Selección y nota introductoria de Zel Cabrera.
Novísimas. República de poetas mexicanas (Los Libros del Perro, 2024) es una antología que celebra y visibiliza el pulso contemporáneo de la poesía escrita por mujeres en México. Este proyecto reúne a voces diversas que, desde distintos territorios, estilos y sensibilidades, componen un mapa plural de la creación poética actual.
El título juega con la idea de lo nuevo y lo disruptivo, un gesto que no sólo marca la irrupción de nuevas generaciones, sino que también retoma y resignifica tradiciones poéticas desde una mirada fresca y actual. Esta “república” no responde a fronteras ni cánones rígidos: aquí conviven la intimidad, lo político, lo cotidiano y lo simbólico en un espacio donde las poetas expanden los límites del lenguaje y la imaginación.
La antología, que agrupa a autoras de distintas latitudes del país, resalta el vigor y la multiplicidad de registros, temáticas y estéticas en la poesía mexicana escrita por mujeres. Una muestra necesaria que ofrece no sólo un panorama del presente, sino también una invitación a imaginar el futuro de nuestras letras.
(Aguascalientes, 1997)
Jardín de petunias mexicanas
¿Ya viste cómo está creciendo el naranjo?
Me pregunta mi mamá
con sus palmas acunando
azahares de otras casas,
me pregunta y su voz
se desvanece
en silencios de domingo,
la escucho para preguntarme
si me habló ahora
o es un recuerdo
de años antes,
porque han sido tantas tardes
viendo crecer jardines y
buscando soles con
las mejillas, ecos de
mi mamá hablando
ropas y nostalgias
para secarlas con vientos
de tormentas viajantes.
(Baja California, 1991)
Ordalía
El ritual comienza
al lamer el dedo índice
que por su contradictoria naturaleza
resulta inocencia o desenfreno
lo acomodo entre los labios
y comulgo las acciones
en el cuarto olor romero
agitarse
mezclar injurias
exhalar un aliento caliente
es esta la euforia sin sonido
trepida la piel
se tensan las partículas de este cuerpo
juego a que el alma se salga del erotismo
a que se olvide de sí
un nido peligroso se acumula en el vientre
es la hora de enfrentar a Dios
provocar el juicio
y si el castigo hace arderme entera
¡que me quemen toda!
mientras mojo cada letra
de sus fastidiosos versículos.
(Chiapas, 1999)
Órbita
Separándome de este insípido lago
Soy un pez con alas que nunca evolucionaron
Floto en el vacío
Las hojas caen
Crece el polvo de olvido en las paredes
Y una plétora de luz no ocupa la memoria
El mundo ha pausado su órbita
se derrama congelante
El tiempo arrastra sus zapatos viejos
Y el desierto se desnuda con el aire
Yace en la hierba el cuerpo heterogéneo
Nacen barcos de papel en el ombligo
Navegan los sueños en este río de lirios marchitos
Vuelvo al espacio en que nació el volcán
Se esparcen las partículas y bajo los labios pálidos
se hunde una voz que no recuerda el viento.
(Chihuahua, 1996)
La mujer que no fui
Sin duda lo has logrado
eres la mujer que no fuiste
así lo dirán
y poco a poco te quitarán de sus galerías
rebrotará tu carne al irse el polvo.
Es la hora perfecta.
(Ciudad de México, 1994)
Tangas rosas
Cual paquetes secretos escogemos nuestra envoltura
a veces puntos o rayas,
colores pastel, tonos brillantes, monocromáticos
todos con el mismo fin,
llegar a nuestro centro líquido que a veces,
puede ser más o menos difícil de alcanzar
Se colocan puentes, trampas y juegos
que se sepa, en esta vida nada se arrebata.
A veces nos envolvemos en cuero, otras
de encaje, para los días más aventureros
usamos las cuerdas y el látex.
Entre espejos y luces nos volvemos divas
visitamos a Victoria y nos llevamos sus secretos
Rodeamos insurgentes y Erick Mar nos ayuda a ser otras,
cumpliendo fantasias de ser villanas o heroínas
y todo, todo para que en una esquina,
nos vendan un ramo de tangas
unitalla con forma de rosa
pa’ recordarnos que lo importante es vestir el culo.
(Ciudad de México, 1998)
Mosquito
Espero que este mosquito que se desvía con gestos frenéticos por las esquinas de mi cuarto se pose en mis rodillas.
Probablemente sólo lo vea hundir su boca en mi piel, extraer gotas diminutas de mi interior y elevarse un poco más pesado que antes por la recámara,
un poco más lento y penoso
pero vivo al fin.
Entonces sucede que se posa en mi rodilla derecha, hunde su aguijón en mi piel y busca cualquier vena como una garza que caza peces rojos en un río.
Ahora él tiene algo de mis genes, pienso,
los ordena en su cuerpo diminuto,
procesa esa información como alimento.
Ahora algo de mí se eleva,
zumba a mi alrededor
y muere por la mañana.
(Colima, 1998)
Tú y yo no habitamos la misma casa
Dormimos entre las mismas cuatro paredes,
pero a mí me falta espacio.
La construimos juntos,
pero yo siempre supe que no podría quedarme mucho tiempo.
¿Sientes el fuego de la chimenea? Te pregunté.
Calienta demasiado, dijimos los dos.
Y te dejé mover nuestras cosas dentro, consciente.
Si vivimos en ella juntos por la noche,
pero por el día la cohabitamos,
¿cómo puede ser “la casa”?
Si me hace sudar
y tú estás convencido de que es el único lugar donde no tienes frío,
¿cómo puede ser la misma casa?
Si yo lo que quise fue que mi hogar fueras tú,
y tú soñaste desde que me viste con meterme dentro,
¿cómo pudimos creer que para los dos esto mismo era una casa?
(Guanajuato, 1994)
El hechizo de los homópteros
Mi abuela me dijo
antes de perder la vista:
“las cigarras humedecen memorias de verano
su llamado revive a seres insólitos”.
Ahora
enciendo una vela;
les muestro el camino
detrás del armario.
No cantan: estridulan.
En su abdomen suena
el llanto de un olmo.
Bajo mis pupilas
guardo un talismán:
el repelente
para malos presagios.
Después de todo
somos nuestros temores:
el rechinido justo al oscurecer.
(Guerrero, 1993)
La vida es una pantera negra
Cuando la tristeza engulle la última esperanza del alba
y la vida es una pantera negra que camina sigilosa esperando atacar
imagino mundos oscuros y salvajes
mundos de hombres que han perdido la humanidad.
¿De dónde viene ese sonido que se pierde con el denso viento?
Miro al cielo y lo siento temblar.
Camino condenada a cargar el peso de mi estirpe.
Camino con huellas de un volcán.
Camino con recuerdos mutilados por el tiempo.
Alguien navega por los ríos heridos.
Alguien mira a las estrellas y se imagina muerto.
Alguien detiene su marcha y se limpia el sudor antiguo.
(Morelos, 1994)
Trashumancia
El humo que soy
se exhala
para recorrer las esteras.
Desearía ser resonancia:
Mezclarme entre los cuerpos
que danzan.
Ser metálico silbido,
la persistencia del tambor.
Ir más allá.
Ser ligereza,
calma,
silencio.
Convertirme
en serpenteante cuerda,
huella en el oído.
En cambio, gaseosa,
debo resignarme:
Inflamable.
Incendio de eco,
de distancia.
El humo que soy
se inhala.
Retorno a la respiración
que me dio vida.
Vuelvo a ser carne.
(Oaxaca, 1994)
La luz roja y azul
qué cosa tan horrible es ver mamá
que ya no puede uno andar afuera
la luz roja y azul alumbra la colonia
es el color de la ciudad también
no debes de salir de los límites establecidos
no pongas los ojos en lugares que no te incumben mira
pero no observes
no narres historias basadas en hechos reales
no te intereses más por los cambios del barrio
no salgas de la casa
los barrotes de la abuela son impenetrables
(o eso es lo que crees)
(Tamaulipas, 1993)
¡Se te queman los frijoles!
Ya son las tres de la mañana y aquí sigo
cansada, sin poder dormir.
Esperando que llegue el sueño les digo
en realidad, aguardo por un mensaje tuyo
una llamada, una señal, no de vida,
sé que lo estás, de interés posiblemente,
de remordimiento, quizá.
Me pregunto si también hay dudas que te consumen
como cuando dejas la comida en la estufa
y sales al día sabiendo que tienes un pendiente sin recordar.
Pero en cuanto te des cuenta
regresarás corriendo a apagar la flama
secando presuroso el sudor que surgió durante la travesía
para después, comer lo que con tanta incuria dejaste a la lumbre
encontrándolo ceremonialmente preparando
suave, caliente y exquisito.
Luego, recuerdo que no debería compararme con un jarro de frijoles
y no es olvido, sino indiferencia.
Y el agua se me desborda a fuerza de ebullición y coraje
sabiendo que no fue descuido y un plato te esperaba en otra mesa.
Que no te importó quemar tu casa
pues habías encontrado un hogar.
Al final, todo fuego se consume
y las brasas algún día se van a enfriar.
Espero que para entonces ya no llegues.
Y menos,
con hambre.
(Yucatán, 1986)
Acrobacia materna
Mi madre nunca pudo tener una cartera pequeña.
En su bolso que caber el destino de una familia de burócratas.
Era malabarista o maga
y sin mirar,
sacaba de la chistera la tarjeta adecuada
según la fecha de corte.
Nos echaba la suerte a meses sin intereses.
Ponía en nuestro presente la lavadora,
la sala nueva, el comedor
y en el futuro las mensualidades congeladas.
¿Alguna vez han visto que nos llamen del banco para cobrar?
decía mirando al público.
(Yucatán, 1997)
El lugar a donde se fue mi madre
I
A dónde habrás ido
cuando las vigas
de tu peritoneo destrozado
echaron sin milagro
el cimiento de tu razón.
El día en que tu cordura
se perdió eternamente
mi fe quebró su espina dorsal.
Aquel lunes de enero
el miedo me habló en la recámara
doscientos tres del hospital:
tu mirada no logró reconocer
el nombre de mi vida
yo quise decir
mamá, soy tu hija
pero no sabía si estabas ahí
atascada en algún pasillo
con los restos de palabras
vacías de tu corazón…
eras un grito en pedazos,
un rasguño de clamor…
Y eras mi madre
la que siempre me salvó,
y yo era tu semilla
pero no pude…
¡No pude!
Tomarte de la mano
llevarte
hasta la puerta de la casa
y curar
tu entraña diluida.
Autores
Ángeles Montañez
Aguascalientes, 1997.
Zel Cabrera
Iguala, Guerrero, 1988. Poeta y narradora. Ha sido becaria del FONCA y de la Fundación para las Letras Mexicanas. Por La arista que no se toca (2019) obtuvo el Premio Nacional de Poesía Tijuana. Es autora de los libros de poemas Una jacaranda en medio del patio (2018), Perras (2019), Cosas comunes (2019 y 2020) y de la novela Cómo pesa el silencio de los muertos. Desde 2020 dirige el proyecto editorial Los Libros del Perro y el Festival Internacional de Escritoras Primavera Bonita.
Marlon PV
Baja California, 1991.
Chiapas, 1999.
Victoria Laphond
Chihuahua, 1996.
Steff Torres
Ciudad de México, 1994.
Ivana Melgoza
Ciudad de México, 1998.
Claudia Santos
Colima, 1998.
Liliana Núñez
Guanajuato, 1994.
Khiabet López Morales
Guerrero, 1993.
Diana Higuera
Morelos, 1994.
Marjha Paulino
Oaxaca, 1994.
Doménica Mayáhuel
Tamaulipas, 1993.
Lolbé González Arceo
Yucatán, 1986.
Diana Soberanis Mena
Yucatán, 1997.