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André Breton – Joan Miró |
El jardín marino |
Por Enrique Juncosa
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No. 67 / Marzo 2014 |
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André Breton – Joan miró |
El jardín marino
Pocos pintores como Joan Miró (1893-1983) han tenido una relación tan intensa con la poesía y los poetas. En Barcelona, y desde 1917, había estado en contacto con los poetas locales y con el Dadaísmo, a través de Francis Picabia, quien editaba en la ciudad su revista 391. Después, al mudarse a París al comenzar la década de los veinte, Miró conoció enseguida a Max Jacob, Tristan Tzara y Pierre Reverdy. Y poco más tarde, en el estudio de su vecino André Masson, en la Rue Blomet, trató también a los impulsores de la revista Littérature, Aragon, Breton, Soupault y Éluard, quienes en 1924 iban a crear el Surrealismo. André Breton (1896-1966), el líder de aquel movimiento, escribió evocando aquellos años, y hablando de pintura, que el modelo que utilizaba el mundo exterior como inspiración ya no era útil, y que iba a sucederle otro que utilizaría el mundo interior. Breton había trabajado en hospitales psiquiátricos y estudiado la obra de Sigmund Freud. Miró, sin embargo, hombre silencioso y solitario, no se sintió obligado a participar activamente en las reuniones del grupo, a pesar de aprobar los principios generales de la nueva estética defendida. Breton, un hombre intransigente en palabras de Octavio Paz, será duro con Miró muy pronto. Para el poeta, éste pinta con una inocencia y una libertad que nadie ha superado, pero le molesta que no le interese intelectualizar lo que hace. Llega a sugerir que sin esa reflexión su trabajo enlaza con lo que hacen los niños. Cuando Miró y Max Ernst realizan los decorados para una versión de Romeo y Julieta, con música de Constant Lambert, para los Ballets Russes de Diaghilev, Aragon y Breton les escriben amonestándoles. Pensaban que una práctica semejante iba en contra de las ideas de subversión que perseguían. Su relación, con todo, continuará ocasionalmente durante los años siguientes de formas distintas. Breton, empero, tardará en corregir sus severas afirmaciones. Les aproximó, finalmente, un bello proyecto conjunto, la edición de bibliófilo de las Constellations, lib El trabajo de los poetas franceses de las vanguardias influirá enormemente, en cualquier caso, en la obra de Miro, quien pintó cuadros titulados Pinturas-poemas, y en los que integra palabras o frases poéticas escritas en su superficie, en una forma que remite a los caligramas de Apollinaire. Miró llegó a decir “yo no distingo en absoluto de la pintura y la poesía”. Entre sus Pinturas-poemas podemos destacar, Un pájaro persigue a una abeja y la besa (1925), Una estrella acaricia el pecho de una negra (1938) o Este es el color de mis sueños (1925), donde escribe precisamente eso al lado de una mancha de color azul. |
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