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Cantar en rock castellano |
Por Jorge Fondebrider |
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Cantar en rock castellano |
Por Jorge Fondebrider |
En la Argentina las cosas fueron más o menos iguales. Allá están algunos de los miembros del espantoso Club del Clan –con Johnny Tedesco, Palito Ortega y Nicky Jones a la cabeza– y, fundamentalmente, Sandro, quien antes de ser “el gitano”, era rockero, como lo demuestran los discos que grabó con Los del Fuego. Sin embargo, la principal influencia del rock argentino no vino de los Estados Unidos, sino de Gran Bretaña, por lo que además de copiar a los Beatles –como lo hacían los Shakers (un grupo uruguayo netamente superior a todos los grupos argentinos de la época), Los Mockers y Los Walkers–, los grupos locales hacían versiones de los Rolling Stones, The Kinks, Small Faces, Spencer Davis Group, etc. Pero hacia 1966, Los Gatos –liderados por Litto Nebbia– empezaron a cantar en castellano y ahí se acabó la prehistoria y comenzó la historia. Y a pesar de que otros los siguieron casi de inmediato, el año crucial del rock argentino será 1969. Para entonces, además de Los Gatos –indiscutidos, aunque plagiarios de John Mayall y de Canned Heat, entre otros–, estaban Almendra y Manal, a quienes algo después se sumarían Vox Dei y Arco Iris –el grupo de Gustavo Santaolalla–, completando de ese modo el cuadro de “los grandes”. Como ocurría en todas partes, en casi todos los casos, las letras de las canciones, por muy bien intencionadas que fueran, eran absolutamente insustanciales. Con todo, hay que destacar el trabajo de unos pocos solistas; entre ellos, Tanguito (1945-1972), Moris y Miguel Abuelo, (el futuro líder de Los Abuelos de la Nada), así como mucho de lo que Miguel Cantilo escribió para el dúo Pedro y Pablo, compensando los malos arreglos musicales que les imponía la compañía discográfica para la que grababan. El caso de los grupos es diferente y, si cabe, más determinante. Javier Martínez, voz, baterista y principal compositor de Manal, logró el curioso milagro de hacer que el blues cantado por primera vez en castellano con su voz cavernosa sonara a tango, definiendo para siempre una de las líneas de fuerza del rock argentino –acaso en su vertiente menos exportable–, al abrir la puerta principal al suburbio, con temas como Avellaneda’s Blues o Una casa con diez pinos. Tal vez en grupos posteriores, como Memphis la Blusera o la Mississippi Blues Band, por un lado, y en Patricio Rey y los Redonditos de Ricota y La Renga, por el otro, habría que buscar parte su herencia. Interesa aquí agregar que, a la disolución de Almendra, Edelmiro Molinari, su principal guitarrista, fundó Color Humano; que Emilio Del Güercio y Rodolfo García, respectivamente bajista y baterista, fundaron Aquelarre; y que Luis Alberto Spinetta fundó Pescado Rabioso y más tarde Invisible, hasta que, ya en los años ochenta, creara Spinetta Jade, antes de lanzarse a una carrera solista, apenas interrumpida por su grupo Los Socios del Desierto. Se trata, en todos los casos, de grupos muy influyentes que, con la impronta del fraseo de Spinetta, marcaron a fuego a muchos de sus contemporáneos inmediatos. Abud menciona, por ejemplo, a Sui Generis, que, no hay que olvidar, fue el grupo de Charly García, antes de La Máquina de Hacer Pájaros y de Seru Girán, conjuntos a su vez determinantes para la historia que estamos contando. En la misma línea podría ubicarse ya en los años ochenta, al Charly García solista, a Soda Stéreo y a muchos otros grupos que huelga mencionar aquí. {moscomment}
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