julio 2024 / Reseñas

La piedra fracturada

Diana Ramírez Luna, Trayectoria de las esquirlas, LibrObjeto Editorial, México, 2024, 122 pp.

 

Crear lo que es ya ruina, duración,
 la piedra fracturada; entrar no ya en el hoy,
 sino directamente en la memoria.

José Ángel Valente

Diez años se dice fácil. Y más para nosotres, quienes ya vamos arañando el sexto piso. Pero diez años puede también contener una abundancia de acontecimientos, esfuerzo, logros, encuentros, batallas (internas y externas), crecimiento, pasiones, madurez, oficio, talento.

Todo lo que constituye un ser humano íntegro, inteligente, sensible y también su obra. Trayectoria de las esquirlas, de Diana Ramírez Luna (Ciudad de México, 1992), nos habla de todo ello, y de mucho, muchísimo más. De esa piedra preciosa fracturada en esquirlas, de esas lascas brillantes que se incrustan en nuestra memoria para anidar en ella. Que al fragmentarse nos muestran múltiples y asombrosas facetas, como esa “Diosa,/ que tres veces hermosa/ con tres hermosos rostros ser ostenta” (sor Juana).

Podemos, por ejemplo, tomar la esquirla (el rostro) que nos lleva a LibrObjeto Editorial, que cumple cinco años. Y cinco años para una editorial independiente constituye un enorme logro. Porque en este medio solamente se sostienen las mejores, las que demuestren calidad, cuidado, diseño, belleza y buena elección de sus autorxs.

Y por supuesto, como debía ser, este libro es bellísimo, bien cuidado, con un pulcro diseño, que no demerita en nada su gran contenido. Ahí tenemos el primer rostro.

El segundo rostro, la segunda esquirla, es la faceta de narradora de Ramírez Luna. En ella, podemos observar las lecturas que tiene, lo bien que las ha asimilado, la manera como dialoga con la literatura que la precede y que la rodea. Es un claro ejemplo de conocimiento profundo de su tradición, diálogo constante con ella, sentidos abiertos al ambiente literario y artístico que la rodea para, con ello, situarse en esa tradición que ha elegido para su trabajo narrativo y crear desde ella para el ahora y para después, para situarse “directamente en la memoria” de sus lectores.

Sus cuentos nos hablan de nostalgia, amor y asombro con una voz personal, fluida, que se alimenta de su entorno y sus lecturas, pero también del alma y la imaginación de Ramírez Luna.

Un elemento que llama la atención de la autora, y que es notorio también en su poesía, es la metaliteratura. En el caso de su labor narrativa, se muestra como una fascinación por la sonoridad de los nombres, por esa melodía misteriosa de las palabras, por descubrir lo que ocultan tras su muralla de signos.

El tercer rostro (de la diosa, “que tres veces hermosa”…) es el de la poesía. Y en ella Ramírez Luna se nos muestra a flor de sentidos, sensaciones y sentimientos, con una poesía sinestésica, dúctil, sensorial. Nos dice: “olemos a la raíz de un verso” y nos transporta a un universo de atmósferas y vestigios en los sentidos que nos conmueven (que nos mueven con) y nos trastocan.

Juega con los cuatro elementos y sus intensidades, sus correspondencias inesperadas, sus huellas en nuestra memoria, en nuestro ser.

Se trata de una poesía plástica, que parte de esa observación detallada, de esos ojos que acarician lo que ven, pero que también lo olfatean, lo escuchan, lo saborean. Y da cuenta de sus hallazgos, de esas esquirlas que se clavan en sus pupilas atentas para susurrarle poemas.

Sopesa la espesura de la noche, transita por lo hondo de la piel, por los piélagos del alma, creando grandes oxímoron, grandes imágenes, con esa sinestesia siempre presente, logrando una palabra poética anhelante, nostálgica, metapoética.

Toda la presente colección es muy buena, pero hay algunos poemas que resaltan, como el autorretrato que realiza con tanta sabiduría, con tanta verdad, con tanta belleza. O el poema “Sobreviviente”, con esas anáforas que son a la vez una autoafirmación y una reflexión, una anagnórisis. Y cada vez que se repite ese “Soy”, vamos entrando con Ramírez Luna a lo profundo de la mina, donde, en medio de la oscuridad, la falta de aire, el espacio estrecho, vislumbramos el fulgor de la piedra preciosa, de esas esquirlas que nos muestran su trayectoria, que a cada soy nos abren los pliegues tersos de la cueva, para descubrir en envés del mundo, para ir más allá de lo literal.

Conforme avanzan los poemas, avanza también el ritmo, el oficio de poeta. Y esto se demuestra en el último poema coleccionado: “Mujer libro”. Una maravilla de poema que condensa el ser y el hacer de la autora, su “vengarse de la realidad con la escritura”.

Por último, quisiera hablar de esta marca que ha dejado Ramírez Luna en todas las personas que la conocemos y la queremos. En primer lugar, quiero resaltar el hermoso prólogo de Eduardo Langagne, certero, lúcido, que nos aporta las coordenadas para navegar por este bello libro que conmemora y concentra cinco años de LibrObjeto Editorial y diez del quehacer literario de Diana. Un libro que nos invita y nos deja jugar con él. Que nos deja un espacio para que peguemos, como cuando éramos pequeñxs y pegábamos estampitas en un álbum, una foto que tengamos con ella. Así lo hacemos propio, único. Así la piedra, convertida en esquirlas, lleva su trayectoria a entrar directamente en la memoria.


Autor

Roxana Elvridge-Thomas

/ Ciudad de México, 1964. Poeta. Estudió la Licenciatura en Ciencias Humanas en la Universidad del Claustro de Sor Juana y la Maestría en Literatura Mexicana en la UNAM. Ha obtenido varios premios nacionales en poesía, ensayo y periodismo, así como las becas del FONCA de Jóvenes Creadores y del Sistema Nacional de Creadores, en el área de poesía. Tiene publicados nueve libros de poesía y dos de ensayo. Actualmente se desempeña como profesora-investigadora de medio tiempo en la Universidad del Claustro de Sor Juana y da clases en la Escuela Nacional de Arte Teatral del INBA y en la Universidad de Londres.

julio 2024