Al que madruga dios no lo ayuda
Qué temprano es cuando es temprano
libertad con la que unge el sol
sí, mijito, haz lo que quieras
tienes mi guirnalda y bendición.
Cuando es temprano te vale el tiempo
lo echas por la coladera y se te cae de las bolsas
adquieres una lentitud gloriosa
así como de tortuga creidita porque se extinguieron los otros dinosaurios y ella sigue campante por este mundo
con todo eso
por pura ventaja desvergonzada
le ganas a los relojes aquileros en carrera
y te ríes de ellos desde la punta del cerro.
Entonces, con la victoria asegurada,
reparas en el mundo aún durmiente
tu mirada se derrama en el paisaje como miel invisible
con la delicadeza y ternura y suerte requerida para fosilizarse
con esta dorada luz
podrías con calma ser un mosquito jurásico atrapado en el ámbar
este es el reino de quien madruga
todo eso le pertenece
las flores duermen tranquilas con un cuchillo bajo los pétalos
los borrachos se acurrucan en sus capullos y usan el hígado de almohada
los monstruos checan la salida, resienten las corvas, piensan en armar un sindicato
hay perros sacudiéndose el rocío
millonarios insomnes y tristes especulando con inmuebles vacíos
todo rima en la mañana sin querer y sin hastío
y ahí estás juntando coplas
agusto en una hamaca que hiciste de carrizo y lagaña
cuando te das cuenta
tanta fue la anchura de tu gozo,
río de una sola orilla,
tanto fue el despilfarro de tu ventaja
que poco a poco el tiempo
ruin maldito caraechimba
te alcanzó sin decir nada
pasó a tu lado con un sigilo traidor
y otra vez
se te hizo tarde.
Contra dicciones
Agradezco a Dios poder agradecer a dios
sin necesitar creer
como gesto silvestre del pecho
espasmo de paloma herida y cálida aún
Poder esgrimir la bendición del insulto,
decir, bien raro, hijo de la verga a quien hace algo hermoso
y el otro, más raro todavía, enunciar el gracias más sincero
rete volado por el reconocimiento de su hazaña
Abrazar con la fogosidad del recato
sacar el amor monstruoso
por el portalillo húmedo que es la boca
encapsular lo inabarcable
en tres palabras arrojadas a lo pendejo al vacío
Sin más esperanza que ser rescatadas por unas orejitas caracolas del abismo
sin más señal que el aliento
sin otro mapa que esos gestos desbordando los dientes y el cómo has estado
Decir adiós y quedarse
decir adiós y besar
decir adiós y contagiarse del otro
atrofiarse las sienes con lo exhalado
comerse
morder el aire
decir adiós y apagar la luz
nutrirse de la sombra más sombra
morirse en la oscuridad como afilados peces que jamás conocieron el sol
agradecer a dios
sin creerse nada
agradecer el tacto
el pulso constante
ser sin ser
aquí
vecinos del mundo
hijos de toda la muerte y el dolor
pero
vivos aún,
amantes.
La estrella más alta
Quiero llorar de amor aquí sentado
en esta hora de la estrella más alta
llorar amando
bajo su luz antigua,
más aún que todo lo que precede a estos ojos
y puede contarse,
quisiera decir amor
suavemente
como se dice
nube
nuez
naranja
sacarlo pleno
lanzarlo al cielo
y lloverlo en todo,
pero las sombras,
hermanos,
hunden sus garras en mi corazón y mi garganta
permanece en silencio
quiero llorar de amor
porque nunca he aprendido otras palabras
que no sean estas de granito
estos agrios y pragmáticos rifles
que apuntan a las flores
amenazando todo con su aliento de azufre
y temo
profundamente
a su fuego.
Puedo morir de amor aquí sentado
despedirme con una sonrisa sin puntas
elíptica y atrabancada
órbita de un planeta adolescente
puedo morir de amor fácilmente
todo lo he amado como una enfermedad gloriosa
una infección de la más honda ternura
aunque, de pronto,
en mi pecho se filtra
un lamento que apaga las velas
aunque repito y repito y repito
palabras prudentes
algo dentro mío
me hunde
e inexplicablemente yo
cedo
y ahí en el fondo
ya nada queda para mí
ya nada puedo dar
soy un esqueleto ocupando espacio
haciendo parodia de los días
un bucle de gestos aprendidos con el miedo
todo esto que me dicen
y escucho
es apenas un borboteo,
sombras de la superficie,
postales cálidas
que llegan deslavadas
porque el trayecto a acá es frío y pesado
pesado
pesado
quiero llorar de amor
porque nunca he elegido la muerte
porque sigo buscando el conjuro,
la sucesión exacta de palabras
el norte
el sur
las señales
el alba clara
para poder decirlo
de otra forma
sin el dolor añejo
sin mancha alguna
sin otra intención que la luz
y la vida
y la risa
y nuestra dignidad
y la de todos,
decir amor suavemente
como se dice
abrigo
abrazo
abierto.
Los niños de la cuadra escriben cosas en la tierra que cubre a mi carro
(una Durango del 99′ que mi padre una vez dijo “es tuya”
y yo respondí: no la quiero porque odio lo que los carros representan,
pero la usaré porque por culpa del diseño urbano carrocéntrico el transporte público no existe en esta ciudad)
A veces los niños dejan sus nombres o declaran sus intenciones amorosas con corazones afilados e iniciales de misterio
Yo dejo que la tierra se acumule para no coartar su libertad de expresión, creerán que es por arrastrado, sin embargo es un lienzo lo que pongo al alcance de su imaginación
y paseo por la ciudad orgulloso con los nombres de mis pupilos indirectos y sus enamoradas
preguntándome qué seguirá después, qué copla, qué paisaje terminarán por dibujar en la tierra de mi carro,
así pasaron meses tiernos
desgranados en líneas tímidas y titubeantes,
pero hace poco me traicionaron
como el perro que muerde la mano de quien le ofrece un sir loin
con una oscuridad insólita
A mí entre todos,
a mí quien pretende exponerlos a la magia de las palabras y el arte
me escribieron un grande y llamativo
“ching tu madre goto” [sic]
Y yo tuve que borrar su obra barroca porque me invadió una vergüenza puritana
y porque estaba herido por su traición o porque unos infantes destruyeron mi inocencia
Seguí lavando el carro, les apliqué la ley de la manguera, pero un día pudo más mi piedad o mi soledad o mi hueva y decidí perdonarlos. Les devolví su lienzo
Días después los niños escribieron con un trazo cruel
“labame” [sic]
entonces más dolorido todavía yo les contesto
“ni k fuera culo pa lavarlo todos los días” [sic]
Ellos arremeten
“pinchi cochi”
Y yo dibujo un puerquito al que ellos ponen ojos de corazón y una cicatriz de mafioso
Nuestra guerra no ha cesado desde entonces
yo les dejo versos de Juan Boscán
“y es justo en la mentira ser dichoso
quien siempre en la verdad fue desdichado”.
Ellos lo tachan y ponen
“Puto el q lo lea”

Autor
Aziz Córdova
/ Agua Prieta, Sonora, 1995. Ex lavaplatos, actualmente imparte talleres de escritura creativa en Agua Prieta. Editor en Retina de Gallo, editorial independiente de poesía sonorense donde publicó su primer libro, Como siempre llego tarde (o me vengo muy pronto) (2018).