saben. Retomando la poesía, mostraré algunos de sus poemas del libro Ñu’u xí’ín in ka Ñuu (La luz y otras noches), (México, CDI, 2012). En ellos, la emigración parece ser la condición para la búsqueda de uno mismo, para expresar la acumulación, el incilio, el no lugar, el dolor por todo. Sus poemas son universales, por eso en el fondo podemos utilizar el verso de Hölderlin: “¿Y para qué poetas en tiempos de penuria?” Sin duda, en estos tiempos ominosos es válido repetir la pregunta, como es válido buscar en el arte la respuesta contundente. Vayámonos acercando a los poemas: comenzamos con Origen: “No somos hijos de la chingada/ sino de la oscuridad y de la muerte.” Es cierto, hay que comenzar por desmentir la historia y proponer; así hay que resignificar en la soledad y dentro del laberinto. Cuánta razón tiene el que subvierte la historia y busca otra desde adentro de sí mismo, por eso también nosotros repetimos: no hay vencidos, por lo tanto, no hay ninguna visión. La espiral de la realidad gira y surge el arte categórico contra la violencia, el dolor; contra éstos no puede tenerse más miedo, para vivir esperanzados. Así, vemos que la destrucción del medio ambiente y del planeta provienen de la mano del ser humano, unos cuantos destruyen el rededor para su provecho, dejando el desastre y la basura para el resto de la población. El ser humano arrastra consigo su tragedia por no comprender que no se trata de controlar la naturaleza sino convivir de con ella. En el poema Cerrar los ojos, funcionan correctamente la intertextualidad y la sátira: “Pienso/ que Dios está sentado allá arriba/ en una silla de nubes/ viendo cómo nos astillamos la vida/ y sopla una parvada de cuervos/ que bajan hacia nosotros/ y les ofrecemos el pecho/ a ciegas a oscuras/ porque vienen del cielo.” Vaya manera de expresar la pasividad del dogma, vaya manera de decir que Dios no es terrenal —es más, que no existe—, mientras acá abajo nos devoramos ciegos e infelices. Hay que dejar a dios en paz, allá arriba, sentadito; nosotros no lo hemos matado, nos están matando aquí abajo, estamos viendo el matadero y somos parte. El genocidio continúa, pero ahora por quienes lo sufrieron. Así pues se trata de no repetir, quién sabe si podamos aún aprender, quizá necesitaríamos al hombre nuevo. Hay que buscarlo. Hay que buscarse, estirar la mano, no para que el otro deposite su moneda, sino para sentir un poco de calor; no el calor de la fe sino para reconocernos y continuar la búsqueda −aunque sea momentánea−, a través del poema. Finalmente quiero decir que a lo largo de estos tres años he intentado escribir ensayos-crítica, lo cual es una tautología; he buscado la mirada de otro que responda con una media sonrisa. No sé qué continúa. ¡Ah, los tiempos señor, sí, los tiempos! Debo agradecer a Pedro Serrano, el director de Periódico de Poesía, también a Ana Franco Ortuño, la editora. El respeto del trabajo en equipo es necesario. Sin duda, al arte, aquí, se crea desde la tragedia; no se puede agregar más, porque los poemas de Florentino Solano son mucho más. [Xa’a] Kóko “Ñuú ké nixikoo ndi’i ña”, káche xtan yú Suvi sé’e ndiayá kú yó Ñuu uña ké Ndi saá ñuú ra tuva ká’ndi va. [Origen] Devorando “De la noche surgió todo”, dice abue No somos hijos de la chingada Mi abue se fue Cada noche es un estallido. [Té ndási yu nu yú] Té ñaa Saá ká’ín “Ndióxi kú ra taxi ichí [Cerrar los ojos] En la sombra Pienso “Jehová es mi pastor Ita kuñu yu ká’án na chi ra nda’ví kuvi kú yu xa’án yakua yu chi kutie’e yú íyó tiku yú xín tia’vi xi’í yu ndixi kua’á xí’ín kua’á ndutiá ra ki’vi va kú yu chi ndisu tá kaa kua’an xá’nu ña baja kalifórnia La flor de mi cuerpo dicen que soy un pobre diablo que huelo a mugre que tengo callos piojos liendres que tomo Tecate y otras chingaderas dicen que soy un idiota pero cada hora baja california progresa |
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