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LOTERÍA |
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La palma los frutos luminosos de la noche. Los brazos poderosos del universo se agitan y la sacuden, la desmoronan. El marinero Escribir, pescar la imagen con las redes invisibles del ojo: un ojo y otro y otro más adentro. Signar con perlas la espalda ajena. Abrir los párpados de la memoria y navegar la vida entera sobre el lomo curvilíneo del presente: El violoncello Un hombre ríe y llora, besa al miedo en la frente y lo entrega con dulzura al olvido por unas cuantas mo- nedas. Juega en el patio de las visiones que crecen y se contraen; él las toma de la mano y juntos cantan una ronda al compás del cello de la sinrazón. Ríe y llora, porque el cello se agranda tanto como su cabe- za. Huye del patio que se reduce. Llora en medio de la nada, porque alguien –de quien ahora no puede acordarse- se ha ido y no regresará jamás. Los mares botella de calma. Pero el mar onírico es indomable. Cuando menos se espera, reaparece: rayo incendiando la pupila. Mar contundente, inunda la habitación de colores y aromas y seres insospechados. Aturde el entendimiento y todo parece más nítido y más cierto que nunca. Ver reseña del libro |
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