Textos

 
Traducción al español de Andrea Castro

 
 
Me han tocado      abierto

han extraído      reorganizado mi naturaleza

eximido a un forastero de extinguirse

originado una enfermedad prolongada

 
 
 
Como si voluntariamente hubiera donado

mi tejido silente a estas células

violentas      prestándome a ser nave nodriza

huésped   para el final y la destrucción

 
 
 
Rayos de dolor     profundo       en la oscuridad

del tejido conjuntivo      el no sueño      la ansiedad      dispersándose

cargar     la desolación     en el    blando

interior      dejar   que la enfermedad      brille

sin mesura

 
 
 
Piel intacta     auscultación sin anomalías     abdomen

blando e indoloro    realiza ecografía transvaginal      ovarium

agrandado     secreción color sangre     vía en pliegue del codo

abre por encima de cava y aorta     pequeña formación amarillenta

rodeada de una cicatriz estrellada        por la salida de la vena ovárica

hacia la vena renal izquierda      alguien que canta      identifica

el nervus femoralis      vaciamiento pélvico       ganglios

paraaortales         ingresa y procede con la disección

mamá que grita          soplo en la arteria

ilíaca externa       grácil tuba      después corta

el ligamento ovárico          moviliza la vejiga hacia caudal

“hollín negro de la boca”        las estructuras se depositan

en una bolsa separada          abre la vagina por parte frontal

corta la muestra        arranca los pétalos

los esparce sobre el suelo

 
 
 
Células muertas      circulando   con disimulo

entre tamices     aún    no desgarrados

ocluidos      hacia florecimientos metastásicos

como corales revueltos      arrecifes mutantes

secuencias heredadas       genomas manipulados

raídas    retozonas esquirlas de plancton

 
 
 
Veo la imagen de mi útero

trompa rota      aura de sangre derramada

el ovario pequeña ámpula pulida

descansando sobre el papel quirúrgico blanqueado

 
 
 
Despierto con una larga   herida

junto a mí     en la cama

creciendo invasora      quiero devolverle

el dolor      efectuar una subjetiva

deformación de las cosas

 
 
 
El infierno    es     algo

que se lleva dentro       una roja melancolía

la certeza de     en cualquier momento

brotar

 
 
 
Parálisis inducida    no dejar que los tumores crezcan

envuelta en segmentos viscosos de fascia

dirigir mis manos sordomudas hacia la placenta

ondulante    amarilla y venosa junto a     un sol cálido

con nutrientes      chupar el cordón umbilical

de un azul fulgurante      resbaloso como una tripa

 
 
 
Ven      la luz es prodigiosa

respira como una carne encendida

 
 
 
 
De har tagit i mig      öppnat upp

skurit loss       ombildat min natur

skonat en ovidkommande från att släckas ut

påbörjat en utdragen sjukdom

 
 
 
Som om jag frivilligt donerat

min tigande vävnad till dessa vålds-

celler     upplåtit mig som moderskepp

värddjur   för slutspel och destruction

 
 
 
Värkstrålar     djupt   ur bindvävens

mörker    osömnen    oron    uppsprickande

bära ödsligheten    på   den    mjuka

insidan    låta   sjukdomen    skimra

utan proportion

 
 
 
Hel hudkostym     inga hörbara bi- eller blåsljud     buk

mjuk och oöm    utför transvaginalt ultraljud    förstorat

ovarium     blodfärgad vätska     rosa in vänster armveck

öppnar ovan cava och aorta     liten guldpigmenterad härd

omgiven av stjärnformat ärr     förbi avgång vena ovarica

upp mot vänster njurven     någon som sjunger     identifierar

nervus femoralis    utrymning av pelvina     paraaortala

lymfkörtlar     kommer in och fortsätter dissektionen

mamma som ropar    pipande ljud arteria

iliaca externa     gracil tuba     delar sedan

av ovarialstjälken     skjuter ner blåsan

”svart sot ur munnen”     strukturer läggs

i separat påse    öppnar vagina på framsidan

delar av preparatet     rycker loss kronbladen

sprider dem över golvet

 
 
 
Döda celler     omärkligt   cirkulerande

bland ännu    obriserade    slutna

silar    mellan koralliskt svallande

metastasblomningar    muterade rev

nedärvda sekvenser    manipulerade genomer

skämda    lekande små plankton

 
 
 
Ser bilden av min livmoder

äggledare söndrig    utfluten blodaura

äggstocken liten blank blåsa

fallen i vila på klorblek kirurgpapp

 
 
 
Vaknar upp med ett långt   sår

bredvid mig    i sängen

invasivt växande    vill göra

ont tillbaka    utföra en subjektiv

vanställning av tingen

 
 
 
Helvetet    är    något

man bär inuti     en röd melankoli

vetskapen att     när som helst

slå ut

 
 
 
Försatt i paralys    inte låta tumörerna växa

omsluten av muskelhöljets viskösa segment

rikta mina dövstumma händer mot placentan

böljande    gul och ådrad intill    varm sol

med näring     suga på den blå lysande

navelsträngen     hal och tarmlik

 
 
 
Kom    ljuset är underbart

andas som ett levande kött

 

* Poemas pertenecientes a Roja melancolía (2022).

 

 

 
Criptozoica

Para conmemorar a las criaturas que se levantaron
a echar a andar los primeros días.
Las que nadaron y reptaron hasta nosotros.
Para resurgir en el corazón de un animal solitario.
Para resguardarnos del hambre.
En el primer eón descansa toda la vida
secreta que alguna vez pisó la Tierra.
Y eso está bien.
En esta cama también descanso yo junto a ti
y aunque estamos tan cerca no puedes ver
a todas mis especies extintas.
A todas las que han dejado una huella.
Para ti sólo tengo fósiles
unos pocos restos
de lo que he sido.
Un hallazgo será
que encuentres alguno de ellos
y me digas: tengo un fragmento de ti entre mis manos.
Hay piezas que jamás podremos desenterrar
incluso si juntos con el furor de nuestras uñas
escarbáramos hasta el fin del mundo.
Siempre he querido
llegar al centro de las cosas y en el intento he fracasado
no pretendo decir que ha sido en vano
sin embargo no es posible detenerme.
Por eso estoy aquí,
junto a ti, pues necesito
continuar la búsqueda que alguna vez emprendimos
un día soleado
cuando en silencio quitábamos el escombro de nuestros cuerpos.

 
 
Paisajes precámbricos

i

Nadie podría cargar sobre sus hombros
la edad de la Tierra
la humedad vaporosa de las fosas volcánicas
ese primer momento del mundo
que contemplamos en delirio
una noche de fiebre.

 
ii

Nadie puede suponer
la antigua soledad de aquellos días
las primeras vueltas alrededor del sol
donde no había nada de nosotros.

 
iii

La mayor parte de la historia del planeta
se esconde en esa era: cuando se originaron
las primeras formas de vida. Simples, primitivas.
Diría, quizá arriesgando demasiado
que conservamos algo de ellas
cuando llegamos de la nada a este mundo
y encontramos condiciones favorables
para el amor.
Y se amalgaman nuestros cuerpos
y abandonamos nuestros instintos
y entonces el lenguaje se instala y puedo decirte
todo lo que daría
por descansar de nuevo junto a ti
aquella noche lluviosa
donde las primeras formas de vida
despertaban.

 
 
Enciclopedia de las lenguas salvajes

   Una lengua salvaje es una lengua no circunscrita a las leyes de la vida humana. Una lengua salvaje está más bien circunscrita a la naturaleza irregular, a las costumbres eólicas y distantes de las palabras
   que nunca podremos lazar, que corren en el horizonte
   como manada de potros. Lo fugaz y para siempre indómito, lo que descansa oculto detrás de la voz todos los días. Lo que no es posible decir, para lo que no alcanza. Lo para siempre perdido, lo irrecuperable. Un eco tras la niebla. Una cría, en silencio, en su madriguera.

 
 
Breve lección de griego

Amnios quiere decir:
vaso
vaso para recoger
vaso para recoger la sangre del sacrificio.
Tiempo antes de tu llegada
dos se tomaron de las manos y —oh paradoja—
constreñida por el rigor
del vaso que la aclara
tu sangre tomó forma
y dio por fin lugar a tu cuerpo.
Ese día aquellos dos perdieron algo.

*

Theātrum es el lugar
de donde se contempla
el devenir de nosotros.
Dónde quedó
el teatro de la prehistoria.

*

Es posible que Theātrum comparta raíz con Theos.
Que a su vez comparte raíz con θεάομαι que quiere decir contemplar.
No quisiera decir que dios contempla desde un teatro la vida.
Tampoco quiero pensar que hacer teatro es una forma de jugar a ser dios
moviendo las piezas de la vida entre lo trágico y lo cómico.
Detenerse a contemplar el orden de las piezas
del teatro de la vida como una forma de encontrar a dios.
Estuve buscando la etimología de dios pero el diccionario en línea no pudo cargar ningún resultado.

 

 

 
Aún

Siempre alegre nadie alegre.
Siempre triste nadie triste.
Alegre nadie alegre siempre.
Triste nadie triste siempre.
Siempre alegre nunca nadie.
Nunca nadie alegre siempre.


 
No

No quiero ser más —escribidor
gobernante, sabio o docto, letrado, gendarme— este chimpancé.
Las academias me enseñaron MATEMÁTICA.
QUÍMICA. FÍSICA. ECONOMÍA.
A garabatear, a mover los dientes.
No a amar —o sentir— el nervio que hay
escondido en las personas.
Cómo se escribe la palabra A.
Cómo se abre, redacta o borra el sentimiento amor.
Ninguna escuela me enseñó a querer, por eso
ardo solo, buitre al que pican los mosquitos.

Gritar. Gruñir. Qué más. Si pudiera.
Cuánto me gustaría cambiar los poemas
escritos en agonía, por una pistola. Un disparo
en el aire para acabar con el campo hegemónico
que el discurso de Sócrates grabó en mi cerebro.
No más dejaría un hombre, una mujer, el árbol 
del principio hablando, y los animales dormidos,
ríos de llamas, el infinito   
cantando mar, casa, horizonte, abrazo  
alma abriendo el ser, desnudo
raíz hermosa y cándida, negra 
o luminosa, humana. Luego
(sin pensar) pondría la ropa de playa en mi sombra
y me iría a nadar a la bahía.


 
El perfil de mi muerte

Mi muerte y yo: uno.
Fosforera.

Mi muerte y yo: dos.
Refrigerador.

Mi muerte y yo: tres.
Lavadora.

Mi muerte y yo: cuatro.
Escaparate.

Mi muerte y yo: cinco.
Botella.

Mi muerte y yo: seis.
Escafandra.

Mi muerte y yo: siete.
Zapato.

Mi muerte y yo: ocho.
Comida.

Pero en el momento en que fosforera,
refrigerador, lavadora, escaparate, botella, escafandra,
zapato y comida se besan.

Mi muerte y yo…


 
El río de los minutos

Con el curso de mi reloj podrido en el brazo
miro las flores.
observo el parqueo,
el rostro magullado de Moctezuma en el contén.
Veo la parte absurda de los crisantemos.
Esa abeja que busca perforar su cara en el pistilo,
cómo se abre. Escruto el cielo y dentro a un gusano
que se carcome a sí mismo. Veo al amor
sentado en una silla esperando el biberón de su mamá.
Examino el mar y ciego quiero despedir mi lenguaje
del acontecimiento. Cómo es,
que la esposa del buey dice mü, se pregunta
el zapato izquierdo de mi rostro derecho
antes de pisar ese cráter 
(charco de chicle, oasis 
embebido en petróleo) 
y quedar atado a la costumbre del vacío 
o a la sombra ecuestre de la nada
que zumba boquiabierta
alma de postre
sueño continuo de las hormigas. Los cables
y la electricidad han corrompido mi condición humana, el miedo
mamífero que agazapado en el horror guardo entre las manos,
mi cabeza, la agonía de ser, mi política, el sabor
agridulce de mi sangre ordinaria, fractal, domesticada
y el aroma a estiércol de los sentimientos.
Solo espero el bostezo de la bruma.
Quiero encender un fósforo y recostar mi cabeza en África
Vallejo, Pizarnik, Lezama, Gabriela, Borges, Fina, López Velarde, Nicanor
Vengan. Tóquenme la respiración y el pie izquierdo, seré persona.
Tóquenme la lengua y seré rey.
Tóquenme el páncreas, los riñones, el agujero de las orejas, los ojos
donde resucito y seré mono, guasasa, América en cueros.
Alcáncenme las palabras, por favor, para gritar: Cuba. 
Quítenme los cascos y pezuñas.
Arránquenme las manos con que escribo. 
Sáquenme de este basurero en el que brillan focos 
rectangulares de pespunte gris con agua en la frente.
Sé que la Tierra parece una ambulancia,                                                          
y será una mancha de aceite.
Sé que el mundo es una discoteca sin música
aunque hoy es un baño público
en el que mis pasos buscan el cañón de una pistola
antes de gritar o quedarme sin el aire
—que Dios presta a regañadientes—
en las oblicuas puertas de entrada.


 
Superficie

Sentado en una piedra   Lagartija / Búfalo   zíper   Cierra / Abre   botón   gira   esfera    esquema    eczema    mosca    moco    moho    serafín    serrín    rosa    pétalo   escalpelo    Lápiz / Borra    amor    recto    laringe    Viento / Quema    fósforo    furor   fuego    ansias    derretido    alba    anómalo    alrededor    hormigas    migajas    bagazo   chorro    soplo    dolor   duerme   duna   punto   pong   cero   Ladra / Luz   chubasco   creolina   humo    sapiens   homo   erectus   rana   ergaster   roer   sube   croar   certeza   respiro   nubarrón   cresta   amapola   encendido   Larga / Marcha  concreta   concha   vesperal   sexo   sexteto   seno   pena   Dios / Días   embarrados   color   Agua / Ciclón   diarrea   diadema   corta   saca   cierra   césped   abejas   flores   Quemado / Aire   imán   dedos   manos    mapas    pies    caminos    carretera    árbol    pestaña   delicia   clamor   Muerte / Estómago   gusano   mandíbula    boca    ojos    espiral    abulia    desierto    detritus    consuelo    chip    chicle   zapato   espinilla    caspa    carpa    carpeta    dientes   dieta   dimensión   diácono Dilo / Diazepam   dilema   dinero   desodorante  grulla   garza   mocasín   ciempiés   color   colusión   cuba   condón   condiloma   esperma.

 

 

 
Crayón rojo

En 1950, cuando el poeta Jaime Torres Bodet era director general de la UNESCO, esta organización comisionó a Octavio Paz una antología de poesía mexicana para ser traducida al inglés y al francés. Al inicio, Paz listó a 35 poetas mexicanos y eligió a un dramaturgo hibérnico para la traducción al inglés: Samuel Beckett. El resultado final sería la Anthology of Mexican Poetry, un volumen publicado no por la UNESCO, como se había planteado inicialmente, sino por la Indiana University Press en 1958.

Para fortuna mía, gran parte del archivo de Samuel Beckett está en el Harry Ransom Center en la Universidad de Texas en Austin. Un fólder con 183 páginas sueltas, numeradas a mano con crayón azul, contiene el manuscrito mecanografiado por Paz en español sobre el cual Beckett trabajó unos tres o cuatro meses. Al inicio del manuscrito, una especie de índice cronológico enumera los poetas que formarían parte de la antología, empezando por Francisco de Terrazas (¿1525?-¿1600?​) y culminando con Ramón López Velarde (1888-1921), con presencias estelares entre ellos, como la de Juana de Asbaje, José Juan Tablada, Salvador Díaz Mirón y Amado Nervo.

En este índice, escrito a máquina, hay algunas anotaciones en crayón rojo en mano de Beckett, mayoritariamente guiones y taches que escoltan los títulos de ciertos poemas. Una clave para interpretar el significado de estas marcas está en una carta a Georges Duthuit donde Beckett escribió lo siguiente: “And then the Mexicans. I am going green over them. A third of the way down the great river, Señor Paz changed his mind, cutting twenty or so poems (a dozen of which I had already translated) and adding on as many” [“Y luego los mexicanos. Me están sacando canas verdes. A un tercio del camino, el señor Paz cambió de opinión y quitó una veintena de poemas (una docena de los cuales ya había traducido) y añadió otros tantos”]. Dado que el número de poemas que Beckett tachó en crayón rojo en el índice coincide con el número de poemas que menciona en su carta a Duthuit, podemos suponer que las marcas en crayón rojo fueron una petición directa de Paz. Quizá el intercambio fue una llamada telefónica o una reunión en un café; ambos vivían en París en 1950.

En esta carta, Beckett le da a entender a Duthuit que Paz añadió otros 20 poemas, cosa que es decididamente falsa. ¿Por qué Beckett exageró esta situación? Más adelante, escribiría que traducir a los poetas mexicanos había sido su “peor experiencia literaria”. ¿Cuáles y cuántos son los poemas que realmente añadió Paz, a un tercio del trayecto por el río? La respuesta la tenemos escrita en mayúsculas y con el mismo crayón rojo al final del índice: bajo el nombre de Ramón López Velarde, Beckett añadió una sola palabra, entera y ominosa, REYES. Sin precisar títulos de poemas ni nombres de pila, Beckett inscribió esta leyenda carmín a manera de colofón, quizá, un final rojo en los créditos de una película en blanco y negro.

 
Entre los muertos

Mi hipótesis es que corregir la omisión de Alfonso Reyes en la antología pudo haber sido nada más y nada menos que el motivo del encuentro (auditivo o presencial) entre Beckett y Paz. Es posible que Paz haya querido eliminar otros poemas sólo para permitirle la entrada a Reyes, y por lo tanto las tachaduras en crayón rojo sean sólo una manera de abrir espacio para el regiomontano. Esto explicaría el desencanto de Beckett, que ya había traducido algunos de los poemas eliminados, y que ahora se tendría que encargar de traducir al nuevo integrante de la antología, por cierto, sin ayuda de un amigo hispanoparlante que le había prometido revisar la traducción: “Result: I have to get through the new ones on my own” [“Resultado: tengo que encargarme de los nuevos por mi cuenta”]. Paz escogió seis poemas de Alfonso Reyes para la antología: “La amenaza de la flor”, “Yerbas del Tarahumara”, “Río del olvido”, “El vaivén de Santa Teresa”, “Apenas…” y su célebre “Sol de Monterrey”.

Varios autores señalan que el único criterio que impuso la UNESCO a Paz era que no podía incluir a autores vivos en la antología. Hasta antes del crayón rojo, todos los autores incluídos habitaban el mundo de los muertos. López Velarde, el último en la lista, había fallecido prematuramente de pleuresía en 1921 a los 33 años. López Velarde y Reyes fueron absolutamente contemporáneos, con una diferencia de edad de 11 meses entre sus fechas de nacimiento. Sin embargo, Reyes vivió hasta los 70. Cuando la antología fue comisionada, Reyes tenía 61, y ésta fue publicada un año antes de su muerte.

Si es cierto que la UNESCO excluyó a los poetas vivos de la antología, Paz debió haber tenido muy buenas razones para incluir a Reyes. Por un lado, era un reconocimiento muy grande: evidenciaba que para Paz el único poeta vivo que merecía formar parte de esta recopilación histórica era Reyes. Con Reyes culminaba una manera de escribir poesía. Estaba en la cúspide del presente poético. Al mismo tiempo, al incluir a Reyes, Paz estaba fechándolo, incluyéndolo entre los rangos de la historia y de los muertos. Consagrándolo, sí, pero también tallando la lápida de su poética. La inclusión tardía de Alfonso Reyes marca el término de un ciclo.

Alfonso Reyes habitó un espacio liminal en la literatura mexicana. A partir de su inclusión en la Anthology of Mexican Poetry, podemos pensar en su obra poética como la bisagra que articula el pasado literario con la poesía contemporánea. De la misma manera en que no reparamos en los goznes de una puerta al abrirla y cerrarla (los goznes habitan lo oculto), son estas pequeñas mariposas metálicas las que articulan el mecanismo lúbrico del umbral. Sin Reyes no podemos comprender a los Contemporáneos. Tampoco podemos dar cuenta de Octavio Paz como ensayista. Entre 1949 y 1959, Reyes fue nominado al Nobel cinco veces. De manera importante, fue nominado por primera vez el año previo a que la UNESCO comisionara la antología a Octavio Paz. En los años que tomó terminar la Anthology of Mexican Poetry (1950-1958), Reyes no sólo era un candidato muy fuerte para el premio, sino que su reconocimiento, para muchos, parecía inminente. Sin embargo, Reyes nunca alcanzó el Nobel. Años más tarde, tanto el editor como el traductor de esta antología serían galardonados en Suecia.

 
En tinta rosa

En el archivo del Harry Ransom Center, además de los originales en español mecanografiados por Paz y las traducciones mecanografiadas por el traductor, hay dos páginas de notas escritas a mano en tinta rosa y azul. Se trata de una lista de palabras que Beckett no comprendía del todo y que probablemente consultó con Paz. En un esclarecedor ensayo, María José Carrera cuenta 59 palabras en estas listas. No conozco el criterio de Carrera, pero sé que agrupa frases como una sola instancia, dado que si contáramos palabra por palabra exceden por mucho las 60. Por ejemplo, “conoce la o por lo redondo” es una sola “duda” que Beckett le presentó a Paz. Siguiendo este criterio, yo logré contar 54 palabras o dudas. Lo importante para los fines de este ensayo es que de esas 54 palabras desconocidas, unas 15 pertenecen a los poemas de Alfonso Reyes. Es decir, en una traducción que incluía a 36 poetas, la mayoría del siglo XIX, con un mínimo de 140 poemas, del 25 al 30% de las dudas de vocabulario que tuvo Beckett provenían de los seis poemas de Alfonso Reyes. Es una cifra impresionante y muy reveladora.

Las palabras que Beckett anotó son principalmente nombres de plantas y brebajes y la mayoría corresponden al poema “Yerbas del Tarahumara”: tesgüino, peyote, yerbaniz, limoncillo, orejuela, chuchupaste, pasto de ocotillo, entre otras. En estas dos páginas, flechas y signos de igualdad entrelazan palabras como yerbaniz con yerbabuena o limoncillo con plante amère. Después de varios meses de tratar de descifrar la caligrafía, puedo concluir que Beckett equivale tesgüino con eau de vie de maïs, un garabato rosa que hasta ahora había permanecido como un misterio para la crítica. Estas definiciones no formaron parte de la traducción final, eran solamente guías para Beckett. Es interesante que la mayoría de las anotaciones en rosa están en francés. Para orejuela hay un genérico plante y para chuchupaste, pasto de ocotillo y grado (sangre de grado) un anticlimático herbes.

Me pregunto si es posible, siquiera, traducir el limoncillo, la contrayerba, la orejuela.1 Son especies que no existen más que en la región donde son endémicas. Algunas veces, quienes traducimos nos enfrentamos a la dificultad de que no exista un nombre común en la lengua meta para las especies en peligro de traducción. Alfonso Reyes había puesto la mirada en las palabras más humildes, las más pegadas a la tierra, las que brotaban de ella y era imposible traducir sin desenraizar y matar. Quizá por eso los poemas que Beckett tradujo de Alfonso Reyes fueron sus menos favoritos de una antología que de por sí consideró “execrable”. Quiero pensar que la dificultad de traducir “Yerbas del Tarahumara”, en específico, atizó su desdén. Sin embargo, Beckett no se rindió. Trabajó arduamente en estos poemas.

Al final, el verso “yerbaniz, limoncillo, simonillo” quedó traducido de manera imprecisa como “mint and cuscus and birthroot”; “la yerba del venado, el chuchupaste y la yerba del indio” fueron transmutados a “sumac, chuchupaste and hellebore”. Ésta última, el eléboro, es una de mis plantas favoritas, pero sin duda no la yerba del indio. Quiero pensar que, por lo menos, Beckett buscó especies alternativas que también fueran medicinales. De manera interesante, el chuchupaste no encontró equivalencia y pasó a la publicación final íntegro, con sus sílabas africadas, como un heraldo que no puede transformarse o una hierba salvaje que cruza una frontera de contrabando.

 
Tinta mojada

No podemos saber qué opinó Alfonso Reyes de la traducción que hizo Beckett de sus poemas. No sabemos si leyó la antología, siquiera, aunque es probable. Pero sí conocemos las opiniones de Reyes sobre la traducción en general, plasmadas en el capítulo “De la traducción” en La experiencia literaria, que abre con una cita de George Moore:

Ciertos sustantivos, por difíciles que sean, deben conservarse exactamente como en el original; no hay que transformar las verstas en kilómetros, ni los rublos en chelines o en francos. Yo no sé lo que es una versta ni lo que es un rublo, pero cuando leo estas palabras me siento en Rusia.

Al inicio del ensayo, Reyes se muestra un poco escéptico ante esta postura, pero termina por aceptarla. “El objeto del traductor debe ser el no quitar a la obra su sabor extranjero”, escribe Moore. En cuanto a la traducción de Beckett, Reyes habría abogado por una traducción que refrescara la extranjería del texto. Con Moore, comparte que no hay que cambiar las verstas por kilómetros ni los urogallos por gallinas, pero no considera el hecho de que por lo menos existen las palabras versta y urogallo en español. Beckett se enfrentó a los sustantivos botánicos, etnológicamente relevantes para los pobladores de la sierra Tarahumara con la misma ignorancia del europeo que le pregunta al conquistador si en América hay muchos árboles.

Las implicaciones políticas, históricas y culturales de una traducción de este tipo son considerables. ¿Cuál es el propósito de traducir y trasladar los nombres de estas especies a una cultura en la cual no existen? Sin duda alguna, Reyes creía que la vegetación del Valle de México se podía trasladar de manera prístina al lenguaje y acercar a quienes no la conocían como la palma de su mano. En ese sentido, Reyes suscribe la lógica enciclopédica de los relatos de conquista que tanto informaron su obra más popular, Visión de Anáhuac.

Los lectores contemporáneos se asoman a estos problemas de traducción y transculturación con mayor escepticismo. Es el mismo escepticismo y reticencia que tiene Antony en la obra egipcia de Shakespeare, cuando vuelve a casa y se enfrenta al problema de narrar/traducir qué es exactamente un cocodrilo. Ácido, Antony recurre a la tautología. El cocodrilo “tiene la forma de sí mismo”, “se mueve con sus órganos”, “vive de lo que lo alimenta”, y es del color del cocodrilo. Sus lágrimas son “lágrimas mojadas”. La visión de mundo de Antony sostiene que no hay posible traducción: lo único que podemos hacer para trasladar la idea completa del cocodrilo es sostener un espejo donde A=A, un cocodrilo es un cocodrilo. A veces, hay espejos tan limpios que no permiten ver nada. Frente a esta enigmática descripción, los interlocutores de Antony responden con un decepcionante: “‘tis a strange serpent”. Es decir, vuelven a quebrar la esencia del cocodrilo, reduciéndolo a una especie conocida, lo hacen sólo una “serpiente extraña”.

Asimismo, Beckett hizo del tesgüino una bebida extraña de maíz, y de la yerba del indio, una especie de eléboro. Qué revelador es que la traducción de Beckett optó por domesticar la flora y la fauna y la cultura de las “Yerbas del Tarahumara” de Alfonso Reyes. A fin de cuentas, la traducción había sido comisionada por un organismo internacional cuyo fundamento ideológico es la absoluta traducibilidad cultural.

 
Tinta de espejo

Si suscribimos la idea de Robert Frost de que aquello que se pierde en una traducción es la poesía, cuanto más difícil es una traducción ¿más poético es el texto fuente? ¿Es Alfonso Reyes el más poético de la Anthology of Mexican Poetry? O bien, ¿debemos pensar que Reyes no debió de haber formado parte de la antología, que algo verdaderamente distinto lo separaba de los poetas anteriores y que añadirlo interrumpió el ritmo de traducción que Beckett ya había amaestrado?

En su ensayo sobre la traducción, Reyes hace referencia a una de las metáforas más bellas que hay sobre la misma. Cervantes veía esta labor humana como el envés de un tapiz donde todos los hilos están sueltos. Es una imagen muy bella que no obstante demerita la labor del traductor. A mi parecer, lo más bello que se ha escrito sobre la traducción aparece de manera fugaz en un poema que escribió Nabókov sobre su traducción de Eugenio Oneguin de Alexandr Pushkin. Nabókov escribe: “Las palabras reflejadas solo pueden temblar, / como luces alargadas que se tuercen/ en el espejo negro de un río”. Pienso en eso, pienso en Beckett escribiendo los poemas de Alfonso Reyes con tinta reflejante y pulso tembloroso. La traducción de Beckett de las “Yerbas del Tarahumara” es sólo un ejemplo del nivel de arraigo que Reyes sentía por nuestro territorio y de la dificultad de trasladar de manera limpia todo un sistema ecocultural. Si el cocodrilo es el cocodrilo, el chuchupaste es el chuchupaste, y la teoría de la traducción, en los rincones más íntimos del lenguaje, es sólo un reguero de espejos.

Como a Paz, muchas veces la poesía de Reyes me parece más cercana al mundo de los muertos que al de los vivos, quizá por su compromiso con la rima. Si bien la rima en un poema funciona como un elemento de familiaridad, algo que predecimos levemente o intuimos, a veces puede hacer demasiado eco. Quizá sea la rima insistente la que hizo a Paz incluir a Reyes en esa antología que tenía la acústica monumental y marmórea de los mausoleos. Pero para Beckett, la ignorancia y el hastío lo hicieron llegar a la traducción del último poeta con mucha menos reverencia. El recinto ya no era mausoleo, los poemas eran habitaciones simples, llenas de muebles estorbosos. Por eso, a pesar de las imprecisiones botánicas, las traducciones de Beckett consiguen refrescar los poemas de Reyes de una manera alucinante. En “La amenaza de la flor” que se “pinta ojeras”, Beckett transforma un sustantivo en verbo: “flower who kohl your lids” (sic). Los dos últimos versos de “Sol de Monterrey”, “Yo no conocí en mi infancia/ sombra, sino resolana”, se convirtieron en “No shadow in my childhood/ but was red with sun”, una visión que deja su herraje en la memoria. Si bien la inclusión de Reyes por parte de Paz lo embalsamaba, la traducción enrarecida de Beckett lo revivía de nuevo, una y otra vez. En esta antología —y quizá en la historia de la literatura mexicana—, Reyes es la mariposa y la bisagra, es el eslabón perdido, un eco que viaja entre los vivos y los muertos.

En esa habitación sencilla a la que llegó Beckett, traducir era cambiar los muebles de lugar, cambiar la acústica del poema. Traducir un poema con rima es enfrentarse a los espejos de una habitación. Cuando Beckett decidió traducir sin rima los poemas rimados de Reyes, movió todos los espejos de lugar. Al cambiar el sitio de un espejo, la costumbre se queda rota ahí, desnuda, sin el consuelo del ser. Sólo hay una fría nada blanca. Un memento mori. Vale la pena leer estos seis poemas. Y contemplar en ellos ese abismo.

 

 

* Ensayo perteneciente al libro colectivo Bosque de pólvora. Lecturas explosivas sobre Alfonso Reyes (ed. de Fabián Espejel), de próxima aparición bajo el sello editorial de la UANL.


1 En su ensayo sobre la traducción de Valery Larbaud de “Yerbas del Tarahumara”, Adolfo Castañón rescata una carta de quien fuera el primer traductor de este poema al francés, donde le expresa a Reyes la misma dificultad a la que se enfrentó Beckett: “Desde ahora puedo decirle que tengo la intención de traducir por equivalentes calcados sobre ellos mismos todos los términos que ni el Diccionario de la Academia Española, ni Vicente Salvá me pueden proporcionar. Por ejemplo sugiero ‘petite-oreille-derat’ (orejuela de ratón), ‘Simonille, ocotille’… Pero si existen términos franceses correspondientes que no sean científicos ni del linaje de Linneo, los preferiré a ‘simonille’ u ‘ocotille’”.

 
Una oportuna circularidad
hizo del tiempo un tránsito perpetuo –

espacio por el que me escurro todos los días y me lleva
siempre a los mismos lugares.


 
Tengo nueve años. Me aviento sobre una montaña de hojas
   pero soy muy pesada y me doy el mentón contra la baldosa.

Se acabó el verano — sobrevino la sequía y entonces las cosas
   se han ido para adentro.
Los roedores hacen acopio para el futuro, los benteveos
   buscan un refugio para sus nidos: algo estable que les
   permita pasar la temporada.

Yo, en cambio, me refugio en la intemperie. Una casa
   abandonada cerca del alambrado donde solía estar la vieja
   pileta. La única puerta está bajo llave pero es muy fácil
   acceder al techo.
Un asilo es, a la vez, un refugio y un lugar de retiro.
Por algún acto de magia me llega el sonido lejano de un
   festejo: la gente sale a celebrar lo que sea. No sé de
   dónde viene, no lo entiendo.

A los nueve años una niña ya se siente nacida en éxodo —
   algo se lo advierte con la furia de un volcán y luego se
   reafirma con palabras de desprecio.
A las niñas les convienen las alturas, pobladas de fantasmas
   una vista privilegiada del horizonte. Las niñas del éxodo
   están acompañadas en las horas del insomnio: prefieren
   soñar de día.


 
Alrededor de las once empezaba a plantear
el fuego lento mi abuelo
no le gustaba apresurar el asunto.

Lo mirábamos operar el carbón
las pastillas de encendido —
destrozar un cajón de manzanas
al tiempo que apartaba del resto sus clavos
y sobre la rejilla de metal acomodaba la madera.

Idilio sin palabras sus uñas ennegrecidas
la pelada que no disimulaba
los vellos que pasaban el límite de su nariz.

De la carne que compraba nos decía es un puema.

Mugre
como las vacas.

¡No!
Mugen
las vacas: mugen.

—Esa es la voz de mamá.


 
Mi hermano había tomado el hábito de comer
insectos. Los ponía a caminar sobre la piel de su
antebrazo hasta el cansancio — suyo o de
los demás y luego al buche.

Movimiento
la memoria es movimiento.

Viajábamos al campo cada fin de semana.
Desde el auto
las vacas eran esquirlas del paisaje.
El viaje en realidad empieza
mucho antes con una caída que apenas
recuerdo.

La que cae no soy yo      es mi hermano.
Esta es sólo una versión y hay otras.

La ingesta de insectos me asqueaba hasta el vómito
sin embargo
cuando mamá corría el mosquitero del patio
y preguntaba si él había vuelto a comer
bichos yo siempre          contestaba: —No.


 
En la casa en que crecí había un samovar.
Plateado, precioso. Quizás el único indicio de nuestra
   herencia rusa. Yo no le quitaba los ojos de encima, me
   volvía a verlo cada vez que me encontraba cerca de él.
   No supe su nombre hasta muchos años después.
Ni su nombre ni su utilidad. Ese samovar nunca hizo un té
   bajo mi amorosa vigilancia. Era un objeto que habitaba
   en un rincón del living comedor, participando en silencio
   de nuestro cotidiano – un testigo delicadísimo, olvidado
   delante de nuestros ojos.
Pasaron los años y el samovar allí, inmóvil, de pie junto al
   modular – inmutable.
Mi hermano crecía, yo crecía – el samovar se mantenía intacto.
   Ni siquiera el polvo le afectaba.
Si me hubiera animado a la fantasía recurrente de escaparme
   del hogar, me hubiera llevado: a mi hermano y aquel
   samovar. Probablemente no hubiera llegado muy lejos
   pero me hubiera sentido satisfecha.
Tiempo después me enteré de que el ruso era el idioma en
   código de mis bisabuelos. Sólo ellos sabían hablarlo. Lo
   usaban para transmitirse información delante del resto de
   la familia, sin que nadie pudiera adivinar de qué hablaban,
   como perfectos espías rusos. Mi bisabuela leía a Pushkin
   y a Dostoievski en idioma original.
Las familias gustan de los secretos.
No tener un nombre para darle a aquel trofeo ruso y platinado
   me regaló años de inagotable curiosidad – un asombro que
   se renovaba a fuerza de incertidumbre.


 
No dar un nombre a las cosas es conceder un lugar al
   misterio y a la reinvención. De alguna manera — una
   suerte de secreto. Un acto de ocultamiento imperfecto
   porque deja rastros.
El único destino noble de todo secreto es el misterio.


 
Fue necesario anidar en
destierros prematuros: de cada exilio brotaron
palabras
y en cada palabra ejercité un adiós.
Despedí a la niña
a la sierva
a la estela de amabilidad.
Me hice toro
luego efigie.
Andando aprendí de la fuerza de mis piernas.


 
Hubo un profesor de la facultad que, hastiado de dar cátedra
   sobre Proust y su tiempo perdido – y recibir como
   respuesta un rotundo silencio –, dijo: Esto es lo
   que quiero que
entiendan sobre Proust. Y al silencio regular se le
   sumó la tensión de un poderoso estado de intriga.

Entonces leyó – las gotas de tinta indeleble que dibujan
   figuras de papel japonés abriéndose en el té con
   magdalenas, de las cuales se desprende la memoria de un
   siglo. En el aire aparecieron como por primera vez,
   eternamente, Combray, Swann. Leía sin énfasis pero con
   entusiasmo, siguiendo la respiración del texto, tratando
   cada palabra como pieza de orfebrería.

Durante su lectura el tiempo se detuvo y avanzó
   simultáneamente. La música invisible que se escondía
   dentro de cada oración y que le era imposible explicar más
   que leyendo en voz alta las palabras escritas. Descubrimos
   a Proust, autor que somete la sintaxis al curso de las ideas
   y las ideas, al ritmo de un denso vapor de agua que sube
   hasta sublimarse en el aire.
Un autor que desconfía del origen. De esa desconfianza nace
   todo lo involuntario: la memoria, la escritura.

La literatura nos cundió aquel día.


 
El futuro espera atrás
en la ceguera de la espalda.
El pasado salpica el terreno
donde los pies zambullen el movimiento.

El tiempo va necesitando una nueva metáfora
que fulmine las anteriores.
Un ritual de alcohol
para prender la casa en llamas.



* Poemas pertenecientes a Caminar sola (Editorial Pre-Textos, 2023).

 

 

 
Los domingos me aprietan los zapatos

Ahora que el miedo se disfraza de torres altas
a las que se debe abrazar sin desvelar cómo.
Ahora que el silencio son dos perros que callaron
de pronto, en mitad de la noche.
                                                       Sin motivo aparente.
Ahora que el dobladillo del corazón se quedó largo
por expectativas que ya rozan el suelo.
                                                       Sin llegar a tocarlo.
Ahora que este calor nos aprieta —como los zapatos—,
y no espera al invierno.
Ahora que el atardecer tiene prisa
por encontrar la noche,
ahora que el Sur es más Sur que nunca.
Ahora es cuando la libertad sabe a poco y el futuro
se viste de eterno bochorno para ser siempre verano.


 
Habitación con luz

La luz entra de pronto sin avisar. La persiana se resiste.
Pequeños ruidos se convierten ya en conocidos y veo,
por la ropa tendida, que los vecinos despertaron
hace media mañana; el niño hoy cose
el pantalón con un hilo que casi puedo tocar:  l  a  r  g  o
como un vuelo a Madrid, ahora que pilla a desmano.
He vuelto a mudarme porque olía a humedad
la camiseta que sudé en el gimnasio.
Al entrar en mi cuarto he reconocido un arcoíris
que ha despertado mientras tanto,
y la luz seguía de pie, en la habitación
donde he guardado todos mis zapatos.


 
Querida libertad

Huid de escenarios, púlpitos, plataformas y pedestales.
Nunca perdáis contacto con el suelo; porque sólo así
tendréis una idea aproximada de vuestra estatura.

Antonio Machado

Volví a casa con las manos llenas y
el corazón a medias. Me subí al ático,
y las ventanas encogieron el ombligo.
Nos sincronizamos como lo hacen los gemelos.
       Preparé la mesa con todos mis elefantes
       dispuestos a desnudarse conmigo,
       y escribí a mano lo que tenía en el pecho.
       Esa presencia que fue humana y es recuerdo.
       Lo que ahora leéis y fue motivo efímero de fracaso.
Un bochorno para mí misma, y costumbre
para mis pies, que los dejé a un lado.
Doné el peso de los años a un funambulista
que no pasó el periodo de prueba.
       Ahora que me he concedido la amistad,
       me otorgo la libertad de andar
                 d e s c a l z a.


 
Prefiero

Prefiero no discutir cuando las letras inundan
cualquier conflicto que no sea bélico
y ponga en un aprieto a la primavera.

Prefiero ser delirante en este justo instante
en el que se desploma el quinteto y
hasta a la rima le cuesta salir
víctima de la compostura que la abandonó.

Prefiero ahogarme entre lirios asonantes
que ver en cascada los gestos que cubren,
de noticias amargas, la magia. Ejércitos de fieras
que no conocieron a Lorca, eternos parias
discordantes a los que la Tierra no se tragó nunca…

Prefiero usar la poesía porque,
aunque no sea el día,
sigo celebrando en su refugio la suerte
de ser y estar. Prefiero entre sus manos;
todo parece más icónico entre sus manos,
aun cuando la trinchera me recuerda
cualquier desastre en campo enemigo,
cualquier falacia a la que responder con un disparo.
Prefiero que sea lento, como cuando el sol
se manifiesta en tierras como esta,
en tiempos como estos, en los que la poesía,
                a veces
                muchas veces
podría salvar de cualquier guerra.

Prefiero discutir entre mapas desordenados
en los que quepa también la magia del caos
y el sufragio de la marioneta.

Prefiero que, si lo hacen, hoy me llamen poeta.

 

* Los tres primeros poemas pertenecen al libro Cuadernos de Guinea. Travesía incompleta (Santa Rabia Poetry, 2023). El último fue el poema ganador de la décima temporada de Letras & Poesía Slam (enero de 2024).

 

 

 
La información sobre la guerra en la franja de Gaza simula ser vasta, pero en realidad es poca y resulta confusa. A partir del ataque de Hamás a población israelí, llevado a cabo el 7 de octubre de 2023, inició un nuevo capítulo de violencia en esa larga historia bélica. A más de un año del acontecimiento, las noticias de última hora siguen sorprendiendo al mundo con su crudeza, inquietud y sin sentido. Tal es el vértigo de la violencia que la memoria histórica se tambalea. Está en peligro de extinción la vida y la cultura de los palestinos.

Perdida en ese panorama intervenido por múltiples intereses económicos, religiosos y políticos fue que decidí buscar información en otro periódico, el de poesía. Los poetas incluidos en esta breve selección, sean migrantes, perseguidos, refugiados o algunos de ellos ciudadanos americanos porque nacieron ahí, eligen decir para no ser parte del silencio exterminador, eligen dar testimonio poético para mostrar qué significa la tierra para los palestinos, qué significan las costumbres y la familia, qué significa la guerra, qué significan los sueños. Ya sea por adaptarse al contexto en el que viven o porque saben que así llegarán a más lectores, muchos de ellos escriben en inglés, de las versiones en esta lengua parto, ya sea de textos originalmente escritos en inglés o traducidos del árabe al inglés por otros traductores.

Aunque la mayoría de los poetas palestinos que consulté tiene claro que la poesía no puede detener una guerra ni salvar a nadie de los crímenes de lesa humanidad, escriben para no callar lo que viven y los afecta; para que su voz sea capaz de causar interferencias y transformar un proceso político reducido a varios países en pugna, dos bandos e intereses colonialistas; para nombrar al mundo como presencia colectiva (sus implicaciones y violencias) y como presencia personal (sus deseos, protestas y riesgos).

Cuento entre mis hallazgos, en lo que a poesía contemporánea palestina concierne, haber descubierto la obra fuerte y rebelde de Noor Hindi, poeta y periodista que publicó un libro imprescindible contra el odio, el machismo y la guerra llamado Dear God. Dear bones. Dear Yellow (2022); así como la obra plena en resistencia amorosa, nostálgica y desoladora de la poeta árabe-estadounidense Lena Khalaf Tuffaha, cuyos versos pertenecen a su libro Water & Salt (2017). En páginas dispersas de internet leí a Fady Joudah, físico y poeta palestino-estadounidense de versos precisos, cotidianos pero situados en el asombro. Quiero mencionar dos libros más. El primero es Things You May Find Hidden in my Ear (2022) de Mosab Abu Toha, poeta, académico y editor palestino que ha vivido la guerra desde su nacimiento en un campo de refugiados de Gaza y cuyos versos denuncian la crueldad, la persecución y la necroviolencia por parte de Israel. El segundo es Rifqa (2021), del poeta y periodista palestino Mohammed El-Kurd. Se trata de un homenaje a su abuela Rifqa, gran activista que le enseñó el valor de la resiliencia. En sus versos, El-Kurd reflexiona sobre la supervivencia a la que obliga la guerra, sobre cómo tener que dejar todo atrás es una forma de deshacer a Dios.

¿A dónde pertenecen estos poemas? Al desarraigo, esa patria impuesta. El valor de esta literatura está en deshumanizar la guerra; es decir, mostrar en imágenes y palabras de protesta la crueldad que la caracteriza. En oposición a la mayoría de los medios, estos versos no quieren alejar a la violencia de la verdad. Buscan dar noticia y testimonio de las implicaciones devastadoras de un conflicto como el de Israel y Palestina. Porque hace falta problematizar la guerra, enfrentar el miedo. Después de acercarme a la poesía palestina comprendo que más allá de una revisión histórica, de poner en la balanza ideológica y de intereses religiosos, políticos o de cualquier tipo quién merece atacar a quién o quién tiene el derecho a poseer y ocupar el territorio, lo urgente es detener el genocidio.

— Brianda Pineda Melgarejo.

 

Najwan Darwish

Fobia

Me echarán de la ciudad antes de que oscurezca
Dicen que no pagué los recibos del aire
Que no pagué el precio de la luz.
Me echarán de la ciudad antes de que anochezca
Dicen que no pagué las tasas del sol ni de las nubes,
Me echarán antes de que amanezca
Porque discutí con la noche sin alabar a las estrellas
Me echarán de la ciudad antes de que abandone el útero
Porque durante siete meses escudriñé la existencia y escribí poesía
Me echarán de la existencia porque estoy del lado del vacío
Me echarán del vacío porque sospechan que estoy en contacto con la existencia
Me echarán de la existencia y del vacío porque soy fruto del devenir
Me echarán

 
 
Phobia

They will evict me from the city before the dark
They say I did not pay my air bills,
I did not pay the price of light.
They will evict me from the city before the evening time
They say I did not pay the sun’s fees or the cloud’s dues,
They will evict me before the sunrise
Because I bickered with the night without praising the stars
They will evict me from the city before I leave the womb
Because for seven months I scrutinized existence and wrote poetry
They will evict me from existence because I sided with the void
They will evict me from the void because I am suspect of contacting existence
They will evict me from existence and the void because I am the son of becoming
They will evict me

(traducido del árabe al inglés por Ahmad Diab)

*

Mohammed El-Kurd

Nacidos el día de la Nakba1

Tu crueldad reescribió mi autobiografía
en versos viscerales
cuchillas en la lengua,
una boca preñada de
truenos.

Tu crueldad me dijo que siguiera
adelante,

que mirara,
que escuchara.

Nací en el cincuenta aniversario de la Nakba
de una madre que recogía aceitunas
e higos
y otros versículos del Corán,
watteeni wazzaytoon.2
Mi nombre: una bomba en una habitación blanca,
una sospecha que camina
en un aeropuerto,
política sin elección.

Nací en el cincuenta aniversario de la Nakba.
Afuera de la sala del hospital:
protestas, hule quemado,
rostros kufiyados y cuerpos desnudos,
piedras arrojadas a los tanques,
tanques rotulados de banderas estadounidenses,
tierra
que huele a gas lacrimógeno, cielos cubiertos de
balas revestidas de goma,
unos cuantos cadáveres baleados, muertos
número de muertos en un titular.

Mi hermana
y yo
nacimos.

El nacimiento dura más que la muerte.
En Palestina la muerte es súbita,
instantánea,
constante,
ocurre entre respiros.

Nací entre poemas
en el cincuenta aniversario.
Los cantos de liberación que se oían fuera de la sala del hospital
le dijeron a mi madre
puja.

 
 
Born on Nakba Day

Your unkindness rewrote my autobiography
into punch lines in guts,
blades for tongues,
a mouth pregnant with
thunder.

Your unkindness told me to push
through,

look,
listen.

I was born on the fiftieth anniversary of the Nakba
to a mother who reaped olives
and figs
and other Quranic verses,
watteeni wazzaytoon.
My name: a bomb in a white room,
a walking suspicion
in an airport,
choiceless politics.

I was born on the fiftieth anniversary of the Nakba.
Outside the hospital room:
protests, burnt rubber,
Kuffiyah’ed faces, and bare bodies,
stones thrown onto tanks,
tanks imprinted with US flags,
lands
smelling of tear gas, skies tiled with
rubber-coated bullets,
a few bodies shot, dead—died
numbers in a headline.

I
and my sister
were born.

Birth lasts longer than death.
In Palestine death is sudden,
instant,
constant,
happens in between breaths.

I was born among poetry
on the fiftieth anniversary.
The liberation chants outside the hospital room
told my mother
to push.

(De Rifqa, 2021)

*

Noor Hindi

Que se chingue tu conferencia sobre artesanía, mi gente se está muriendo

Los colonizadores escriben sobre flores.
Yo te hablo de niños que arrojan piedras a los tanques israelíes
segundos antes de convertirse en margaritas.
Quiero ser como esos poetas que se preocupan por la luna.
Los palestinos no ven la luna desde sus cárceles.
Vaya que es hermosa la luna.
Vaya que las flores también lo son.
Recojo flores para mi padre muerto cuando estoy triste.
Él ve Al Jazeera todo el día.3
Ojalá Jessica dejara de mandarme mensajes de Feliz Ramadán.
Sé que soy estadounidense porque cuando entro en una habitación algo muere.
Las metáforas sobre la muerte son para poetas que creen que a los fantasmas les importa el sonido.
Cuando muera, prometo que nunca te dejaré en paz.
Algún día, escribiré sobre las flores como si fueran nuestras.

 
 
Fuck your lecture on craft, my people are dying

Colonizers write about flowers.
I tell you about children throwing rocks at Israeli tanks
seconds before becoming daisies.
I want to be like those poets who care about the moon.
Palestinians don’t see the moon from jail cells and prisons.
It’s so beautiful, the moon.
They’re so beautiful, the flowers.
I pick flowers for my dead father when I’m sad.
He watches Al Jazeera all day.
I wish Jessica would stop texting me Happy Ramadan.
I know I’m American because when I walk into a room something dies.
Metaphors about death are for poets who think ghosts care about sound.
When I die, I promise to haunt you forever.
One day, I’ll write about the flowers like we own them.

*

Fady Joudah

Mimesis

Mi hija
      no quería matar a una araña
Que hizo su nido
Entre los manubrios de su bicicleta
Por dos semanas
Ella esperó
Hasta que se fue sola

Si deshaces la telaraña le dije
se dará cuenta
Que ésta no es su casa
Y podrás irte en bicicleta

Dijo así es como los demás
Se convierten en refugiados, ¿verdad?

 
 
Mimesis

My daughter
      wouldn’t hurt a spider
That had nested
Between her bicycle handles
For two weeks
She waited
Until it left of its own accord

If you tear down the web I said
It will simply know
This isn’t a place to call home
And you’d get to go biking

She said that’s how others
Become refugees isn’t it?

*

Lena Khalaf Tuffaha

Inmigrante

No llevo abrochado el cinturón de seguridad
Veo cómo se deshace la carretera
detrás de nosotros como una cinta de polvo.
Desde el asiento trasero del Datsun de mi tío
Ammán parece apenas un rincón tierno
del color del pelo de mi osito de peluche.
Sus casas amontonadas unas contra otras
en sus siete colinas resecas
tienen el mismo tono de piel que mi familia—
almendra de la frente de mi madre,
trigo de los brazos de mi padre,
té con nata de las manos de mi abuela.
Nos alejamos por el único camino que conduce al aeropuerto.
Nos alejamos de esta ciudad de casitas de muñecas
de mi infancia de cuentos donde trepaba árboles
y de las risas de mis demasiados primos.
Nos alejamos de la guerra inminente.
Nos alejamos
porque podemos irnos
en la alfombra mágica azul marino
de nuestros pasaportes estadounidenses
que nos lleva a un lugar seguro y sin simulacros de bomba
al lugar donde se fabrican
los aviones
y al lugar donde el presidente
dará la orden para enviarlos
a mi infancia de cuentos
sobre las siete colinas
al lado de los vecinos que a partir de ahora
se convertirán en refugiados.
Vamos en coche y yo
no me siento a salvo
alejándome de
mí misma y de todo lo que conozco
hacia el gran milagro de
un país tan grande
que las guerras se mantienen a miles de kilómetros de distancia.
Mi joven vida deja de ser mi vida
en el camino que dejo atrás
donde conozco todos los nombres de
los árboles en árabe
rumman saru zayzafoon
y conozco el lugar de cada colina
donde las amapolas carmesíes vuelven cada primavera
y sé cuál es la mejor panadería para comprar
panqueques de Ramadán antes de romper el ayuno.
En el asiento trasero del Datsun de mi tío
quiero flotar atravesando la ventanilla
al pasado
cuando agosto solo era helado por la tarde
y juegos de cartas por la noche
y el crujido del papel de estraza y
la cinta
que cubría los cuadernos,
frescos como el pan de esta mañana,
listos para recibir el próximo año escolar:
ecuaciones matemáticas,
poemas,
historias de batallas.

 
 
Immigrant

I am not buckled safely into my seat
I am watching the road unravel
behind us like a ribbon of dust.
Through the backseat of my uncle’s Datsun
Amman looks like a tender little place
the color of my teddy bear’s fur.
Its houses crowded into one another
on its seven parched hills
are the shades of my family’s skin—
almond of my mother’s brow,
wheat of my father’s arms,
tea-with-cream of my grandmother’s palms.
We are driving away on the only road to the airport.
We are driving away from this dollhouse town
and my storybook childhood of tree-climbing
and laughter of too many cousins to count.
We are driving away from impending war.
We are driving away
because we can leave
on the magic carpet of our navy blue
US passports that carry us
to safety and no bomb drills
to the place where the planes are
made
and the place where the president
will make the call to send the planes
into my storybook childhood
over the seven hills
next door to neighbors who will now
become refugees.
We are driving and I
am not safe
driving away from
myself and everything I know
into the great miracle of
a country so large
wars are kept thousands of miles at bay.
My young life is coming undone
on the road behind me
where I know all the names of
the trees in Arabic
rumman saru zayzafoon
and I know the spot on each hilltop
where the crimson poppies return every spring
and I know the best bakery to line up for
Ramadan pancakes before breaking the fast.
In the backseat of my uncle’s Datsun
I want to float through the window
and into yesterday
when August was just late-afternoon ice cream
and late-night card games
and the crinkle of brown paper and
tape
covering copybooks,
fresh as this morning’s bread,
ready to receive the school year ahead—
math equations,
poems,
histories of battle.

*

Mosab Abu Toha

Palestina A-Z (fragmento)

F

Amigos de la escuela, del barrio, de la infancia. Los libros en la sala de mi casa en Gaza, los poemas en mis cuadernos, siempre solos. Los tres amigos que perdí en el ataque de 2014: Ezzat, Ammar e Ismael. Ezzat nació en Argelia, Ammar en Jordania, Ismael en una granja. Los enterramos a todos bajo la fría tierra.
Peces en nuestro mar que los pescadores no pueden atrapar porque los cañoneros israelíes se preocupan por la vida marina en el Mediterráneo. Una vez pescaron en la playa de Gaza con una lluvia de proyectiles, y Huda Ghalia perdió a su padre, a su madrastra y a sus cinco hermanos en junio de 2006. Caminé en la procesión fúnebre hasta el cementerio. La sangre de sus ropas no se había secado. Para tapar el hedor, se pusieron perfume. El tiempo hizo que aumentara mi odio por los perfumes.

K

Mi abuelo guardó la llave de su casa en Yaffa en 1948. Creyó que volverían en unos días. Se llamaba Hasan. La casa fue destruida. Otros levantaron una nueva en su lugar. Hasan murió en Gaza en 1986. La llave se oxidó, pero todavía sigue en algún lugar, en espera de la vieja puerta de madera.
En Gaza no sabes de qué eres culpable. Se siente como vivir en una novela de Kafka.

P

Un poema no son sólo palabras colocadas sobre una línea. Es una prenda. Mahmoud Darwish quería construir su hogar, su exilio, partiendo de todas las palabras del mundo. Yo tejo mis poemas con mis venas. Quiero construir un poema como un hogar sólido, pero espero no tener que hacerlo con mis huesos.
El 23 de julio de 2014, un amigo me llamó y me dijo: " Mataron a Ezzat". Pregunté cuál Ezzat. "Ezzat, tu amigo". El teléfono resbaló de mi mano y empecé a correr, sin saber a dónde.
¿Cómo te llamas? Mosab. ¿De dónde eres? De Palestina. ¿Cuál es tu lengua materna? Árabe, pero está enferma. ¿De qué color es tu piel? No hay suficiente luz que me ayude a ver.

U

No llovía ese día, pero llevé mi sombrilla de todos modos. Cuando un F-16 sobrevoló la ciudad, abrí la sombrilla para esconderme. Los niños pensaron que era un payaso.
En agosto de 2014, Israel bombardeó el edificio administrativo de mi universidad. El departamento de inglés se redujo a ruinas. Mi ceremonia de graduación se pospuso. Asistieron las familias de los muertos y en lugar de un título, recibieron un retrato de sus hijos.

 
 
Palestine A-Z (fragments)

F

Friends from school, from the neighborhood, from childhood. The books in my living room in Gaza, the poems in my notebooks, still lonely. The three friends I lost to the 2014 onslaught: Ezzat, Ammar, and Ismael. Ezzat was born in Algeria, Ammar in Jordan, Ismael on a farm. We buried them all under the cold ground.
Fish in our sea that the fishermen cannot catch because the Israeli gunboats care about sea life in the Mediterranean. They once fished at the Gaza beach with a barrage of shells, and Huda Ghalia lost her father, stepmother, and five siblings in June 2006. I walked in their funeral procession to the cemetery. Blood was still fresh on their clothes. They had poured out some perfume to cover the stench. Over time my hate for perfume grew intense.

 

K

My grandfather kept the key to his house in Yaffa in 1948. He thought they would return in a few days. His name was Hasan. The house was destroyed. Others built a new one in its place. Hasan died in Gaza in 1986. The key has rusted but still exists somewhere, longing for the old wooden door.
In Gaza you don’t know what you’re guilty of. It feels like living in a Kafka novel.

P

A poem is not just words placed on a line. It’s a cloth. Mahmoud Darwish wanted to build his home, his exile, from all the words in the world. I weave my poems with my veins. I want to build a poem like a solid home, but hopefully not with my bones.
On July 23, 2014, a friend called and said, “Ezzat was killed.” I asked which Ezzat. “Ezzat, your friend.” My phone slipped from my hand, and I began to run, not knowing where.
What’s your name? Mosab. Where are you from? Palestine. What’s your mother tongue? Arabic, but she’s sick. What’s the color of your skin? There is not enough light to help me see.

U

It wasn’t raining that day, but I took my umbrella anyway. When an F-16 flew over the town, I opened my umbrella to hide. Kids thought I was a clown.
In August 2014, Israel bombed my university’s administration building. The English department was turned into a ruin. My graduation ceremony got postponed. Families of the dead attended, to receive not a degree, but a portrait of their child.

(De Things You May Find Hidden in my Ear, 2022)

 

 

 


1 El término Nakba (‘catástrofe’ en árabe) se refiere a la ocupación del 78% de Palestina mediante limpiezas étnicas y masacres, así como a la creación de Israel en ese territorio a partir de 1948. El pueblo palestino conmemora la Nakba el 15 de mayo de cada año. Aunque los historiadores la definen como la guerra que tuvo lugar entre 1947 y 1949, muchos sostienen que sigue vigente, ya que el proyecto sionista de colonización sigue matando, despojando y desplazando a los palestinos. Véase Grassroots al-Quds.

2 Corán, 95:1: "Por los higos y las aceitunas".

3 Al Jazeera es una cadena de televisión fundada en 1996 por el gobierno de Catar. Se trata de uno de los canales más importantes de noticias sobre el mundo árabe. Lo ven en más de 300 millones de hogares alrededor del mundo. Este medio ha compartido información sobre los crímenes de lesa humanidad realizados en la guerra de Israel contra Palestina. A inicios de mayo de 2024, Israel lanzó una ley para evitar que la cadena opere dentro de su país y transmita información sobre Gaza.

 
Sergio Ernesto Ríos, Poe/CIA, Querétaro, Herring Publishers, 2024.
 

 
Para Ulises Carrión, el choque de dos estructuras produce una metáfora. La colisión crearía también un meme, un collage o un poemario. Este crasheo es el origen del libro Poe/CIA de Sergio Ernesto Ríos (Toluca, Estado de México, 1981), cuya portada es la imagen de Edgar Allan Poe y el logotipo de la Central de Inteligencia Estadounidense en tonos cian. Dos significados en apariencia tan distintos cuya única coincidencia es la nacionalidad, con 100 años de diferencia, pero que en el libro crean algo nuevo: una central de contrainteligencia poética para combatir el lugar común y la estética de cierta literatura mexa.

El primer texto es una declaración que finca responsabilidades y afinidades. Todo lo que será dicho a continuación es una serie de antipoemas, en los que la concepción de un poema se establece como un error del lenguaje (gazapo) y el error como un logro. Una estética que ya había propuesto antes Luis Alberto Arellano, en su libro de ensayos Fotogramas del Ocio Clase B. Sucede algo similar cuando traduces un verso en Google Translator por varios idiomas y éste se devuelve enrarecido. Los versos de Sergio Ernesto Ríos son alucinados, e irracionales, y al escucharlos en voz alta realzan su potencia. Cántelos en medio de la calle y grabe las reacciones de la gente.

Los poemas, dignos de cualquier Archipámpano Peritoneal,
eran esos gazapos curvados al comienzo de unos guantes

Hay poemas que suenan como un proyecto rechazado del FONCA y en contra de las tutorías. ¿Cuánta poesía se ha perdido en el archivo por no obtener becas o premios? ¿Cuánta poesía fue rechazada por el tutor de la beca que sí valía la pena? Quizá editando ese inmenso archivo, resulte algo incluso superior a lo que fue becado, premiado o aplaudido. El autor defiende su oficio como un lector obsesivo de poemas, una cualidad indispensable para ser editor. Después de leer miles de textos, la conclusión es muy similar a lo que dice Mario Montalbetti en El pensamiento del poema. En realidad, un poema no es algo que pueda explicarse totalmente, pero en Ríos, fiel a su estilo, se ironiza:

Imaginen que estamos atrás del destino de un poema
y que su ignición
y lo que sucederá frente a sus ojos
será algo que pueda explicarse

Tampoco está alineado a la estética otorgapremios nacionales de libros de mínimo 60 cuartillas del establishment literario mexa, la cual es absurda y cuya respuesta son poemas ácidos. Mientras se espera el siga en cualquier cruce de semáforos, no puede faltar el sentido del humor en medio del tedio:

más que un poema
es un molde de gelatina
que encierra en sí la practicidad de ponerse como sombrero,
en caso de lluvia

 
 
Escritura creativa en tiempos de la IA

Ahora que ya es un lugar común hacer imágenes y poemas con inteligencia articifial  —hace apenas unos meses parecía ser algo vanguardista—, el yo lírico se muestra irónico frente a estos automatismos del lenguaje.

La postrera ínsula de los automatismos gaznápiros

La plaquette contiene imágenes de internet que detonan poemas a manera de pie de foto: un pingüino triste y solitario, una resbaladilla con una cabeza asiática en la cima, un cartel de una película gore asiática, un poema visual en forma de abanico, la mamá de Octavio Paz en un holograma de 3 cabezas, Octavio Paz rodeado de poetas del grupo de Contemporáneos y Estridentistas, Silvia Lemus tomándose una selfie con Peña Nieto y Eduardo Lizalde (detrás de ellos) viendo hacia otro lado, y la más extraña de todas: Darth Vader sin máscara junto a Murillo Karam, como si hubieran sido paridos por la misma madre. En todas se establecen símiles en apariencia disonantes para cuestionar desde la ironía y el humor ese pazentrismo de la literatura mexicana, que definió Heriberto Yépez. Esta sección del libro también cuestiona el estado creativo de lo literario desde las escrituras artificiales.

Vivimos en la era de los antimonumentos
y en la era de la anticreatividad
y, por supuesto, vivimos en la era de los antimurales.

Esta batalla contra la estética poetosa de cierta literatura mexa ha llevado a Sergío Ernesto Ríos a ser un editor outsider, a cargo de la revista literaria Grafógrafxs, donde se favorece la rareza y la experimentalidad. No todo poema es algo encabalgado, a doble espacio y en tipografía Helvética:

Chapucero style
Aquí nació la poesía con su aguijón helvético.

Ni tampoco es una expresión de sentimientos, como lo llegué a creer con mis primeras lecturas de poesía en la secundaria, impresos en una edición de pasta dura bellamente ilustrada.

Luego de publicarse
mamotretos finísimos
de orquídeas fotogénicas
a la sombra de El Señor Desnudo.
con prólogo de algún gobernador jubilado.

Petardos, bombas molotov sónicas son las que se proponen en Poe/CIA para derrumbar el muro de la poesía mexa más tradicional y premiada.

 
 
En defensa de los alucinados

En ciertos pies de foto sucede una prosa poética cercana al delirio sci-fi, que forman oraciones incendiarias y muestran el mundo detrás del meme, el poema detrás de la imagen, al evidenciar dos estilos en lucha permanente:

Mientras llega a mis labios
el jardín que ignoro.

contra

Un Robocop idealista viaja a Japón para detener el nacimiento de monjas lobo en una misa nazi. Como el francotirador de ojos ultravioleta, desde la torre de Tokio, disparó a su reloj-pulsera-teletransportador debe robar una moto…

Parece haber un descanso después de tanto leer y escribir poemas. El yo lírico ve televisión, pero sigue con la inercia de seguir escribiendo y apropiándose del absurdo mundo de las caricaturas, videos musicales y anuncios comerciales para al despertar, seguir tronando contra la policía de la poesía mexicana con unos poemas divertidisimos que reinvindican la estética de Mario Santiago Papasquiaro:

Consejos
de
l
autor
de
“Hacen
falta
empresarios
creadores
de empresarios”
a
l
autor
de
Jeta
de
Santo

 
 
Homenajes

La primera sección del libro cierra con dos poemas entrañables dedicados a Luis Alberto Arellano y a los amigxs, cómplices y clan del autor, en una enumeración desde todas las latitudes del mundo y de la República, incluyendo a lxs integrantes del taller de Grafógrafxs. ¿Qué es un poeta sin amigos? Quizá un poeta destinado al olvido.

Psicólogo de extraterrestres
It’s been a long day
without you, my friend
El que desea borrar del mapa
ese bajío mostrenco y panistoide

 
 
Coda

Con un lirismo más caótico se clama en el desierto una diatriba contra la burocracia cultural del Estado. El antipoema es una poética punk, que me recuerda la plaquette Pasen las legiones con sus huesos expuestos + Algunos prefieren batallas perdidas, apuntes para una poética de Donizete Galvão (Viralata, 2024).

Lo peor que le puede pasar a un poeta es
institucionalizase,
demagogizarse,
lacayizarse

El grito de guerra de Sergio Ernesto Ríos en Poe/CIA es radical. No somos poetas domesticados por las instituciones, ni por las becas ni por el poder, ni tampoco por las estéticas imperantes que deciden qué libros premiar o publicar.

El poeta grafógrafx provinciano como el más outsider de los outsider: Lejos, muy lejos de las complacencias.
 

Escuché por primera vez a Bud Powell en un cassette antológico. Se trataba de una colección, Jazz in Verve, donde el genial Norman Granz recopilaba piezas fundamentales en el nacimiento del bebop y su sensata disolución en otros ritmos, menos vertiginosos tal vez, pero no menos revolucionarios. Bud Powell interpreta una versión más ralentizada aún (y por eso más oscura y triste) de Round Midnight, la canción más conocida de Thelonious Monk, su protector y amigo. Tiempo después, cuando vi Round Midnight convertida en una bella cinta de Bertrand Tavernier, supe que se trataba de una adaptación un tanto libre de Danza de los Infieles, el libro donde Francis Paudras narra los capítulos donde el francés y el genial músico neoyorquino compartieron el pan, el vino y la sal, a la luz extenuante de esos clubes de jazz donde Powell exhibió su gran talento. Todos los pianistas de jazz, a partir de ahí, se abrieron a la influencia de Powell y su naturaleza para cubrir la escala cromática con virtuosismo, pero también con emoción. Su vida compleja, casi siempre al borde del abismo, abrió uno de los capítulos más sensibles en la historia del jazz moderno. Nacido un 27 de septiembre de 1924, sirvan estos poemas como un sencillo homenaje a los cien años de un genio cuya música y vida vertiginosas aún nos conmueven.

 

*

Comienza tu descenso.

Trae la edad un valle de bestias, música, la súbita explosión de sus aguas colmando el pecho, la piel en trance,

los destellos de la ciudad anunciando la caída.

Los ojos nadan en la voz que tiembla en la vela.

Apariciones comienzan a fraguar tu destrucción: en la avenida Cummings, por ejemplo, el espíritu de un Powell linchado en 1925 flota suspendido de un arbotante (extraño fruto que se desangra; una incordia, una viga de paso en el rostro).

Trota un caballo en silencio. Lo monta el ánima de Richard Powell (¿o se trata de un Plymouth del 52 atravesando el fuego solar de agosto? ¿O un vagón de tren vigilando tu viaje que va del Hospital Pilgrim hasta el Minton’s Playhouse, donde acabas de tocar?)

Nieva sobre el pecho de tu reino: sal que hila tus dedos.

Charlie Parker te habla desde una caja fúnebre, son los mundos progresivos del tiempo ajustándose al siseo de tu lengua, es el choque eléctrico al fondo de tus paraísos, trazados en cuadernos que se acumulan en un rincón del estudio. Son los últimos restos de tu nombre, el nombre de una mujer, el título de una canción que no termina de iniciar nunca.

 

*

No fragua la música su anunciada subversión o su deslinde. Sale del pulso como otra forma de vida: hálito que ausculta el aire y sus vestigios. No traza sus márgenes. No depone sus armas frente al papel pautado.

Un centinela arroja la vista a una escena de conmociones sordas y vislumbra —entre pájaros y frondas animadas por los agudos filamentos de un silbo— un pasaje donde las auroras rotan hasta despertar en la justa extensión del tiempo.

Un saxofonista tiene en la cabeza una canción llamada Cherokee. La melodía se desdobla dentro de él, golpea los muros, repite muchas veces su trayecto hasta borrar las fronteras que la limitan. Luego se disuelve en la refracción de un paisaje.

Dios rebaja sus ínsulas a una piedra. Pero en esa piedra caben lo mismo un grito de guerra, una sinfonía, un chasquido, un rezo, todas las novelas del mundo o este poema repetido hasta el hartazgo.

 

*

Una rueca escaldada como dote en la inmolación de la memoria; un trasunto de peces deslizando en el piso sus filos amargos; un piano lustrado por el sueño; la materia oval de la dicción y su cauce en la boca de Giselle; un león dormitando en Noruega, dianas que amagan el reino tibio de la sal y un camino de grava sin dirección precisa. Perdido, la canción que compondrás cinco años después, ya convoca a sus huestes en el Hospital Creedmoor.

Llueve sobre el reino de la distorsión. La palabra, aquella palabra, ya marchita su única sílaba entre cuartos y animales que nadie atrapa.

 

*

En la cabeza caben consignas, noches irisadas, el sexo atravesando el alba omisa de los cuerpos, un pie arrebatado al polvo como flor errática de carne, la miseria de los silos vacíos, un barco encallado en la hierba, jardines de Saint-Germain-des-Prés, dos piernas blancas como dos fulgores de cal, monedas rodando en la antesala del estanque, máscaras de jaguar y el joven sol de los gallos atravesando el cielo rojo del puerto.

Caben el estipendio, las nociones de una muerte sintética.

Caben cinco pianos derrotados por la nimiedad. Treinta canciones. El triste dictado de la ilusión que borra la guerra y lo convierte en la huella honda de un perro o un vendedor de ataúdes.

El pecho de mi madre, en mi cabeza, es un país pequeño, con playas breves, sitiadas por pájaros; hay casas que siempre crecen en otoño. Y muertos, porque el pecho de mi madre, en mi cabeza, es un panteón cercado con palabras.

En mi cabeza caben músicos vigilantes y el alba de la creación en el desabasto. Cabe un mar desbordado de silencio y atacado por Round Midnight, oída una mañana de 1949, cuando yo ignoraba más cosas en el mundo y comenzaba a ser nadie.

 

* Poemas pertenecientes a Nueva danza de los infieles (Ediciones La Rana/Instituto Estatal de Cultura de Guanajuato, 2024), Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta 2023.

 

 

 
El papel es igual
a la niña
que llora
con el papel
entre sus dedos.

La niña
también
viene del árbol
se asusta
si la cortan.

La niña
fue agua
alguna vez.

El agua se disloca,
se marea.

Pero la niña
no quiere dejar de ser niña,

aunque la corten

a escondidas,
en silencio,
muchas veces.


 
 
Los adultos
tienen la boca seca,
espinosa,
la boca llena de ramas
de paja crespa,
amarillenta.

Los adultos vomitan
su propia lengua.

Creen que nadie mira
su úlcera verde
salir.


 
 
Dejaron a la niña desnuda,
arrumbada,

se hizo un vestido
como muñeca de papel:

las pestañas
en sus hombros
como alas,
como duendes que cubren
como una música, una tecla
del piano
convirtiéndose
en ella misma.

La niña voló,
fue armonía y melodía,
fue pentagrama,
fue abstracta.

Pero ya no pudo hablar.


 
 
Una niña

    cae
       cae
          cae
como una hoja
de papel
tamaño carta
nada podrá atraparla
nada será suficiente
para sostenerla.

Plac


 
 
Duele mucho
cortarse con papel.

¿Cómo puede doler algo
tanto
en un cuerpo
tan chiquito?

Hay un epicentro
de sangre
adentro
del pliegue
de la niña.

Hay una cortada
necia,
furibunda,
con las uñas largas (casi garras).

En lugar de costra
hay una hoja de papel
en blanco.


 
 
¿Hay alguien ahí?,
¿hola?

Detrás del árbol
la niña pide ayuda
cuando despierta después del golpe,
piedra, cabeza, piedra.

No hay respuesta entre las ramas.


 
 
Uno de los adultos la mira como si supiera algo.
La niña sostiene su paleta helada,
el chocolate se escurre como llanto,
mancha su blusa
—un pulpo soltando su tinta—
la niña se queda en silencio,
solamente shhhhhhhhhh
cree haberlo dicho todo
con los ojos.

* Poemas pertenecientes a Papel, niña, papel, de próxima aparición en Dharma Books.